La mañana trascurría con relativa normalidad. El Presidente había participado del acto donde presentó el proyecto de ley de promoción hidrocarburífera, flanqueado por gobernadores de provincias petroleras, Axel Kicillof, Sergio Massa y los ministros de Economía Martín Guzmán y de Desarrollo Productivo Matías Kulfas.  

Tras las reuniones mantenidas durante el martes, incluida la cena en Olivos entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner, todo hacía suponer que la tensión entre los diferentes espacios de la coalición gobernante provocada por la derrota electoral del domingo pasado, había aflojado. Y que todos los dirigentes del Frente de Todos ponían proa hacia el 14 de noviembre, con el objetivo puesto en revertir el resultado adverso.

Tras renuncia masiva de funcionarios kirchneristas, gobierno hace control de daños y busca descomprimir tensiones

Fue entonces cuando estalló la bomba. Pocos minutos antes de las 14, el ministro del Interior, Wado de Pedro, comunicó formalmente que su renuncia estaba a disposición del presidente. Detrás del titular de la cartera política, comenzaron a sucederse los anuncios de otras dimisiones, todas relacionadas con funcionarios y funcionarias que responden a la vicepresidenta: la titular del PAMI, Luana Volnovich, la de la ANSES, Fernanda Raverta, el ministro de Justicia, Martín Soria y el de Ciencia y Tecnología, Roberto Salvarezza, tomaron la misma decisión. Más tarde se conocieron las del ministro de Medio Ambiente, Juan Cabandié, el presidente de Aerolíneas Argentinas, Pablo Ceriani, el titular de la ACUMAR Martín Sabattella y el ministro de Cultura Tristán Bauer.

Esta mañana, la ministra de Gobierno bonaerense, Teresa García, dijo por radio que todos los altos funcionarios de la provincia habían puesto sus renuncias a disposición del gobernador Kicillof, presente en el acto en Casa de Gobierno.

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Las especulaciones que surgieron fueron varias. La evidente disconformidad del ala kirchnerista ante la confirmación del gabinete por parte del primer mandatario, fue el detonante de la reacción en cadena. Lo curioso -y a la vez difícil de comprender- es por qué tras una jornada donde los principales dirigentes del espacio parecieron haber llegado a una tregua, con la mira puesta en revertir el resultado electoral adverso de las PASO, se desató esta crisis de gabinete que debilita al gobierno y deja a Alberto en una posición de extrema incomodidad.

Cuando el lunes almorzaron en Casa Rosada con el presidente, Cafiero, Gabriel Katopodis y Juanchi Zabaleta también le hicieron saber al mandatario que tenía sus renuncias a disposición, dejaron trascender desde los despachos cercanos a la Jefatura de Gabinete. También hizo lo propio Jorge Ferraresi, titular de la cartera de Infraestructura y Vivienda. "Esos son gestos que siempre se esperan tras una derrota como la del domingo, pero mandar una carta y jugarla en los medios, es otra cosa, parece una maniobra acordada para generar una reacción y forzar una crisis política", aventuraron las fuentes consultadas por Data Clave.

Desde el otro lado del biombo que separa a los dos sectores en pugna, insisten con la necesidad de "depurar" el staff ministerial y, puntualmente, piden la cabeza de Cafiero, Guzmán, Kulfas y Sabina Frederic. "Cayó muy mal que Alberto confirme el gabinete sin consultarnos antes", afirmaron desde La Cámpora. El tono desafiante de las fuentes plantean que el presidente "no tiene base de sustentación territorial, ni cuadros como para mover una elección" y que "si se quiere medir, que se presente en internas, a ver quién gana".

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A media tarde, Alberto convocó a todos sus ministros y ministras para una reunión de urgencia donde se esperan definiciones inminentes. Sobre el filo de las 17, llegó el titular del Yacimiento Carbonífero Río Turbio (YCRT), Aníbal Fernández, un nombre que sonó recurrentemente ante cada conflicto interno como una posible convocatoria.

Las febriles versiones de último momento plantean que una salida posible a esta crisis política sería que Massa asumiera en lugar de Cafiero y a partir de allí pueda iniciarse el recambio en el resto de las carteras cuyas cabezas son objetadas por el kirchneristas. También hay otras fuentes que plantean una posible reestructuración integral del gabinete, con la creación de una súper cartera, que incluya el control de la gestión económica a manos del actual titular de la cámara de diputados.

Pero se trata, por ahora, solo de rumores. Todo suena extremo, errático, propio de un frente que se esforzó hasta el domingo por mostrar una unidad que, evidentemente no era tal. Sabido es que las derrotas magnifican las diferencias y promueven las rupturas.