Nuestro país necesita de condiciones globales favorables para no volver a sufrir un "percance" macroeconómico. La mejora en los términos de intercambio sirvió para que consigamos los dólares que tanta falta nos hicieron en 2020, pero la fortuna no fue total ya que la suba del petróleo y la crisis hídrica están presionando sobre las importaciones de combustibles en 2021.

De esta manera, los precios de las materias primas en primer lugar y el clima en segundo término juegan un rol clave para sostener el delicado equilibrio sobre el que se cimenta la macroeconomía local.

Pero el real brasileño también se suma a la lista de variables claves. Con el frente de las reservas internacionales del BCRA "bajo control" en el corto plazo por el desembolso de los Derechos Especiales de Giro (DEG) del FMI EG por U$S4.350 millones el próximo 23 de agosto, el gobierno pasó a concentrar su estrategia en el control de la inflación. No es casual que la alteración en el ritmo de devaluación del tipo de cambio oficial se dio en momentos en que se comenzaba a percibir una reversión en la tendencia de devaluación de la moneda brasileña. Por lo tanto, la estrategia de usar el ancla cambiaria para desinflacionar la economía se encuentra directamente atada a la evolución del real.

¿Hasta cuándo nos acompañará la fortuna? Difícil de saberlo. La comunicación y el retiro futuro de estímulos por parte de los principales bancos centrales será clave para revertir o, aunque sea, pausar el momento favorable actual. Si la cuarta ola afecta la recuperación estadounidense, entonces el jefe de la Fed, Jerome Powell, podría tener más tiempo para dilatar el "tapering" (reducción de compras y potencial desarme de activos financieros de la Fed dentro de su hoja de balance). Esto a su vez le vendría muy bien para sus intenciones de reelegirse en el cargo luego del vencimiento de su mandato a fines de enero de 2022. 

El único frente que nos es adverso actualmente es el climatológico dadas las escasas precipitaciones que afectan la generación hidroeléctrica de nuestro país, y además podrían afectar la próxima cosecha gruesa.

Según datos de Cammesa, en junio pasado la generación hidroeléctrica de nuestro país fue un 33% inferior a la de igual período del año anterior. Esto llevó a que el consumo de combustibles de junio´21 en las centrales térmicas crezca un 28% en comparación con igual período del año anterior, alcanzando el mayor valor para dicho mes desde el 2018. Todo esto llevó a que el costo monómico medio de junio se disparara un 83% con relación al mismo mes del año anterior. Por su parte, el costo marginal operado medio (CMO) trepó un 196,6% interanual en dicho mes.

Sin aumentos de tarifas, todo esto impacta directamente sobre los subsidios, y por ende sobre el frente fiscal. Por ende, el clima también está jugando un rol crítico más allá de lo agropecuario, impactando en la cuenta energética.