Se vendió como un encuentro nacional. Sin embargo, las ausencias dejaron a la vista un sinfín de diferencias internas. Un pase de facturas que obligará a barajar y dar de nuevo. Es que el encuentro radical en Mar del Plata no fue más que el cónclave de una corriente partidaria que busca posicionar a Gerardo Morales, su principal referente, al frente de una candidatura rumbo a las presidenciales de este año.

La frase del senador nacional, Martín Lousteau, fue la imagen de lo intentó ser y no fue: “El radicalismo más unido que nunca”, posteó en sus redes con el fin de graficar algo que, en los hechos, no pasó.

El presidente del comité nacional había participado a la tropa para poder comenzar a dar la discusión interna con el fin de acomodar los planes electorales del año y poner sobre la mesa algunas de las discusiones principales que hoy enfrentan las diferentes corrientes internas.

Dirigentes del radicalismo de todo el país nos reunimos en Mar del Plata para intercambiar ideas y establecer una agenda de trabajo enfocada en las necesidades de los argentinos. Tenemos un partido unido y fortalecido que escucha y trabaja para que nuestro país salga adelante”, resaltó Morales en su cuenta de Twitter.

Pero como contó este medio la foto de Morales y Lousteau no cayó bien puertas adentro y fueron muchos los que aún sin definir su presencia optaron por no viajar como una respuesta concreta al accionar de un presidente al que hoy se cuestiona por tomar decisiones que no representan a todos los dirigentes.

La ausencia del diputado Facundo Manes, el otro gran competidor interno en la carrera presidencial, ya le había bajado el precio al encuentro. Sin embargo, con el paso del tiempo se fueron agregando otros como los mendocinos Alfredo Cornejo (hoy enfrentado a Morales) y Rodolfo Suárez, el presidente del bloque de la UCR en la Cámara alta, Luis Naidenoff y su par, Carolina Losada como también el gobernador de Corrientes, Gustavo Valdés, una de las figuras más esperadas.

El cuestionamiento que se hace hoy puertas adentro del partido es que se está cediendo el liderazgo una vez más, como pasó en 2015. Y que en la demora de presentar el famoso programa y reforzar los candidatos propios hoy, lo que se esconde detrás es un plan de entrega en favor del PRO. El murmullo cada vez es más fuerte. Y la bronca crece sobre todo en los distritos donde los intendentes consideran que esa estrategia podría perjudicarlos en las PASO.

De ahí la necesidad, y también la duda, que tienen muchos de que sea Manes quien se ponga al frente de la pelea por la Provincia algo que, a la vez, favorecería las intenciones de Morales pero que por lo menos les daría un candidato de peso para fortalecer sus territorios. “Si logramos que Facundo baje tendríamos que tener otro candidato fuerte para la Nación y que todo no quede a mercede de Morales”, le asegura un jefe comunal a este medio.

Quien sí dijo presente ayer en la Costa Atlántica es el intendente de San Isidro, Gustavo Posse, que se pronunció en favor del encuentro. “Soy un convencido de que vamos encontrar soluciones en la medida que cultivemos la cultura del encuentro, en la medida que salgamos de la lógica amigo-enemigo, en la medida que sepamos construir el futuro en la diversidad y en el respeto”, expresó.

Lo cierto es que el encuentro quedó postergado en los hechos y la discusión interna de cómo será la estrategia para comenzar a dar la discusión frente a un PRO que les lleva cuatro o cinco meses de ventaja con los candidatos establecidos.