La derrota electoral del 2019 fue por supuesto una bisagra en la vida política del expresidente Mauricio Macri. El golpe fue difícil de asimilar, por varios motivos: fue el único presidente en perder la reelección y en primera vuelta. Pero además, contra su acérrima rival y a quien buscaron enfrentar discursivamente y hasta en la práctica, Cristina Fernández de Kirchner.

Pero cuando parecía que su ocaso estaba marcado, la pandemia del coronavirus le dio una vida más. El aislamiento sanitario primero y luego la crisis económica -de la que en parte era responsable Macri- lo devolvieron a la arena política, de la que un poco por motu proprio y otro por descontento social, se había mantenido al margen.

No obstante, su vuelta a los primeros planos no fue tan bien recibida como él esperaba, al menos no desde la dirigencia política. En su ausencia, cobró gran relevancia el Jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, en especial durante el primer tramo de la pandemia del coronavirus. El choque de liderazgos fue evidente, tanto hacia adentro como en público. Macri manifestó en más de una oportunidad su desacuerdo por el salto de María Eugenia Vidal a la Ciudad. 

El refugio del exmandatario parece estar en el ala dura del PRO, que hoy comanda la presidenta del partido, Patricia Bullrich. Si bien lo reivindican aún algunos intendentes del conurbano, hoy varios de ellos sino todos, están embarcados en un proyecto propio o más cerca de Larreta.

"Lo que viene de acá al 2023 es cómo administramos lo que tenemos nosotros, que también tiene un jaque, porque no es fácil mantener la unidad", disparó Macri en diálogo con TN el lunes a la noche. Y agregó: "Lo hicimos y fue un éxito, ahora tenemos que fortalecer la unidad y no caer en que ambiciones individuales pongan tensiones en nuestro espacio. Está bien que algunos curas quieran llegar a papas o a obispos. Pero hay que hacerlo fortaleciendo la unidad".

En la misma sintonía, el expresidente apuntó: "Yo quiero ayudar a la construcción del nuevo liderazgo en Juntos por el Cambio. Nosotros necesitamos a todos los que están en el tablero de JxC. No podemos tener un proceso de selección interna que fracture Juntos por el Cambio. Hoy tenemos mucha gente, ahora tenemos que hacer la orquesta".

A priori, sus palabras suenan a un mensaje hacia adentro y no tanto como un peligro real de fractura. Entre líneas puede leerse a un líder cuestionado que reclama su lugar y juega la carta de sacar esos trapitos al sol -que los hay, como en todos lados- para marcar la cancha a futuro.

Está claro que tendrá una dura disputa para ocupar el liderazgo en los años que vienen. Incluso en sus últimas apariciones en campaña, tuvo un rol secundario. Fue muy marcado en actos donde Larreta lo llamó, lo saludó y prácticamente lo bajó del escenario. Todo un símbolo.

"Hoy quiero hacer lo que estoy haciendo. Falta mucho para 2023. No me gusta que me digan que no puedo ser o que debo ser", subrayó, en lo que ya es decididamente un dardo a los popes de Juntos por el cambio que reniegan de su presencia y lo quieren jubilar de las incursiones electorales. Y abrió el paraguas: “El desafío del cambio en Argentina es casi total. No lo puede hacer un líder sino un conjunto de dirigentes con el apoyo de la gente".


La “amenaza” radical

Si bien Macri parece haber asumido un rol por fuera de los cargos electivos, no hay que descartarlo de ninguna incursión dentro de dos años. Y allí, tendrá competencia en su propio partido pero también en una de las fuerzas que más se renovó y creció en el último tiempo: la Unión Cívica Radical. 

En el partido centenario son varios los que se anotan para pelear por el sillón de Rivadavia en el próximo turno electoral. El reverdecer de los correligionarios se fundamenta en una lavada de cara de la fuerza de la mano de figuras como Facundo Manes en la provincia de Buenos Aires y Martín Lousteau en Capital Federal. Pero también pide pista el gobernador de Jujuy Gerardo Morales.

En este sentido, desde la presidencia de la UCR a nivel nacional señalaron a Data Clave que "no hay ningún riesgo de fractura de la alianza". Y tiene sentido, más allá del desánimo por la estrecha victoria en la provincia de Buenos Aires, el resultado global es una contundente victoria de la coalición opositora por 8 puntos. Sería ilógico pensar en la ruptura del frente en las postrimerías de un triunfo.

Pero más allá de los nombres propios o de la intentona del radicalismo por liderar JxC, la realidad marca que lejos de fragmentar, lo que se impone es aumentar incluso el espacio. A futuro se debatirán la inclusión o no de los libertarios en futuras alianzas, pero seguir dividiendo no es negocio.

Esto no significa que no vaya a haber internas, más bien todo lo contrario: es casi un hecho que el radicalismo disputará con candidatos propios en cada punto del país y las ciudades. Pero siempre con los pies dentro del plato.