El subdirector del Departamento del Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional (FMI), Luis Cubeddu; y la Jefe de la Misión Argentina, Ashvin Ahuja, volvieron a Washington después de estar un fin de semana en Buenos Aires y dejaron un mensaje: “los equipos técnicos seguirán trabajando en los próximos días con la intención de emitir un comunicado en conjunto con las conclusiones de la visita”.

Es decir, si uno ve el vaso “medio vacío”, no concordaron en la idea de levantar “el acuerdo que está caído” con el FMI, al decir del propio presidente Javier Milei.

Pero si uno quiere ver el vaso “medio lleno” el organismo no rechazó lo hecho por el nuevo gobierno y es más, adelantó que seguirá trabajando para lograr un “comunicado en conjunto” con las conclusiones.

Es que el ministro de Economía, Luis Caputo, no llegó con las manos vacías a la reunión. El viernes anunció que colocará un título en dólares por US$ 3.200 millones al Banco Central, para pagar los caso US$ 2.000 millones que le debe al FMI y otros US$ 1.600 millones a los tenedores de bonos que entraron al canje del 20202.

Esa cifra es equivalente a la que compró el mismo Banco Central en el mercado de cambios, luego de que el gobierno dispusiera un aumento del 180 % en la parida del peso con el dólar oficial.

Ahora debe cumplir con el plano fiscal, donde la situación es más difícil. Incluyó en el Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) la privatización de 41 empresas públicas, pero el destino de esa medida es incierta.

Milei ya dio algunas “señales” en ese sentido. No renovó 7.000 contratos que había en el concluido a fin de año, redujo en un 43% la estructura gerencial de Aerolíneas Argentinas, pero aún falta mucho para reducir el déficit fiscal.

Para eso, tiene que instrumentar lo que prometió en su campaña electoral: dejar que el Estado Nacional financie la obra pública y delegar a cada provincia y municipio que lo haga con un agente del sector privado y un contratista local, lo que no solo libra la contabilidad de la Nación, sino que abre el juego a varias entidades multilaterales de crédito, como el Banco Mundial, o el Banco Interamericano de Desarrollo, además de entidades privadas.