El Gobierno tiene el desafío de lidiar con un creciente descontento social ante la pérdida del poder adquisitivo, que viene heredada tambiénd el macrismo, frente a una inflación descontrolada. Tal es la situación que el ministro de Economía, Sergio Massa, recibió la primera movilización de organizaciones sociales en Plaza de Mayo, que derivó en un acampe, para exigir mayor asistencia en medio de la aceleración de precios. Mientras, se promueve un “reordenamiento” del gasto, que choca directamente con las intenciones de esos sectores. 

Así, Massa tuvo en su primera semana al frente de Economía, su primer reclamo por parte de los sectores más desprotegidos que este miércoles entregaron un petitorio a las autoridades de la cartera, previo a pasar toda la noche frente a la Casa Rosada y el Palacio de Hacienda. El referente del Polo Obrero, Eduardo Belliboni, aclaró que el pedido es por un bono de emergencia de $20.000

“El Gobierno lo implementó en mayo y junio y ahora no lo tiene en carpeta a pesar del agravamiento de la situación social", remarcó el dirigente en declaraciones a la TV Pública. Al ser consultado sobre cómo pasaron la noche, Belliboni contó que fue "muy fría", pero que trataron de que "no haya ningún chico" en el acampe.

En este marco, el Gobierno enfrenta restricciones presupuestarias para cumplir con la meta de déficit fiscal del 2,5% del PBI con el FMI. Massa instruyó a los demás ministros a cumplir con el crédito previsto en la última actualización del Presupuesto de junio, “ni un peso más” del que estaba pautado. El problema es que el gasto estaba contemplado con una inflación del 62% como techo mientras que el mercado la anticipa arriba del 90%. El resultado es un ajuste real en las partidas, que implica menor dinero.

Un ejemplo claro se vio con el bono a jubilados anunciado, que si se hubieran quedado solo con las subas previstas en la fórmula previsional hubieran perdido en las tres actualizaciones del año, por lo que el Gobierno dio refuerzos. En esta oportunidad, esto se financiará con la recaudación que dejará el adelanto de Ganancias de grandes empresas.

Por otro lado, el Indec dará a conocer este jueves el dato de inflación de julio, que en Economía anticiparon será un “shock” por un porcentaje que podría estar por encima del 7% mensual. Una fuerte aceleración. Los datos marcan una perspectiva preocupante para lo que queda del año y la expectativa oficial ya no es que los salarios ganen en 2022, sino que “empaten”.

Más aún, el organismo estadístico dio a conocer que los salarios registrados, teniendo en cuenta públicos y privados, tuvieron una caída del 0,4% real durante el primer semestre. La aceleración de julio y agosto preocupan en las organizaciones sociales y despachos oficiales porque esa tendencia puede profundizarse. 

En tanto, según dijo Luis Campos del Observatorio del Derecho Social de la CTA, los ingresos formales se encuentran en los mismos niveles de 2019. También resaltó que los privados están 20% por debajo de 2015 y los públicos 27% peor que en aquel momento. Resta saber cuál será el mecanismo para recomponer los salarios de quienes cobran entre $50.000 y $150.000, que fue anunciado por Massa en su primera conferencia de prensa.

En el caso de los sectores informales, muchos de los cuales formaron parte del acampe, la pérdida es más significativa. Sus ingresos se desplomaron 6,1% en el primer semestre, según la consultora LCG y desde el máximo de 2017 se observa un desplome del 35,3%.

Este sector suele tener como parámetro el salario mínimo, que a partir de agosto es de $47.850 que también sirve como referencia para programas sociales como el Potenciar trabajo que es la mitad de este haber. El Consejo del Salario, que componen sindicalistas y empresarios, se reunirá el próximo 22 de agosto para definir un nuevo incremento.

El monto del salario mínimo está apenas por encima de los $46.525 que requiere una familia de cuatro integrantes para cubrir sus necesidades mensuales de alimentación. Además, está muy por debajo de los $104.217 que requería el mismo hogar en junio para no ser pobre. Si el padre y madre de una familia tradicional cobran un salario mínimo cada uno no logran superar ese umbral.

La preocupación está puesta también en el precio de los alimentos. Un relevamiento de Barrios de Pie arrojó que la inflación en ese rubro fue del 11% promedio para el conurbano bonaerense. Los primeros datos de agosto dan que esa tendencia se mantuvo en niveles altos.

En ese contexto, Unicef afirmó ayer que más de un millón de niñas, niños y adolescentes en Argentina dejaron de comer alguna comida -desayuno, almuerzo, merienda o cena- por falta de dinero, una situación que también afecta a 3 millones de adultos. La encuesta arrojó también que la insuficiencia en los ingresos también generó una reducción del 67% en el consumo de carne y del 40% en la ingesta de frutas, verduras y lácteos.