Con un salto de hasta 20%, la suba de los dólares paralelos ya había causado alarma durante junio. Pero en la primera semana de julio, la dinámica del dólar "contado con liqui" (que usan las empresas para transferir divisas al exterior) y el blue estalló por los aires tras la renuncia del ministro de Economía, Martín Guzmán, la crisis política y económica que se aceleró ante su salida, y, finalmente, el arribo de Silvina Batakis al Palacio de Hacienda: en tan solo 5 días estos tipos de cambio registraron el mismo incremento que en los 30 días previos, y la brecha cambiaria superó el 135%, el nivel más alto en 40 años, lo que empieza a espiralizar las expectativas de una mayor devaluación de la cotización oficial.

El dólar financiero superó lo $300 el último viernes, mientras que el informal llegó a $273, tras tocar los $280 el lunes 4 de julio, en un escenario de mayor emisión de pesos por parte del Banco Central para financiar el déficit del Tesoro, y recomprar la castigada deuda en moneda local atada a la inflación, junto un cepo cambiario más duro (¿se extenderá al turismo?) que, por ahora, no le permite al BCRA sumar más reservas (la semana pasada vendió u$s550 millones, ante la firme demanda para cancelar pagos de energía).

Así fue como la inestabilidad política y financiera se trasladó rápidamente a la economía real: en diversos sectores (desde alimentos, productos de limpieza, electrónica, construcción, papel, por mencionar algunos) se frenaron las transacciones, se aplicaron remarcaciones “preventivas” de hasta 30%, o se realizaron ventas con precios a definir.

“La primera semana de Batakis fue de incertidumbre, subieron las expectativas de devaluación y el dólar paralelo subió con fuerza. Se trasladó parte a precios. Las expectativas están desancladas”, describió el economista Fernando Marull, de FMyA, quien proyecta “un escenario base de ´estanflación´ (estancamiento de la economía con elevada inflación) en el segundo semestre, pero sin devaluación del dólar oficial”.

Por su parte, desde Delphos Investment consideran que “la alta emisión, las disrupciones en la oferta de importaciones y una incertidumbre cambiaria creciente están aumentando aún más los riesgos de ingresar en una estanflación, con una nominalidad todavía más alta y con una caída en el nivel de actividad”.

Según estimaciones preliminares de la consultora Seido, que difundió un informe de GMA Capital, la inflación de la primera semana de julio apunta a 2,5%, mostrando una aceleración significativa desde el registro de 1,3% de la semana previa. Pero lo más peligroso es el recalentamiento de la inflación núcleo (aumento general de precios que tiende a sostenerse a largo plazo, en contraposición de las variaciones que se relacionan a factores más vinculados a la coyuntura, como precios regulados, o estacionales), desde 0,04% al 2,4% semanal.

Así, la inflación mensual (promedio móvil de 4 semanas) se aceleró desde 5,8% hasta 6,3%. Y la núcleo cambió la marcha desde 4,2% a 4,3% mensual.

“La aceleración de la inflación, que Seido ya proyecta en 8% para julio, con mercados paralizados, precipitaría indefectiblemente una recesión. Se da, por lo tanto, una paradoja: el ajuste contractivo de una devaluación, tan diferido por la política, ya está ocurriendo de la mano del mercado, pero de forma desordenada y caótica. El dólar mayorista a $126 perdió tracción como ancla de los precios, pero el Gobierno es el único que no se dio cuenta”, advirtieron desde GMA Capital.

Mientras tanto, un informe de la consultora LCG reveló que la primera semana de julio cerró con una inflación de 2,5% en alimentos y bebidas, acelerándose 2,05 puntos porcentuales respecto de la semana anterior. Así, este rubro presentó una inflación mensual de 5,4% promedio en las últimas 4 semanas. Los aumentos más importantes se registraron en productos lácteos y huevos (6,5%); panificación, cereales y pastas (4,9%); y azúcar, miel, dulces y cacao (3,3%).

Antes de irse, el exministro de Economía Martín Guzmán tampoco había logrado calmar las expectativas inflacionarias. En la última semana de junio el Banco Central recibió -una vez más- por parte de analistas privados un empeoramiento sobre la proyección de los precios para 2022: según el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) de junio a fines de diciembre la suba de precios acumulada sería de 76%, 3,4 puntos superior a la esperada un mes antes.

Este es el resultado promedio del total de 38 participantes del REM que elabora el BCRA, entre quienes se cuentan 26 consultoras y centros de investigación local e internacional y 12 entidades financieras (las evaluaciones fueron realizadas entre el 27 y el 30 de junio tres días antes de la dimisión de Guzmán). El panorama se torna más complicado cuando se tiene en cuenta al TOP-10 de consultoras en cuanto a proyecciones certeras: para ese grupo la inflación promedio esperada es de 79,2%.

Sin embargo, con la turbulencia financiera del inicio de julio, y los efectos en la economía real, los pronósticos se vuelven más dramáticos. Algunos analistas ya están proyectando un piso de 7% para julio (desde un 5% previo) y una cifra cercana al 90% para todo 2022.

Ahora bien, la pregunta del millón es si el Gobierno se va a asustar frente a una brecha que ya superó al 135%. Las veces anteriores que ocurrió esto, la reacción fue subir tasas en octubre de 2020 y apurar un acuerdo con el FMI que venía lento (noviembre/diciembre de 2021).

“El problema es que ahora el susto no se arregla con unos puntos de tasas, aunque claramente ayudaría que la tasa sea percibida como menos negativa o incluso positiva en términos reales. Para reconstruir credibilidad es necesario que se den señales de coordinación política que no parecen ser naturales en ninguno de los jugadores clave”, opinaron desde Econviews.

Por lo pronto, el último viernes la vicepresidenta Cristina Kirchner bajó los decibeles frente a sus últimas exposiciones públicas. "No voy a revolear a ningún ministro", dijo desde El Calafate, en un discurso en el que centró sus críticas a Guzmán, y esta vez, le dio un guiño al jefe de Estado: "Me parece un acto de inmensa ingratitud al Presidente. Este presidente había bancado a ese ministro de Economía como a nadie, enfrentándose inclusive a las propias fuerzas de su coalición. ¿Se merecía esto? Debo decirlo porque creo que los argentinos tenemos que empezar a hablar claro entre nosotros".

En tanto, el presidente Alberto Fernández volvió a referirse el último sábado en Tucumán sobre la necesidad de "bajar el déficit paulatinamente", y adelantó que se tomarían medidas para frenar el aumento de precios. En efecto, el domingo el jefe de Estado mantuvo una reunión en Olivos junto a Batakis. Se esperan anuncios inminentes, antes de que el INDEC de a conocer el próximo jueves el dato de inflación de junio, que según el REM, será de 5,2%, un guarismo que está en línea con el IPC porteño para este mes (5,1%) conocido el viernes pasado.

La cifra oficial se conocerá un día después de que la flamante ministra de Economía sea testeada directamente por el mercado, en la primera licitación de deuda en pesos que llevará adelante su gestión.