Desde el jueves pasado cuando se anunció la creación de un “Super Ministerio” de Economía a cargo de Sergio Massa, la cotización del dólar "blue" bajó casi sesenta pesos, al igual que la tasa de Riesgo País. Sin embargo, el Banco Central debió vender US$ 520 millones de sus menguadas reservas.

Massa asume en un complejo panorama, con una inflación mensual que osciló entre el 7,5 y 8 % en julio, que proyecta, por los aumentos ya acordados, el 5% en agosto, y entre 75 y 80% para fin de año, y deberá enfrentar pagos de deuda por $ 650.000 millones este mes.

Pero además, tendrá que lidiar con las metas acordadas en marzo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para que le permita refinanciar la deuda de US$ 44.000 millones que mantiene con ese organismo, y otros US$ 2.400 millones con el Club de París.

Argentina se comprometió con el FMI de hacerse de reservas por US$ 5.000 millones para fin de año, y apenas cosechó US$ 595 millones con 10% más de liquidación de exportaciones del sector agrícola.

Esos escasos dólares son los que hicieron que el Banco Central aplicara a durante el sexto mes mayores restricciones a las importaciones de insumos, por lo cual el sector industrial sumó dos caídas consecutivas en su nivel de actividad, mayo y junio, antes del descalabro cambiario de julio, según destacó la consultora FIEL.

Massa llega al Palacio de Hacienda luego de que el 2 de julio el ministro Martín Guzmán dejara ese lugar, y que su sucesora, Silvina Batakis, estuviera apenas 25 días al frente de la cartera en la que trató de llevar adelante, de manera infructuosa, una política de ajuste fiscal que lleve al déficit al 2,5% del PBI, tal lo pactado con el Fondo y redujera las expectativas inflacionarias.

El ex titular de la Cámara de Diputados, y uno de los integrantes de la triada que conforman la coalición de Gobierno, no pudo asumir ese 2 de julio porque no estaban dadas las condiciones. Ahora, ha logrado fusionar con Economía a los ex ministerios de de Desarrollo Productivo y al de Agricultura Ganadería y Pesca, y aunque no pudo poner “un pie” en la AFIP, logró colocar al vicepresidente en en la entidad que regula la política monetaria.

Sin embargo, el líder del Frente Renovador no logró llevar con él a sus principales asesores. Martín Redrado, quien pregona tener un conjunto de medidas para sacar al país del estancamiento, se quedó de “luna de miel” en Italia. Marco Lavagna no quiso hacerse cargo de la Secretaría de Política Económica, virtual viceministro de Economía, y continúa en el Indec.

Tampoco lo acompañaron Gabriel Delgado -en el rol de ministro de Agricultura al menos que Massa imaginaba-, o Miguel Peirano, como responsable de la secretaría de Industria. Nadie sabe qué va a pasar en el frente fiscal, lo que terminó derrumbando a Batakis.

Como sea, antes de asumir, ya comenzaron los “pedidos”. Como la del presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA) Daniel Funes de Rioja, quien apuntó a la necesidad de que con la llegada de Massa a Economía "existan políticas de Estado, no para los próximos meses”, sino un conjunto de iniciativas “que tengan horizonte, que den previsibilidad a la inversión, y al crecimiento".

O desde los propios gobernadores peronistas, como el cordobés, Juan Schiaretti quien pidió "eliminar las retenciones al agro y el cepo a la carne", además de reiterar el reclamo por el "aumento de hasta el 20% en el corte de los biocombustibles".

En este contexto asume Massa, en búsqueda de un plan económico que pueda poner en orden la macroeconomía, pero a la vez, que no dañe el ya deteriorado tejido social con casi la mitad de su población económicamente activa sumida por debajo de la línea de pobreza. Buena parte del destino del Frente de Todos se juega en los próximos sesenta días. Y de la Argentina también, lo que no es poco desafío para un hombre que sueña con llegar a la presidencia en 2023.