La asunción de Daniel Scioli como nuevo ministro de Desarrollo Productivo generó un "efecto oxigenador" para el gabinete de Alberto Fernández, tras la renuncia de Matías Kulfas, en medio de un confuso episodio que terminó salpicando una gestión ponderada por propios y también ajenos. El ex gobernador bonaerense durante dos períodos y derrotado candidato del peronismo en las presidenciales de 2015, supo ganarse terreno desde su rol diplomático al frente de la embajada argentina en Brasilia y construirse una imagen de "número puesto" para ocupar algún cargo de mayor responsabilidad política. Y la oportunidad llegó antes de lo previsto.

Aunque muchos dirigentes opositores y varios medios alineados con su discurso opinen lo contrario, el Frente de Todos no atraviesa el peor momento de su gestión. Superados los chubascos que provocaron la pandemia y la renegociación de la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI), la gestión timonea ahora las turbulentas aguas de un panorama económico y financiero que no termina de estabilizarse y amenaza con opacar la recuperación exhibida desde principios de año en lo que respecta a la actividad y al empleo.

Mientras la principal coalición opositora exhibe con recurrencia grietas que evidencian la carencia de una propuesta unificadora para alinear a todos bajo un mismo paraguas y cada vez aparecen más candidatos para disputar una eventual primaria donde se diriman las candidaturas más importantes, el oficialismo mantiene un perfil bajo y evita referirse a las intenciones que, por lo bajo, ostentan legítimamente varios de sus principales dirigentes.

Hasta el momento, salvo la insinuación expresada por el propio Fernández durante su reciente gira europea de ir por la reelección, "en caso que estén dadas las condiciones" -reforzada por alguna expresión del albertismo, como la agrupación A23 y por funcionarios de su propio gobierno- ningún referente frentetodista expresó públicamente la voluntad de disputar la principal nominación en una primaria que promete sorpresas.

"Salvo Cristina, no hay referentes que muevan el amperímetro", le dice a Data Clave un dirigente peronista que milita en la tercera sección electoral bonaerense. Desde el kirchnerismo "paladar negro" tampoco parecen muy interesados en resaltar la figura de ninguno de sus cuadros, más allá del posicionamiento que ha buscado el actual ministro del Interior y referente de La Cámpora Eduardo "Wado" de Pedro. "Wado está construyendo poder, no candidaturas, con el objetivo de cimentar la unidad del Frente y con la premisa bien clara de evitar un nuevo retroceso hacia la oscuridad que proponen los de Cambiemos", apuntó un colaborador del titular de la cartera política. 

La otra figura que siempre dice presente a la hora de discutir poder dentro de la coalición oficialista es el titular de la Cámara de Diputados, Sergio Massa. Desde una postura propositiva y esgrimiendo como carta de presentación el muy buen trabajo que viene desarrollando al frente del hemiciclo legislativo de 257 bancas, el tigrense siente que su momento está próximo y no se distrae en discusiones que considera "estériles".

La reaparición del "Pichichi"

"Se retiran Tévez y Agüero, pero el Pichichi sigue", dijo en diálogo con la versión radial de Data Clave el flamante ministro de Desarrollo Productivo. Con la "metáfora" futbolera, Scioli instaló sutilmente que no está dispuesto a bajarse de ningún ring y sin necesidad de hablar de candidaturas, dio a entender que "está listo para cualquier convocatoria" que le haga su "amigo" Alberto. "Soy un hombre al servicio del presidente y de mi espacio político, de mi pertenencia al peronismo y que tiene los pies en la tierra, que sabe el contexto de dificultades que hay hoy y busca colaborar con la experiencia. No hay ningún tipo de especulación o pensamiento al respecto, si hubiese pensado en forma individual, me hubiese quedado en Brasil", completó en la entrevista.

La premisa que tienen clara todos los que comparten la ambición de postularse en 2023 es que sin la unidad, las posibilidades de triunfo se reducen sensiblemente. Otros pronostican un escenario catastrófico, que incluye derrota electoral y persecución para todos aquellos que integraron el gobierno del FdT. "Estos tipos no nos van a dejar vivir en paz, si ganan, van a venir por nosotros como hicieron en 2019 tras nuestra derrota", señaló a este portal un integrante del staff ministerial de la Nación.

En ese contexto, Scioli asoma como la "esperanza blanca" del peronismo, que puede exhibir varias de las virtudes que muchos de sus compañeros y compañeras no están en condiciones de mostrar. Por ejemplo, esa lealtad a ultranza que lo caracteriza y que no logró torcer ni la más artera de las agresiones que le propinó el cristinismo durante los años que gobernó la provincia de Buenos Aires, ni tras la derrota de 2015.

Scioli logra lo que pocos: no pasa inadvertido. "O lo aman o lo odian, no hay punto intermedio y su carrera juega con argumentos a favor sorprendentes, que lo catapultan a ser un serio postulante presidencial, a la vez que genera resistencias entre quienes lo ven recorriendo el último tramo de su carrera política, sin ninguna expectativa", sostuvo un colaborador del ex embajador. Pero para ninguno de los actores de esta interna, su figura es imperceptible.

Un rumor que corrió durante esta semana -desmentido desde el sciolismo y el albertismo- es que el primer mandatario le había dicho al nuevo titular de la cartera productiva que si los números no lo acompañan para proyectar una reelección, lo apoyará en el camino hacia la Rosada. Otros plantean que Alberto no pensó en 2023, sino que lo eligió porque reconoce en Scioli una "prepotencia de trabajo" y un "conocimiento de los temas productivos" imprescindibles para encarar este último y decisivo tramo de su gestión.

La doble vara

Lo curioso es que, a la hora de analizar los escenarios que enfrenta el oficialismo para perfilar posibles candidaturas, algunos sostienen que la cantidad de postulantes puede representar una debilidad. “La existencia de muchos candidatos, diluye la potencia electoral del Frente de Todos”, se le escuchó decir a un analista político que suele desfilar por los programas de los canales de noticias.

Ese mismo analista -y algunos dirigentes que piensan y propalan esta idea- no sostienen lo mismo cuando hablan de la coalición opositora. "La existencia de varias fórmulas presidenciales fortalece a Juntos por el Cambio, que amplía su oferta electoral abarcando prácticamente a todo el espectro ideológico del centro hacia la derecha", remarcó el mediático "consultor de opinión pública", para quien existe claramente una doble vara a la hora de medir al oficialismo y a la oposición.

"Ellos se pelean como perros y gatos entre el PRO, la UCR y la Coalición Cívica, además de las internas que tienen dentro de esos partidos, todos quieren presentar candidatos y resulta que nosotros nos debilitamos porque ahora se suma Daniel al gabinete y perfila como alternativa presidencial, sean menos obvios muchachos", remarcó un dirigente del Frente de Todos en diálogo con este portal.

Como si fueran pocas las peleas en Juntos por el Cambio, esta semana estalló la interna libertaria. El vestuario caliente de los seguidores de Javier Milei, se transformó en un émulo mal deconstruido del "Bocabaret" de fines de los noventa, tan bien inmortalizado por Diego "Puntita" Latorre con aquella definición del puterío por el que atravesaba el plantel xeneixe conducido por el "Bambino" Veira.

Tras el fracaso del acto organizado por La Libertad Avanza en Gerli el viernes de la semana pasada y los acercamientos del diputado nacional líder del espacio con Mauricio Macri, se abrió la Caja de Pandora del frente libertario y empezaron a tirarse con munición gruesa. El puntero Carlos Maslaton, cuestionó en duros términos y de manera pública la organización del acto, que estuvo a cargo de Karina "La Princesita" Milei, y el exasesor de Domingo Cavallo, Carlos Kikuchi.

Maslatón los acusó de "operar y sabotear" la campaña del economista, con un lanzamiento en el conurbano que consideró prematuro, y además rechazó el acercamiento al expresidente y las alianzas que se están armando en distintos distritos del país, con miras al 2023. "Están operando en contra y para sabotear la campaña de Javier, todos los militantes históricos de La Libertad Avanza y de la derecha liberal argentina quedamos espantados", le dijo Maslaton a este cronista.

¿Quiénes le temen al Pichichi?

Casi una década después de los enconos expresados por Cristina Kirchner durante su segundo mandato presidencial, el escenario interno dentro del amplio espacio del peronismo parece haberse modificado respecto a la figura de Scioli. Su llegada al gabinete tuvo buena recepción dentro de las filas kirchneristas que, en otros tiempos, lo fustigaban duramente.

"Daniel tiene memoria, recuerda perfectamente todo lo que le hicieron durante su segundo mandato como gobernador y cómo pusieron palos en la rueda en la campaña de 2015 porque no se lo bancaban y después nos terminamos fumando a Macri, pero no tiene ningún rencor, ni viene en busca de ninguna revancha", remarcó un colaborador directo del ex embajador en Brasil.

Durante el acto de asunción como nuevo titular de la cartera de Desarrollo Productivo, Scioli fue aplaudido y recibido con mucho entusiasmo por los sectores industriales, pero también por buena parte del peronismo, que visualiza un cambio de clima a partir de su llegada al gabinete. Bombos peronistas, abrazos efusivos con gobernadores e intendentes y hasta una actitud entusiasta de los sectores gremiales "cegetistas", fueron postales destacadas de la recepción.

Pero también se reavivaron, en los subsuelos del oficialismo, viejas discusiones internas ligadas a facturas impagas del pasado

En el Frente Renovador no están nada contentos con el ingreso del exmotonauta que, como quedó expresado, es un presidenciable que podría complicar el camino de Massa hacia la Rosada. Pero la pica también tiene una historia, que se remonta a 2013, cuando el tigrense rompió con el Frente para la Victoria para armar su propio espacio y negoció hasta último momento con Scioli para tenerlo adentro de su armado.

La ruptura del, por entonces, gobernador bonaerense era inminente, hasta que finalmente optó por mantener los pies dentro del plato y eligió continuar dentro del oficialismo, en aquellas elecciones de medio término que tuvieron como principal candidato al ahora jefe de Gabinete bonaerense, Martín Insaurralde. Esa actitud le granjeó el mote de "traidor" dentro de las filas massistas.

Durante esa campaña en 2013, se produjo un confuso hecho que embarró aún más el vínculo entre ambos dirigentes. Un oficial de la Prefectura Naval ingresó en la casa del líder renovador, con supuestos fines de robo. Dos años después se corroboró que el "ladrón" era, en realidad, miembro de inteligencia de la fuerza de seguridad que controlaba en aquellos años Sergio Berni. La lectura del massismo fue que se trató de un acto de espionaje y de atemorización de parte del Gobierno, del que Scioli seguía formando parte.

“Sigue siendo el mismo. No cambió nada. Marketing, publicidad y poca gestión”, le dijo a Data Clave el diputado bonaerense Rubén Eslaiman, mano derecha de Massa en la Provincia. Sin demasiadas metáforas, el legislador tuiteó: “Hay pocas acciones de nuestro gobierno que no me agradan y muchísimas que sí, pero la asunción de este sujeto (por Daniel Scioli) me desagrada profundamente”.

No fue el único. En diálogo con este medio, un dirigente provincial del FR también arremetió contra Scioli: “Me indignan sus formas. Siempre todo para él. Mirá la foto que subió con Alberto. Decime si viste una foto peor de Alberto. Es una cuestión de jerarquía. Tenés que poner la foto en la que se vea bien él, no vos”.

Volviendo al plano electoral, no son pocos los dirigentes del Frente de Todos que desean evitar el dedo de Cristina para la designación del candidato presidencial y se inclinan por avalar la idea de Alberto de impulsar una “gran interna”. Pero la tarea no será sencilla. El peronismo olfatea el poder y también percibe la debilidad. Si CFK sigue ostentando potencia electoral, buscarán arrimarse al calor de su bendición. Incluso hasta el propio Massa es atraído por cierto sector del kirchnerismo que lo visualiza como un candidato potable para el recambio de 2023.

Todo dependerá de cómo se vaya acomodando la gestión, donde el presidente se concentró, alejándose de una interna que no hizo más que contribuir a dañar su imagen. La figura de Scioli juega en esa misión una labor fundamental: tiene volumen propio y, a la vez, es un hombre que siempre se mantiene fiel a quien considera su jefe político. Además, comparte con Alberto una característica que los define: la moderación.