La directora del Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional (FMI), Julie Kozack, y el jefe de la Misión para Argentina, Luis Cubeddu, arribarán este martes a Buenos Aires para dialogar con el ministro de Economía, Martín Guzmán, sobre la deuda que mantiene el país con el organismo. 

Son US$ 44.000 millones que desembolsó el Fondo entre junio del 2018 y mediados del 2019, como parte de un acuerdo por US$ 55.000 millones que había negociado en entonces presidente Mauricio Macri con la entidad crediticia. 

Guzmán recibirá a los funcionarios con algunos buenos resultados, y la promesa de que reducirá en el 2021 el déficit fiscal a 4,5 puntos del PBI, frente al 8 % con que terminará este año.

Pero además, el ministro de Economía podrá mostrar dos buenos resultados: la restructuración de la deuda con los privados, tanto la local como la emitida en el exterior, y la recaudación tributaria de septiembre, que por primera vez en el año, terminó por encima de la inflación interanual. 

Los economistas coincidieron hoy en que el futuro acuerdo con el Fondo el debate será en qué magnitud y plazo deberá hacerse ese ahorro. “En la práctica, el FMI no extiende plazos ni hace reestructuraciones. Hay que encarar una nueva asistencia basada en un programa acordado”, destacaron desde la consultora Quantum, que dirige el economista Daniel Marx

En este marco, lo más probable es que el Gobierno podría acceder a un programa Stand By (SBAs) que dura tres años, u otro de Facilidades Extendidas, hasta cuatro años, ambos con condicionalidades, y revisiones trimestrales. 

El acuerdo con el Fondo “puede servir, debido a que Argentina tiene una deuda importante, y su resolución le abre también el financiamiento de otros organismos multilaterales de crédito”, como el Banco Mundial o el Club de Parías, explicó Marx a Data Clave. 

Sin embargo, alerto a que “será una transición compleja. La resolución de la deuda es un primer paso, pero lo fundamental es que Argentina y su economía recuperen algún dinamismo que habían perdido ya antes de la pandemia”.

Marx no ve que "haya una contradicción” entre un eventual ajuste fiscal y el crecimiento de la economía: “Eso es una cuestión de que es primero si ‘el huevo o la gallina. Yo creo que a medida que la economía se va recuperando, se va reduciendo el déficit fiscal y con eso, en el caso de Argentina, se hace más estable”.

Desde Ecolatina, su director, Lorenzo Sigaut Gravina, apuntó a que “primero hay que bajar la incertidumbre sobre una de las grandes incógnitas que quedan, que es el desequilibrio fiscal y monetario”.

El economista consideró que el año próximo, con un rebote del 5 % de la economía tras una caída del 12% “tendrá una mayor recaudación de impuestos, asociada con la recuperación de la actividad, y se espera una reducción de gastos actuales ligados a la pandemia, lo que podría acelerar la convergencia fiscal”, algo necesario para negociar con el Fondo. 

Por su parte el presidente de YPF, Guillermo Nielsen, quien negoció con el organismo durante las presidencias de Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner, advirtió que “el Fondo siempre pone condiciones” a la hora de arreglar un préstamo, y pensar que ahora no lo hará “es un cuento de hadas”.

En declaraciones a Radio Con Vos, el ex secretario de Finanzas relativizó que haya un cambio abrupto de política a partir de la llegada de  Kristalina Georgieva al frente del organismo al afirmar que “el FMI siempre ha sido durísmo o duro”.

“Hay un espíritu de cuerpo en el FMI que se modifica poco a través del tiempo”, dijo Nielsen, quien sin embargo apuntó a que este es “un test muy importante porque (el de Argentina) es el préstamo más grande de la historia del Fondo y me parece que va a tener que mostrar particularidades”.