El terremoto electoral sufrido el pasado domingo 22 de octubre por Juntos por el Cambio tuvo fuertes réplicas en una de las patas principales que componen la coalición opositora que hoy, debido a los posicionamientos internos entorno al balotaje, atraviesa una crisis de la que será difícil reponerse.

Juntos por el Cambio llegó a estas elecciones siendo gobierno en poco menos de la mitad de los 135 municipios que componen la provincia de Buenos Aires. Pero la realidad cambió y el peso territorial se deshizo ante la avanzada de Unión por la Patria. 

Hoy JxC controla poco más de un tercio de los distritos, con una particularidad: el principal poder de fuego recae ahora en el radicalismo. La UCR siempre gobernó en más municipios. La balanza se inclinó en su favor en todas las elecciones. Pero ahora la diferencia es más notoria. No solo por la cantidad sino también porque el PRO cayó en bastiones de mucho peso regional como Lanús (tercera sección), Bahía Blanca (sexta), Olavarría (séptima) y, por el momento, en La Plata (octava).

En concreto, el partido amarillo arribó a estos comicios con 19 jefes comunales, un número que siempre fue variando de acuerdo al posicionamiento interno de algunos alcaldes. Sin embargo, perdió el control de siete distritos que podrían convertirse en nueve en caso de que el escrutinio definitivo de La Plata y Pinamar sea negativo

A la vez, sumó dos nuevos municipios. El concejal Marcelo Matzkin dio vuelta la elección y consiguió el apoyo subterráneo del actual jefe comunal Osvaldo Cáffaro, quien cayó en las PASO ante la diputada nacional Agustina Propatto. En San Isidro, el PRO se quedó con el único distrito del Conurbano que tenía el radicalismo. Como parte de una alianza con el vecinalismo, el dirigente Ramón Lanús será el nuevo jefe comunal.

Además de Lanús, Bahía Blanca y Olavarría, el partido amarillo cayó en Ramallo, Coronel Rosales, Patagones y Dolores. Pese a que hubo jefes comunales que utilizaron algunos mecanismos para intentar salvarse de la caída electoral que ya venían avizorando a nivel nacional y provincial, las derrotas locales también tuvieron su fuerte impacto hacia adentro.

Hoy el PRO quedó reducido a un partido que solo es gobierno en menos del 10 por ciento de los distritos bonaerenses. Un debilitamiento territorial que le quitará peso a la hora de salir a plantarse contra el ejecutivo bonaerense para hacer valer su voz.

El PRO enfrenta por estas horas su momento más duro. Una crisis interna que podría modificar por completo su estructura actual tras los resultados que arroje el balotaje. Las divisiones internas están a la vista. Y pese a que los jefes comunales prefirieron, por el momento, no tomar una postura, lo cierto es que el mapa interno sufrirá un cambio más allá de quien se lleve la elección presidencial. 

Hasta después del balotaje nada está claro. Están en duda los propios liderazgos del partido por lo que el ordenamiento seguro se dará de arriba hacia abajo, pero sin dudas el que tiene más para perder es Macri. Veremos cómo se da todo”, le cuenta a Data Clave un diputado bonaerense del PRO cercano a un intendente del partido amarillo.

Claro, la derrota no fue total. Por el contrario, el PRO logró mantenerse en Campana, Capitán Sarmiento, Mar del Plata, Junín, Lobos, Nueve de Julio, Pergamino, San Antonio de Areco, Tres de Febrero y Vicente López.