Aunque la principal fuerza opositora en la Argentina sabe que no debe mostrar fracturas, las voces fuertes del espacio muestran que hay distintas concepciones sobre cómo encarar la carrera hacia los comicios legislativos del próximo año. De un lado, los moderados, conformando un espacio “de centro”. Del otro, el ala dura encabezada por Mauricio Macri.

En un zoom de la Fundación Ecológica, Emilio Monzó pidió evitar la grieta y dejar de ser solo una fuerza opositora al kirchnerismo para erigirse como alternativa de gobierno. Al respecto, la presidente del PRO Patricia Bullrich dialogó en exclusiva con Data Clave y dijo que hay una radicalización en el Gobierno y que “si es para sostener modelos feudales” no existe posibilidad de diálogo  

Data Clave: Monzó dijo que desde la 125 está peleando “por esta maldita grieta” y que siente impotencia. ¿Cree que la construcción de poder en la Argentina se sigue dando a través de la polarización?

Patricia Bullrich: Me da la sensación de que en el oficialismo hay una tensión muy grande entre el Presidente y la Vicepresidenta. Es el cuarto gobierno kirchnerista, con la diferencia que en la cabeza del Ejecutivo no hay un Kirchner, y Alberto Fernández siempre supo que iba a ser el Presidente de una sociedad en la que conserva una parte minoritaria de las acciones. No veo una polarización, sino una radicalización del gobierno, una profundización de las políticas que llevaron adelante Néstor y Cristina, y que ahora ejecuta Alberto Fernández.

DC: ¿Una mesa sin líderes, con Macri como en la cabecera o una mesa redonda con muchos líderes para el Juntos por el Cambio que viene?

PB: El mayor legado que nos dejó Macri es el de tener un Presidente no peronista que culminó su mandato luego de décadas. Y además, logró una cantidad de votos muy importante, que hoy nos pone como una oposición de mucho peso, como nunca antes en la historia. Él tiene su lugar, tiene una voz muy importante, y también la tienen todos los actores que integramos Juntos por el Cambio. Es sano que haya diferentes posturas, porque eso nos fortalecerá para volver a ser un mejor gobierno.

DC: ¿Qué opina del surgimiento de nuevos espacios al interior de Juntos por el Cambio?

PB: Creo que Juntos por el Cambio debe lograr representar a todos los que nos votaron en 2019, y ofrecernos como una alternativa seria para con los que decidieron no confiar en nosotros. Vamos a seguir creciendo, y lo haremos dialogando en cada rincón de nuestro país, porque somos un espacio con una representación muy importante.

DC: Monzó dijo que "nuestro espacio debe respaldarse en los liderazgos de Horacio Rodríguez Larreta, Diego Santilli, Rogelio Frigerio, María Eugenia Vidal, Cristian Ritondo y Martín Lousteau". ¿Adhiere?

PB: Como te decía anteriormente hay muchos liderazgos, muy importantes, y es bueno que todos tengan su voz. Hablar de cada uno no es una discusión para este momento.

DC: Monzó dijo que se preparan más para ser oposición del kirchnerismo que alternativa de Gobierno. ¿Coincide?

PB: No lo escuché, pero creo haber respondido en la repuesta anterior.

DC: ¿Hay posibilidad de acuerdo entre las dos grandes fuerzas del país o las diferencias son irreconciliables?

PB: El diálogo debe darse a partir de una agenda que ponga a la Argentina en la senda del crecimiento y la modernización. Para que este diálogo exista esa agenda debe contener temas fundamentales como por ejemplo un pacto fiscal amplio, cambios de fondo en la regulación laboral y mejoras impositivas sustanciales para volver a generar inversiones y llevarle garantías a los empresarios, comerciantes y todos aquellos que quieran desarrollarse en una Argentina con una visión de futuro. El diálogo también debe estar sostenido en el respeto a las instituciones, en dotar de herramientas a la Justicia y en garantizar elecciones transparentes. Dialogar nunca es convalidar un modelo de sociedad alejada del progreso, maquillando cambios para que nada cambie de verdad. La intromisión con las telecomunicaciones a través de un DNU, o la ley de Teletrabajo, por citar dos ejemplos, son una muestra de la distancia que existe en el diálogo. Si vemos algunos de los proyectos que se votaron recientemente, teletrabajo o el decreto que atrasa 20 años en las comunicaciones. Pero dialogar no es firmar un cheque en blanco. Vicentín, la reforma Judicial, los 160 días de cuarentena, sólo por citar algunos ejemplos, son una declaración de hacia dónde quiere ir el Gobierno, y dista enormemente de lo que nosotros entendemos que necesita la sociedad Argentina. Nosotros somos dialoguistas por naturaleza, pero insisto con la misma idea: ¿Vamos a dialogar con el Presidente que se opone al memorándum con Irán o con el que lo avala? ¿Con el que llama a los empresarios a Olivos para generar un pacto o con el que busca expropiar empresas? ¿Con el que dice que quiere cuidar a los argentinos o con el que no se pronuncia tras la liberación de 4000 presos? ¿Es el Presidente que quiere una Corte Suprema como la que recibió y con la que estaba de acuerdo hace no mucho tiempo atrás, o el que disfraza una comisión y pone a Beraldi como juez y parte? ¿Vamos a dialogar con el Presidente que aprieta el acelerador y convalida la reforma judicial, horas después de que el pueblo argentino sale a la calle a decirle que está equivocado? Dialogar con una mirada desarrollista, sí. Dialogar para sostener modelos feudales, eso no es dialogar.

DC: ¿La intolerancia va ganando la carrera?

PB: La responsabilidad de la sociedad es muy importante. Mirá, cuando nosotros enviamos la reforma previsional al Congreso, siendo gobierno, recibimos como respuesta 20 toneladas de piedras. Nos dijeron de todo. Hoy, Alberto Fernández gira los DNU y le impide a los jubilados acceder a lo que se votó por ley. Y nosotros se lo hemos marcado, pero apelando siempre a la instituciones. Más que intolerancia veo a un Presidente sin hoja de ruta, y eso es preocupante porque la agenda es de Cristina Kirchner, y está muy alejada de lo que los argentinos necesitamos.