La disponibilidad de divisas es escasa y las consecuencias de la guerra en Ucrania complicaron aún más la restricción externa de nuestro país. En ese marco, algunas empresas afirman tener cada vez mayores problemas a la hora de realizar importaciones necesarias para la producción de bienes, una situación derivada también de la fragilidad que dejó la crisis macroeconómica de 2018 y 2019. 

A pesar de que en 2021 hubo un superávit comercial de casi US$ 15.000 millones nuestro país no pudo acumular reservas en el Banco Central, en un año en el que no fue malo el resultado de importaciones (US$ 63.184 millones) teniendo en cuenta los problemas estructurales. El nuevo contexto internacional que desató el conflicto bélico en Europa resulta muy adverso por la suba de los precios internacionales de la energía, a pesar de que el alza de los commodities es positivo para las exportaciones. 

Durante el primer trimestre de 2022, el resultado entre las exportaciones y las importaciones fue de US$ 1.394 millones y sólo en marzo fue de US$ 279 millones, 66% menos que durante febrero. Sin embargo, el Indec indicó en su último informe que “si hubiesen prevalecido los precios del mismo mes del año anterior, el saldo comercial habría arrojado un déficit de US$ 223 millones”.

Actualmente, las reservas internacionales, según estimó LCG, se encuentran en US$ 8.000 millones, el doble de cómo comenzaron el año. “La suba obedece exclusivamente al aporte neto que significó el desembolso del FMI. No obstante, desde firmado el acuerdo las reservas netas cayeron US$ 600 millones”, agregó la consultora.

Preocupación empresaria

La preocupación que más crece es en las firmas industriales, que además enfrentan complicaciones internacionales derivadas de la pandemia como el caso de los altos costos de los fletes. Vale recordar que la producción creció 15,8% en 2021 luego de tres años consecutivos en baja.

La restricción externa es un problema histórico en nuestro país, que en los ciclos en los que la economía crece dificulta financiar las importaciones para sostener la producción. La crisis macroeconómica por el endeudamiento que comenzó en 2018, que se sumó a una situación previa no tan favorable, dejó las reservas del Banco Central bastante comprometidas ante los vencimientos de deuda. 

Desde la Asociación de Fábricas Argentinas de Componentes (AFAC) señalaron una mejora en la actividad, pero que “todo el sector autopartista, al igual que el resto del complejo automotor y actividades relacionadas, está atravesando una situación de fuerte incertidumbre debido a las limitaciones que dificultan el pago a proveedores en el exterior”

Ante esta situación, varias empresas autopartistas ya han consumido el cupo otorgado para el año y otras están próximas a agotarlo. “Esto generaría para las próximas semanas serias dudas sobre la capacidad de mantener el normal abastecimiento de la cadena productiva”, explicaron.

En su última reunión de Junta Directiva, la Unión Industrial Argentina (UIA) conversó sobre gestiones que se están llevando adelante junto al Banco Central, y el Ministerio de Desarrollo Productivo “en función de las problemáticas planteadas por los socios de la entidad”

Hace poco la autoridad monetaria decidió su integración al Sistema Integral de Monitoreo de Importaciones (SIMI) y dispuso que comenzaría a asignar una categoría (A y B) para las licencias de importación que define si las empresas pueden acceder o no a dólares a precio oficial en el Mulc. También se implementó una categoría para las firmas más pequeñas, que muchas pymes señalan con incertidumbre sobre su funcionamiento.

José Luis Ammaturo, Presidente de la Cámara de la industria Metalúrgica Argentina y miembro de la junta directiva de la UIA, dijo a Data Clave que están “más que preocupados” por las “trabas a la posibilidad de acceder a divisas para importar”. Y añadió: “Esto va a afectar a todos los rubros, nosotros tenemos que tener divisas para seguir produciendo, en un contexto internacional con precios en aumento. Todos los productos en Argentina tienen algún componente importado”.

Lobby contra impuesto a la “renta inesperada”

Según pudo saber Data Clave, el próximo lunes habrá una reunión entre la UIA, encabezada por Funes de Rioja, y el presidente Alberto Fernández. El encuentro servirá a la casa fabril para presentarle el “Libro Blanco” de propuestas de política industrial para sostener la recuperación. En esa reunión se abordará también la preocupación por las importaciones, inflación y, en particular, el impuesto que propuso el Gobierno a la “renta inesperada” que tuvieron algunas empresas por la pandemia.

Los representantes sectoriales y regionales de la junta directiva ya manifestaron su 
preocupación por la posible creación de una alícuota adicional dirigida a empresas de todo el país, por un posible “impacto negativo en la inversión, actividad y el empleo”. Para Ammaturo “la intención de subir impuestos genera más incertidumbre a las que ya hay, más gravámenes dificultan que los empresarios puedan pensar en invertir”.

Según explicó Martín Guzmán, el universo se enfocará en el conjunto de empresas que tenga ganancias netas imponibles altas superiores a los $1.000 millones en el año, “que en 2021 fue sólo el 3,2% de las compañías”. Además, se incluirá un criterio que establece que, si la renta inesperada se canaliza hacia la reinversión productiva, el monto de la contribución será menor.

Por su parte, la Asociación Empresaria Argentina (AEA) también apuntó contra la medida. Los señalamientos son similares a los que realiza la UIA. Por su parte, el Gobierno insiste en la necesidad de aplicar este gravamen, respaldado además por el FMI en el marco de un programa que exige una baja del déficit a 2,5% que podría dificultar por la suba mundial de costos de la energía y las erogaciones en subsidios.