La división de “halcones” y “palomas” no cae del todo bien en las entrañas del partido fundado por Mauricio Macri. Dicen los opositores más aguerridos que plantear la interna en esos términos es “hacerle el juego al adversario”. De todas maneras, es imposible no percibir que hay existen dos posturas muy marcadas: los que proponen una “convivencia política” con el oficialismo y los más radicalizados. 

Patricia Bullirch, presidenta del PRO, había resultado perjudicada en el rearmado interno de la mesa ejecutiva del partido y se muestra ahora cada vez más cerca de otros dirigentes que comparten su forma de entender la actualidad argentina: Eduardo Amadeo, Hernán Lombardi, Federico Pinedo, Laura Alonso, Silvana Giudici, Gerardo Millman y Paula Bertol. “Somos un grupo de amigos de hace muchos años, con mucha experiencia política”, cuenta uno de los protagonistas.

La amistad de la que hablan se gestó en el congreso, en la época del denominado “Grupo A”, herencia legislativa de la crisis del campo y movimiento impulsor del Índice de Precios del Congreso para contrarrestar a un desprestigiado Indec. El kirchnerismo vivía su apogeo, allá por el 2011, y un bloque informal de la Cámara de Diputados mezclaba referentes de distintos espacios, unidos más por el espanto que por el amor.

Bullrich jugaba entonces para la Coalición Cívica, Amadeo no había terminado de soltar al peronismo y Pinedo ya militaba en las filas de Mauricio Macri. Algunos radicales huérfanos buscaban su lugar y el actual canciller, Felipe Solá, era otro de los líderes de aquel frente opositor. Las vueltas de la política. 

Pinedo, Bullrich, Amadeo, y Giudici en tiempos del "Grupo A" (2011).
Pinedo, Bullrich, Amadeo, y Giudici en tiempos del "Grupo A" (2011).

La base de ese Grupo A se convirtió, de un tiempo a esta parte, en el núcleo duro del macrismo más macrista. Hay un par de cosas que en una década no se modificaron: el espanto y el enemigo. Sumaron al exministro Oscar Aguad y algunos legisladores como Pablo Tonelli, Waldo Wolf y Omar de Marchi. Están decididos a afianzarse como la alternativa opositora de mayor confrontación. Atentos a cada paso en falso del gobierno, este grupo de “experimentados”, como ellos mismos se llaman, organiza encuentros virtuales con militantes y hasta encaró una aventura editorial. 

La semana pasada, por iniciativa de la ex titular de Enacom Silvana Giudici, se presentó vía zoom el libro “Juntos: ideas para el desarrollo y la libertad”. Se trata de una breve complicación de “conversaciones en cuarentena” en la que escriben los dirigentes antes mencionados. La propia Giudici hizo el trabajo de editora y participaron de la videollamada unas 500 personas. “Es con todos, pero juntos”, dijo al final Giudici, utilizando el eslogan de la última campaña del peronismo unificado. La referencia generó algunas risas. 

“Se que cada uno de mis compañeros trabaja para que el PRO y Junto por el Cambio vuelvan al gobierno”, arengó Bullrich durante la reunión. No se esquivó allí el tema de la “grieta” dentro del partido: “Hay momentos para dialogar y otros, como cuando se quieren llevar puestas las libertades, para poner un freno”, tiró la ex ministra de seguridad, que no tardó en volver a apuntar contra “un gobierno que insulta, que agrede, que habla de odiadores seriales y manda a silenciar a nuestro expresidente”.  

Carolina Estebarena en Twitter

Algunos representantes del “dialoguismo”, por su parte, empiezan a entender que las posiciones más extremas sirven para generar “cierto equilibrio” dentro del espacio. Comprenden que hay también un interés electoral: reconocen que existe una porción importante de la sociedad que se identifica con esas consignas y que también funcionan como un “contrapeso” ante los extremistas del kirchnerismo. “Al final no nos peleamos, nosotros también nos reproducimos”, bromea un líder político cercano a Larreta con algún antecedente peronista.