El ministro de Economía, Sergio Massa, esperó hasta último momento, el viernes, para pagarle al Fondo Monetario Internacional (FMI) los US$ 2.700 millones que debía abonarle en junio.

Se estima que para ese pago utilizó unos US$ 1.700 millones en Derechos Especiales de Giro (DEG – la unidad de cuenta) y otros US$ 1.000 millones en yunaes, del Swap que Argentina mantiene con China, un préstamo del cual no se conoce la tasa.

El detalle no es menor. Fue una muestra de que el ministro no quiere “dejar caer” el acuerdo, y enseguida anunció el envío de una misión compuesta por su negociador, Leonardo Madcur, y el secretario de Política Económica, Gabriel Rubinstein.

En un comienzo, allá por mayo, Massa quería que el FMI le adelante todos los desembolsos de este año, unos US$ 10.000 millones, no solo para pagar la deuda con el organismo, sino también para hacer frente a los pagos a acreedores privados e intervenir en el mercado cambiario.

Ahora, las metas parecen más modestas. El desembolso del organismo a favor de la Argentina llegaría US$ 6.800 millones en julio. No es todo lo que pedía el Gobierno, pero sí bastante más de lo que correspondía para este trimestre.

El tema es qué condiciones nuevas aceptaría el FMI. Está claro que el Gobierno no pudo, no supo, o no quiso, bajar el déficit fiscal de 2,5% del PBI a 1,9% como estaba previsto, tampoco acumular reservas, con una sequía que dejará US$ 17.500 millones menos de exportaciones, y mucho menos bajar la inflación.

En medio de este panorama, el ex representante argentino ante del FMI, Héctor Torres consideró que el organismo podrá modificar las metas pactadas con el Gobierno, pero no adelantarle dólares para intervenir en el mercado cambiario.

"Lo que percibo es que la negociación está empantanada fundamentalmente por el tipo de cambio. Ningún programa está escrito en piedra, todos se pueden y se tienen que adaptar a las circunstancias particularmente cuando no se deben al gobierno, como el caso de la sequía”, dijo Torres en declaraciones al programa “Es por acá” por Radio Milenium.

En este sentido, el economista consideró que el Fondo “está listo para adaptar o recalibrar las metas fiscales, obviamente ajustadas por la caída de las retenciones, las metas de acumulación de reservas, pero lo que me parece muy difícil que el directorio del Fondo vaya a aceptar que el gobierno pueda tomar dólares para comprar pesos en el mercado cambiario y mantener un tipo de cambio que el mercado sabe perfectamente bien que no se puede mantener”.

Para Torres, esto “no quiere decir que el Fondo no pueda adelantar una parte mucho menor de lo que el gobierno está pidiendo y permitir que una parte de eso se use en el mercado cambiario, pero no para evitar una devaluación que evidentemente es inevitable, sino probablemente para apuntalar un nuevo tipo de cambio”.

En Economía no quieren escuchar hablar de la palabra “devaluación”, pero barajan otras opciones, como subir la tasa del Impuesto PAIS y extenderla a todas las importaciones, y lanzar un “dólar maíz”. Todas las opciones están en juego en este momento.