Cuando el ministro de Economía, Sergio Massa, aseguró ante los empresarios reunidos en el 58vo Coloquio de IDEA que “tenemos que volver a tener superávit gemelos” en el plano fiscal y comercial, “junto a un tipo de cambio competitivo y la acumulación de reservas”, la sombra de Roberto Lavagna, se hizo presente en el encuentro.

Es que el exministro de Economía de Eduardo Duhalde y de Néstor Kirchner acuñó con fuerza ese grupo de principios para ordenar una economía como la argentina, siempre propensa a tener problemas con el balance de pagos, y sus cuentas públicas. 

Pero tanto Massa, como Lavagna, quien también estuvo presente en el Coloquio, saben que el punto de partida de hoy, o eventualmente del 2023, es muy diferente al del 2002.

El primero, y no menor, la salida de la Convertibilidad se dio por una explosión de la de deuda que multiplicó por cuatro el tipo de cambio de por medio. Ese “trabajo sucio” lo hizo el entonces presidente Eduardo Duhalde y su primer ministro de Economía, Jorge Remes lenicov.

Es cierto que Lavagna tomó una “papa caliente”, los que estuvimos esos días por el Palacio de Hacienda sabemos que era “muy caliente”, pero “la bomba” le explotó en las manos a otros.

Massa y sus diferencias con Lavagna a la hora de conseguir “superávit gemelos”

¿Quién va inmolarse hoy con ese mega ajuste? ¿Alberto Fernández que busca su re-elección. Massa, que llegó al Palacio de Hacienda luego de breve interregno de Silvina Batakis y porque el kirchnerismo se asustó cuando el dólar llegó a $ 350 y se paralizó el comercio tanto local como con el exterior?.

Además, en el 2002 comenzó un ciclo de aumento de los precios de las materias primas que se extendió por siete años y que permitió el crecimiento no solo de Argentina sino  de toda la región. Hoy, si bien los precios son buenos, no lo son tanto como en ese momento.

Habrá que recordar también que el crecimiento “a tasas chinas” que comenzó con Duhalde se hizo sobre la base de un país que había recibido las innovaciones en infraestructura de la década del 90’ (internet, autopistas, puertos, energía, telefonía, etc) y que hoy luce desahuciado en cada uno de esos puntos.

También, en esos años, la carga impositiva era de 25 puntos del PBI y hoy es casi del 40. En medio de este panorama que parece desalentado aparece el factor fundamental. “Somos un país de oportunidades para inversores”, como en el caso de Vaca Muerta, cuyas exportaciones podrían equilibrar la balanza comercial y, con suerte, la de pagos.

 Y ahí surge otro gran interrogante ¿por qué alguien vendría a poner un peso acá? En tres años del gobierno de Alberto Fernández no pudo hacer un caño. Es más, cuando se licitó el gasoducto Néstor Kirchner terminó con la renuncia de un ministro, Matías Kulfas, y del encargado de la obra, Antonio Pronsatto.    

Massa y sus diferencias con Lavagna a la hora de conseguir “superávit gemelos”

Además, parece que hay que explicar lo obvio, que en los negocios se pone dinero para poder luego retirarlo, y acá, las restricciones al movimiento de capitales hace eso casi imposible.

Sumémosle a esto la propensión de nuestros gobernadores, intendentes y hasta legisladores de seguir ampliando la dotación de personal a un sector público que cada vez brinda peores servicios, en un país que hace 11 años que no crece.

¿Dejarán todo eso de lado porque se dieron cuenta que el modelo se agota o seguirán haciendo cosas, como una reforma judicial, para poner juzgados para darle trabajo a sus familiares y/o amigos?.

Y eso solo en la economía. Ni qué hablar de los intentos de reformar el Poder Judicial, o directamente la Constitución. Como dijo el presidente de la Corte, Horacio Rosatti, en la Carta Magna “están las soluciones, solo hay que cumplir” con lo que está escrito.

Massa siempre se apoyó en Lavagna. Lo tuvo como “hombre de consulta” en su intento de ser presidente en el 2015, y hoy varios hombres del equipo del exministro integran el suyo.

La intención de lograr equilibrio fiscal, comercial, no atrasar el tipo de cambio y acumular reservas suena como ejes rectores para una recuperación. Hay esperanzas, pero el punto de partida es hoy mucho peor al del 2002.