La crisis económica desatada por el coronavirus no tiene antecedentes en la historia argentina. Supera en velocidad y profundidad a la explosión del régimen de Convertibilidad en 2002. En ese año el producto cayó 10,9%, cifra que seguramente será superada en el presente ya que los economistas prevén una disminución de 12% - los pronósticos más pesimistas creen que la actividad puede llegar a derrumbarse 15%-.

El problema no es sólo el desastre económico sino también la actitud de la dirigencia para enfrentar la crisis. El presidente Alberto Fernández suele señalar que junto con Néstor Kirchner fueron capaces de sacar a la Argentina del "infierno" que significó la crisis de 2001/2002. Sin embargo, los datos estadísticos muestran que cuando el kirchnerismo se hizo cargo del gobierno a mediados de mayo, la economía ya crecía a tasas del orden de 10% anual – el PBI subió 8,7% ese año- y la inflación se ubicaba en el 5%.

Dicho de otra forma, el "trabajo sucio" lo realizaron el ex presidente Eduardo Duhalde y su ministro de Economía, Jorge Remes Lenicov, cuando tuvieron que afrontar un dólar que en pocas semanas creció 300%, de 1 a cerca de 4 pesos.

Tampoco la dirigencia empresaria, o al menos una parte importante, parecería dimensionar la crisis. Más de un consultor económico señala que, en las charlas privadas, los empresarios suelen sorprenderse cuando se presentan los datos duros de la realidad. "Ya es difícil ser empresario en la Argentina con todo en contra y si no sos un poco optimista tenés que bajar la persiana e irte", se defienden.  

Un mensaje para los empresarios 

Entre los hombres de negocios preocupó el aval que dio la vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner a una nota periodística en donde se critica a las empresas más grandes del país y particularmente a los grupos Techint y Clarín. "Fue una apuesta oficial fuerte dirigida al mundo empresario concentrado, que desde hace más de 40 años ha intensificado el combate contra el proyecto de desarrollo nacional que hoy aspira a desplegar el frente político que gobierna" dice el artículo que pondera Cristina en referencia a que en el acto del 9 de Julio, el presidente Alberto Fernández convocó a los empresarios del G-6, es decir a los representantes de las principales empresas del país.

"Nos habían convocado para conversar sobre el plan pos pandemia, pero no fue más que un acto protocolar y una charla informal breve" comentó a Data Clave uno de los asistentes.

"Se armó tanto lío, pero en realidad el objetivo era enmendar la foto en la que Alberto Fernández estuvo reunido con empresarios tiempo atrás  y no había una sola mujer, por eso se insistió a la UIA para que el 9 de julio fuera su prosecretaria segunda, Carolina Castro", se señala en el entorno presidencial. Más aún, "el propio Alberto se preocupó porque estuviera sentada en primera fila".  Pocos saben que en el círculo íntimo de presidente, funcionarias como la Secretaria Legal y Técnica, Vilma Ibarra, o la vice jefa de Gabinete, Cecilia Todesca, se quejan ante el primer mandatario por la poca participación femenina en las dirigencias.

Cristina no retó a Alberto por la reunión con los empresarios

Volviendo a la tweet de Cristina, en distintos medios se interpretó como "un reto público" a Alberto Fernández por su acercamiento a los empresarios. En Casa Rosada se desmiente esta versión, toda vez que el presidente mantiene un diálogo fluido con la vicepresidente, que además participa de las decisiones del Ejecutivo.

El propio Alberto Fernández declaró este viernes que "en el Frente de Todos no tenemos diferencias".

De ahí que cabe interpretar que el verdadero destinatario del mensaje de la ex presidente no era Alberto, sino los grandes empresarios.

Dicho de otra forma, "que algunos no crean que pueden aislar a Alberto de Cristina", según se comenta en medios del partido gobernante.

A veces los mensajes de Cristina vía otras voces afines a la ex presidente van dirigidos a sectores de la política que también creen que en un Alberto que puede llegar a "romper" con los kirchneristas. Hasta ahora, la realidad muestra que esta alianza sigue vigente tanto en lo formal como en lo ideológico.

Esto no quiere decir que el kirchnerismo quiera romper los puentes con el gran empresariado. De hecho, Máximo Kirchner suele tener encuentros con importantes hombres de negocios, sin que éstos trasciendan demasiado, de acuerdo con lo que comentan allegados al diputado. Pero lo que no debe quedar en dudas, afirman, es la centralidad de Cristina, en el manejo del poder.   

Vinculo complicado 

En los medios empresarios se comenta que la relación con el gobierno será "compleja". Rescatan el diálogo que existe con el primer mandatario y sus ministros pero recuerdan que tanto Alberto Fernández como la vicepresidente desarrollaron su carrera siempre en la arena política.

"¿Por qué razón la gente no toma más créditos a tasa cero?" preguntó asombrado el Presidente días atrás. Es que al primer mandatario le costaba comprender que los pequeños comerciantes o los profesionales difícilmente decidan endeudarse en momentos en que no saben si van a continuar con sus actividades.  

Por otra parte, los empresarios recelan de la importancia que el Gobierno le atribuye al Estado en cuanto a su intervención en la economía. "Las empresas buscan maximizar sus ganancias" suelen señalar en medios del partido gobernante y por lo tanto creen que "el Estado debe tener un rol virtuoso evitando desequilibrios".

Existe una relación de "desconfianza" entre el poder político y los empresarios, como lo demuestra que las ayudas que se han dado para enfrentar la crisis han venido acompañadas de restricciones (prohibir la distribución de utilidades, por ejemplo). Esta desconfianza de la política hacia el sector privado lleva, por caso, a que el proyecto de reforma tributaria sea elaborado entre funcionarios casi sin consultas con especialistas de la órbita no gubernamental.

Curiosamente, la desconfianza al mundo empresario también fue una característica del gobierno de Mauricio Macri, un hombre surgido de esas filas. "Daría la impresión que cuando llegás al gobierno crees que solo vos y tu gente saben cómo solucionar todos los problemas", interpretaba un empresario amigo del ex presidente.

"El kirchnerismo destaca como un valor en sí mismo la condición de empresa pyme, cuando en el mundo es al revés, la pyme es una empresa que no se ha desarrollado suficientemente y que aspira a ser grande", sostiene un dirigente industrial. Y asegura no entender el ataque de sectores del gobierno a las grandes empresas del país. "Los Estados Unidos salen ahora en defensa de Google y no tuvieron problemas en rescatar a Ford, General Motors y sus principales bancos en la crisis anterior, ningún país importante se desentiende de los intereses de sus grandes empresas porque son sus propios intereses".

"No se entiende que el presidente no haya sido más enfático en condenar el bloqueo que están haciendo los camioneros a Mercado Libre", se comentaba el viernes entre empresarios, especialmente porque esta empresa es una de las pocas firmas que están tomando trabajadores, sobre todo jóvenes, y además es clave para que distintas actividades puedan seguir vendiendo.

Si bien el presidente dijo que "no es hora de conflictos", la falta de una respuesta más contundente intranquiliza a los empresarios al no descalificar el bloqueo. Cabe señalar que el propio Alberto, en su momento señaló que el líder del gremio, Hugo Moyano es un dirigente sindical "ejemplar".

El plan económico ¿dónde está? 

Cuando se pregunta respecto al Plan Económico post pandemia tanto el presidente como el ministro de Economía, Martín Guzmán  suelen contestar "que lo tienen" aunque hasta el momento lo que poco que se conoce pasa más por créditos accesibles, medidas asistenciales y el deseo "de exportar más". Las intenciones oficiales de una reforma "tributaria", del "sistema previsional" y el incentivo para la inversión (a través de un "blanqueo de capitales", el incentivo para el desarrollo de las economías regionales y no mucho más, al menos por ahora.  

El Gobierno apuesta a que la mayoría de estas decisiones pasarán por el Parlamento, de donde se estima, que el espíritu "dialoguista" de Alberto será clave porque si no quedarán solo en un glosario de deseos.

Por de pronto, la moratoria aún no logra el suficiente apoyo Parlamentario.

Arreglo parcial 

Con meses de retraso respecto del plazo que inicialmente se había propuesto el Gobierno, continúa la saga de la negociación de la deuda externa con los acreedores privados. El consenso entre los analistas es que finalmente el mes próximo se llegaría a un acuerdo, aunque no descartan que pueda ser parcial y que deba abrirse una segunda instancia con los bonistas más duros.

La primera oferta argentina se realizó en abril con un reconocimiento de 40 dólares por cada lámina de 100 de los viejos títulos (tomando una tasa de salida de 10%). Posteriormente el ministro Guzmán efectuó tres retoques que llevaron a que la última propuesta se ubique en torno de los 54/55 dólares promedio, según distintos cálculos. Este valor está en línea con lo que pedían los acreedores más cercanos al gobierno.

Sin embargo, los problemas continúan con los fondos más duros -Ashmore, Black Rock- que hasta el momento no parecen dispuestos a ceder por menos de 59 dólares, es decir en línea con el valor que recientemente acordó Ecuador para reestructurar su deuda.

Las posibilidades de acuerdo con estos grupos todavía son inciertas, de donde se especula que la Argentina mantendría su última oferta y podría intentar cerrar el canje con quienes adhieran y dejar para una segunda instancia de negociación a los grupos más agresivos.

Como elemento a favor, los analistas consideran que la diferencia no es tan marcada como para que quienes queden afuera corran a iniciar juicios, porque además no se trata de fondos buitres, es decir aquellos especializados en litigios, sino de "real money".

Entre los bonistas, en tanto, existe la expectativa que el presidente Alberto Fernández tome más intervención en el asunto y pueda lograr un acuerdo. Los próximos días serán, en este sentido, claves.

Los empresarios siguen con particular atención el tema. El saliente presidente de la Bolsa de Comercio, Adelmo Gabbi, reconoció a Data Clave que el sector privado tal vez esté más interesado en un acuerdo y recordó que las grandes empresas tienen que refinanciar unos 11.000 millones de dólares de deuda externa.

Se puede revertir la decadencia  

Los fríos números muestran con claridad las dificultades de la coyuntura:

- El producto bruto interno caería 12% en el año y la inflación rondaría 40% (consenso de los economistas).

- La pobreza ya llegó a 40,5% de la población a fin del primer semestre (econometrista Martín Rozada).

- Por primera vez en mucho tiempo el salario formal cayó en valores nominales (1%) y retrocedió 3,3% interanual en el segundo trimestre. La pérdida para los trabajadores en negro sería mayor a 4% (Ecolatina).

- La caída prevista para la inversión en el año llega a 35% y del consumo a 9% (Ecolatina)

- La inflación en los últimos meses del año superará el 4% mensual (Delphos)

La desocupación podrá llegar al 18% /20% (Martín Lousteau)

- Argentina tendrá el mismo ingreso por habitante que 1974 con una agravante: la riqueza estaba mejor distribuida  y la pobreza era solo del 4%. (Martín Lousteau)

- El déficit fiscal primario superaría los 7,5 puntos del PBI (Eco Go)

Cristina no retó a Alberto por la reunión con los empresarios

Desde una perspectiva más amplia, la crisis actual corona un largo proceso de decadencia de la economía. Hasta los años 40, la Argentina se encontraba entre los diez países con mayor ingreso por habitante. Desde entonces se pierden posiciones hasta llegar a cerca del puesto 70 (según Libertad y Progreso), es decir bajamos a la mitad de la tabla.

La historia argentina reciente muestra un retroceso sostenido del ingreso por habitante sólo interrumpido en dos momentos, en la primera parte de los 90 y el comienzo de los 2.000. Y en ambos casos en circunstancias excepcionales como fueron el plan de Convertibilidad (un experimento que terminó mal) y el ordenamiento con un tipo de cambio extremadamente alto en el primer gobierno kirchnerista.

Precisamente por el valor del dólar pasa una de las clave para entender el recorrido de la economía argentina. Para explicar el proceso de expansión y caída – que termina dando como resultado una curva descendente – los economistas Pablo Gerchunoff y Martín Rapetti explican que "el conflicto surge de la inconsistencia entre las aspiraciones económicas arraigadas en la sociedad y las posibilidades productivas de la economía".

Dicho de manera simplificada, los empresarios pujan por un tipo de cambio alto que permita competir con las importaciones y exportar más. Pero como la Argentina vende al exterior alimentos, el dólar caro supone también alimentos caros y por lo tanto reacción de los sindicatos por la caída del salario.

En última instancia, la economía nacional no ha logrado encontrar un dólar de equilibrio que evite que en algunos años, por el retraso del tipo de cambio, buena parte de los argentinos puedan ir a las galerías Lafayette en París y comprar de todo como si fueran jeques árabes y en otros, cuando el peso está muy devaluado, no puedan ni cruzar a Montevideo a tomar un café.    

Pero lograr este equilibrio no es nada fácil. Los empresarios dicen que "es imposible que la Argentina intente ser exitosa en los mercados internacionales cuando las exportaciones cargan con un 40% de sobrecosto estatal".

Desde ya que reestructurar el Estado es una tarea ciclópea, según coinciden los analistas. Basta señalar que en la actualidad, 21 millones de argentinos -prácticamente la mitad de la población- reciben alguna transferencia del Estado, según el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas.

"Al Gobierno no le quedará otra que hacer ajustes más impopulares en la historia del peronismo" reflexionaba un importante dirigente empresario, haciendo referencia al régimen previsional y laboral.

¿Son todos nubarrones? No necesariamente. Por ejemplo, "pese a todas las condiciones adversas, es muy importante la siembra de trigo" sostiene el presidente de una de las entidades del campo. Sectores como la maquinaria agrícola o la línea blanca han comenzado a recuperarse, al amparo de una mayor protección.

En suma "el país tiene en su ADN una vocación productiva, pero el tema es que nos pongamos de acuerdo en las reglas de juego" concluía un alto directivo de la UIA.

La duda que existe es si esta crisis tan profunda servirá para que distintas dirigencias (política, judicial, sindical, empresaria) para encarar transformaciones profundas, como por ejemplo: una reforma del sistema previsional que sea sustentable en el mediano plazo, una reforma tributaria que fomente el blanqueo y que incentive la inversión;  una modificación del asistencialismo por empleos y capacitación efectivas, entre otros aspectos.

Que la política comprenda y apueste a diseñar un Estado que ayude a la sociedad y no que sea una carga. (Hasta el momento y aún en medio de la crisis no han, salvo honrosas excepciones, aceptado ni un recorte en sus salarios).

Y, finalmente que el Poder Judicial decida que su rol es administrar Justicia, algo que al menos, para la gran mayoría de la sociedad es la gran ausente en los últimos 30 años.

"No quiero ver más que un ex presidente se refugie en los fueros parlamentarios o que vaya preso", decía un dirigente político resumiendo que esta situación es, quizás, el más claro ejemplo de la decadencia y debilidad de nuestra democracia.