La primera entrevista que dio Mauricio Macri tras dejar el poder en diciembre trajo ruido afuera, pero sobre todo adentro. Quienes leyeron en clave política los mensajes que dejó en la charla con Joaquín Morales Solá por TN saben que anoche el ex Presidente buscó reposicionarse en un día caliente para el Gobierno, pero también pisar fuerte entre miembros de Juntos por el Cambio que van por otro camino en la construcción de la fuerza opositora.

Es el caso de Emilio Monzó, Rogelio Frigerio y Nicolás Massot, entre otros: el “grupo filoperonista”, según Macri, a quienes responsabilizó por “la falta de acuerdos que necesitábamos para transformar la Argentina”. Sabe que su virtual liderazgo como jefe opositor está cuestionado por algunos “propios” de antes y busca consolidar apego dentro del espacio. Dividir, restablecerse. Siente que el ala dura lo sostiene, pero que los adalides de la rosca lo pueden debilitar. La nueva estrategia asoma descifrable: una autocrítica ficticia que en realidad apunta al sector dialoguista al cual encomendó “la negociación política”, motivo del deterioro y de la caída de los consensos. Pero no es solo una táctica: en algún lugar, Macri está internamente convencido de lo que anoche hizo público.

Lo de Macri fue interpretado como un teledirigido: dijo que delegó el diálogo “en la Cámara de diputados como con los gobernadores”, lugares clave de la gestión Cambiemos ocupados por Monzó y Frigerio, que articulaban los vínculos con los principales actores de la oposición de ese entonces. Según cuentan, la posición de Macri ya se había dejado ver en algunas videoconferencias internas de la coalición.

En contraposición, dentro del espacio de Propuesta Republicana -que forma parte de Juntos por el Cambio- consideran que el verdadero problema fue la devaluación de la palabra y de la credibilidad de Macri a la hora de respetar acuerdos. Creen que primero se desligó de responsabilidades económicas y luego de las políticas y que de alguna manera se está desentendiendo de los cuatro años al frente del gobierno.  Al respecto, el diputado Sebastián Garcia de Luca dijo que “gracias a Monzó y Frigerio logramos tener las leyes más importantes y construir gobernabilidad” y además, que fueron ellos quienes hicieron puentes con Miguel Ángel Pichetto para que acompañara a Macri en la fórmula presidencial.

Los “filoperonistas” creen que en contextos de medidas impopulares tomadas por el Ejecutivo en los años macristas fueron Monzó y Frigerio quienes se pusieron al frente de arduas negociaciones con la oposición sin apelar “a la grieta como especulación electoral”, según expresó el propio De Luca en las últimas horas. En cambio, sostienen que en el discurso de Macri falta mencionar a Marcos Peña, a quien ven como el cerebro de la estrategia política y de las decisiones que llevaron a Juntos por el Cambio a la derrota en los comicios.

En tanto, dirigentes que llevan años en la coalición creen que “lo que dijo Macri va a generar movimientos internos”, por haber puesto en la línea de fuego a dirigentes de peso sin exponer a su ex jefe de Gabinete: “La presencia de Peña dificultaba las negociaciones”, cuenta un legislador de buena relación con el ex titular de la Cámara baja, quien también considera que a Peña se lo está protegiendo: es algo que viene observándose en las charlas por Zoom entre los referentes del frente. Sin embargo, existe la idea de que “Larreta va a contener a Monzó y a Frigerio” luego del embate del ex Presidente.

La rosca crece. Esa rosca que siempre ponderó Monzó y donde Macri encuentra argumentos para explicar el fracaso en la negociación política con otros actores. Pese a las fisuras, el bloque de los dialoguistas sigue dentro del espacio y apunta al surgimiento de nuevos líderes, alejándose del ala dura y más radical de la coalición. Sin hacer declaraciones públicas, Monzó y Frigerio ya advirtieron que la línea del mensaje de Macri no cayó bien, pero por ahora no parecen dispuestos a claudicar y buscan aliados que, desde adentro, ven al ex Presidente como el espejo de lo que no quieren ver.