El anuncio de principio de acuerdo por la deuda entre Argentina y el FMI el pasado 28 de enero despejó el gran temor del mercado, de entrar una vez más en default, esta vez con un organismo internacional. Hasta ese momento el mercado no paraba de cubrirse en dólares, y deshacerse de los bonos argentinos, ante la eventualidad del peor escenario. Así, el dólar financiero llego a cruzar la barrera de los $230, el blue alcanzó su máximo nominal de $223,50; y el riesgo país se acercó a los 2.000 puntos; mientras el Banco Central perdía en dos semanas casi U$S 350 millones de sus reservas para regular la oferta y demanda en el mercado de cambios.

Si bien días más tarde salieron a la luz las tensiones internas dentro del oficialismo, con la renuncia de Máximo Kirchner a la presidencia del bloque del FDT en la Cámara de Diputados, que le imprimieron dosis de incertidumbre al necesario aval del Congreso para que el acuerdo sea formalizado, el mercado sigue apostando a que la fumata blanca aparezca antes del 22 de marzo, el “deadline” para evitar caer en un incumplimiento con el organismo (ese día vencen unos U$S 2.850 millones).

En efecto, en estas dos semanas, se estabilizaron las expectativas y hubo una descompresión generalizada en el plano financiero: el dólar CCL cayó casi $20, la brecha se redujo en unos 20 puntos, los bonos en dólares rebotaron más de 5%, las acciones medidas en dólares (CCL) treparon 11% en promedio.

Esta fue la primera reacción a un principio de entendimiento. Ahora bien, ¿qué podría pasar finalmente en el terreno de las inversiones si el acuerdo con el FMI viera una plena luz verde (con el apoyo del Congreso y el Directorio del Fondo)?

La titular del FMI, Kristalina Georgieva y Martín Guzmán, ministro de Economía

El mercado ya comienza a ponderar algunos activos financieros por sobre otros, a partir de los objetivos planteados en el principio de entendimiento. A saber: un progresivo ajuste del déficit fiscal (que contemple una reducción de los abultados subsidios energéticos), tasas reales positivas (que le ganen a la inflación, algo que hace rato no sucede), acumulación de reservas, aceleración de la suba del dólar oficial -sin salto abrupto- (ya en la última semana, el BCRA convalidó la mayor devaluación del peso en un año), y la consecuente compresión de la brecha.

Bonos en pesos

Para Nery Persichini, Jefe de Estrategia de GMA Capital, si el BCRA persiguiese el objetivo de una tasa de interés que le gane a la inflación, los grandes beneficiados serían los títulos a tasa variable. Para esto, la autoridad monetaria deberá subir nuevamente la tasa, algo que podría concretarse una vez que se conozca el próximo martes el dato de inflación de enero (para empatar al costo de vida, la tasa de política monetaria debería ser de al menos 48% TNA, es decir unos 800 puntos más que hoy). Si ello se concreta, los ahorristas tendrían más incentivos para colocar plazos fijos, y eventualmente dejar de mirar al dólar en el corto plazo. “La curva que mejor captaría un aumento en el costo del dinero es la de títulos que ajustan por tasa variable. Hablamos de instrumentos en pesos que pagan cupones trimestrales condicionados a la BADLAR más un spread. Por liquidez, las 3 curvas más relevantes son la soberana y las de los créditos de Ciudad de Buenos Aires y Provincia de Buenos Aires”, analiza Persichini.

Por otro lado, la aceleración del crawling peg (microdevaluaciones progresivas) motorizaría los bonos en pesos dollar linked (ajustan por devaluación). En ese sentido, Persichini dice que algunos títulos de este subsegmento “se encuentran con puntos de entrada atractivos”: menciona alternativas como el TV22, que vence en abril, y que rinde -1,9%, cuando hace apenas 2 meses llegó a tener una tasa de -15,7%.; en tanto la yield to maturity del T2V2, con vencimiento en noviembre, avanzó hasta -3,9% (desde -10%, que marcó su mínimo a fines de enero; y finalmente, la tasa del TV23, que madura en abril de 2023, trepó hasta -1,6% (desde -6,4% de hace 3 semanas).

Para José Echagüe, estratega de Consultatio, “el escenario de salto cambiario que vinimos sosteniendo para el primer trimestre del año perdió fuerza, gracias a la suba extraordinaria que tuvieron los precios de materias primas en las últimas seis semanas, debilitando el atractivo de futuros y bonos dólar linked”.

En tanto, los bonos CER (ajustan por inflación), que fueron los grandes ganadores en 2020 y 2021, podrían tener buenas perspectivas ante un traspaso a precios del mayor ritmo de devaluación y el aumento estipulado de tarifas energéticas, pero su potencial de suba podría verse limitado ante un escenario de suba de tasas reales, advierte el Jefe de Estrategia de GMA Capital.

Por su parte, Matías Waitzel, asesor financiero en IEB, dijo a Data Clave que “dentro de la curva de pesos, preferimos los bonos CER, ya que a nuestro escenario base de suba de tarifas -que tendría impacto directo en la inflación- bonos como el TX22 o las LECER se ubican dentro de nuestros títulos preferidos”.

De todos modos, en el escenario de cumplimiento del anuncio, “los bonos en pesos tienen mucho menos recorrido que sus contrapartes en dólares, dado que el Gobierno deberá buscar una porción mucho mayor de financiamiento a través del mercado de capitales o producir un ajuste fiscal mucho mayor, que no vemos hoy factible”, remarca Echagüe.

Bonos en dólares

Hiper castigados desde el canje con privados en 2020, los bonos soberanos en dólares se encuentran en valuaciones atractivas (niveles de precio y paridades muy deprimidas) , y constituyen una opción tentadora a partir del acuerdo con el FMI, sobre todo para aquellos inversores con un perfil de riesgo arriesgado. “Dentro de los hard dólar preferimos el GD35 y el GD41, dado a que su alto rendimiento actual (current yield) actúa como una buena cobertura ante la baja de precios por eventual volatilidad”, sostiene Waitzel.

Julio Calcagnino, analista de mercados de TSA Bursátil, remarca que “en la curva de Globales, las paridades se ubican entre 31 y 38, y el recovery value promedio observado entre 1998 y 2017 en reestructuraciones de deuda soberana en el mundo fue de 55% y 40”. Por ello, “es claro que la comunidad inversora cree que el acuerdo no logrará mejorar la capacidad de repago de la deuda en el mediano plazo y será necesaria una reestructuración más dura que el promedio”.

Sin embargo, las expectativas son dinámicas y Calcagnino considera que los perfiles de inversión agresivos “podrían beneficiarse de comprar títulos como el GD35 o GD38”. Dice que “si se ofreciera un nuevo canje similar en 2024 -cuando los títulos deberían comenzar a amortizar-, al planteado por el ministro Guzmán en los papeles, que fue cercano a los u$s55 cada 100 nominales, podrían verificarse retornos materiales”.

A su turno, Santiago Abdala, director de PPI, afirmó a este medio que “ante el acuerdo, y siendo más o menos optimista, los que más se van a re favorecer son los bonos 2038 y 2041, porque Argentina tendrá una mayor posición para poder pagar vencimientos en los primeros años hasta el 2023 / 2024”. Además, Abdala subraya que “deberían también beneficiarse por el fortalecimiento del nivel de reservas del BCRA”. En este contexto, proyecta que los bonos bajo ley local “deberían nivelar un poco más para arriba que los nominados por ley extranjera”.

Acciones

Ante el acuerdo con el FMI, el mercado también ve con bastante atractivo algunas acciones, sobre todo aquellas que tengan ADR (que coticen en Wall Street). “Hoy hay muy poca tenencia en manos de inversores del extranjero y ante cualquier driver positivo del avance del acuerdo en el Congreso o un avance en el cumplimiento de las metas trimestrales que propone el fondo, creemos que puede haber un upside interesante”, señala el asesor financiero en IEB.

Dentro de los sectores a posicionarse, Waitzel elige dos: por un lado, el sector bancario, que “ante el supuesto de que haya suba de tasas y los bancos empiecen a percibir tasas reales positivas, sus ingresos se verían beneficiados ampliamente. Dentro de este rubro preferimos Grupo Financiero Galicia y Banco Macro”.

También ve atractivo el sector energético, ya que “el ajuste que debe hacer el gobierno va a venir del lado de la quita de subsidios y suba de tarifa de las empresas energéticas, esto sin duda va a ser algo muy positivo para empresas como Edenor y Pampa Energía”.

En tanto, el analista de GMA Capital considera que los activos que más podrían beneficiarse del recorte de subsidios y el descongelamiento de tarifas, además de Pampa Energía y Edenor, son Transportadora de Gas del Sur y Central Puerto. Coincide Abdala que las acciones del sector energético y financiero son “las que más fácil deberían recuperar terreno”, por efecto de “una baja del riesgo país”.

Por otra parte, y ante una aceleración de la suba del dólar oficial, existe atractivo para posicionarse en lo que se denomina “acciones dólar linked”: papeles pertenecen a empresas cuya producción se destina principalmente a exportación y/o tienen parte de sus operaciones basadas en productos dolarizados.

En estos casos, Persichini destaca tres firmas que cotizan en BYMA: la productora de aluminio Aluar (el 70% de su producción se exporta a países como Estados Unidos, Brasil y Japón. Además, el precio del meta que fabrica se encuentra en niveles máximos en 14 años); la siderúrgica del grupo Techint, Ternium (es la mayor compañía productora de aceros en Argentina y líder de la industria siderúrgica en América); y la productora de cítricos San Miguel (más del 80% de sus ventas provienen de sus filiales en el extranjero: en Perú, Sudáfrica y Uruguay).