Las palabras son distintas, pero el sentido es el mismo: “se llegó a un techo” en la recuperación económica, o se “agotó” ese proceso que comenzó en mayo y junio. Incluso el diagnóstico es similar, el nivel de actividad se ubica por debajo del 20 de marzo, cuando comenzó la cuarentena para combatir el Covid 19. 

Desde una “mirada” vinculada al desarrollo, el Instituto de Trabajo y Economía (ITyE) de la Fundación Germán Abdala, apuntó a que tanto el consumo, la producción industrial como la actividad económica, mostraron que en agosto “se llegó a un techo de recuperación económica”.  El Indicador Mensual de Actividad (IMA) del ITyE registró en agosto una caída de 9,3% interanual y solo creció 0,6% respecto a julio. Con todo esto, el nivel de actividad alcanzado “continúa por debajo de los niveles pre pandémicos pero que al mismo tiempo no solo se frena, sino que parecería estar descendiendo”, advirtió el ITyE. 

Desde un punto de vista más ligado a la ortodoxia, la consultora de Orlando Ferreres y Asociados alertó sobre una caída interanual del 8,5% en el nivel general de actividad para agosto, con una suba del 1,6% en relación a julio. En el informe, la consultora señaló también que durante agosto la actividad económica continuó mostrando “una tibia recuperación del desplome de abril”, aunque “el nivel de actividad continúa sensiblemente por debajo del registrado en el mes previo al inicio de la crisis, aún considerando que tanto 2018 como 2019 fueron años recesivos, con retracción del producto”. 

Entre ellos se podría colocar el Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF), donde sus economistas, Nadin Argañaraz, y Bruno Panighel, advirtieron que “el rebote parece haberse agotado a mitad de camino. La actividad se recuperó (en términos mensuales) 9,4% en mayo y 7,5% en junio, para solo rebotar 1,1% en julio”, expresaron. 

Para el IARAF el estancamiento obedece a que, “existe incertidumbre sobre cómo se ajustarán los desequilibrios fiscales, monetarios y cambiarios. Esto empeora las expectativas”. Por todo “es difícil proyectar un sendero de actividad en estas condiciones”. 

En tanto, desde el ITyE apuntan a que “la demanda sigue sin crecer como debería para traccionar un crecimiento lo suficientemente deseable para recuperar, aunque sea una parte de lo perdido por la pandemia”. Para el grupo de estudio, ante esta situación “la precaución debe ser máxima, porque el Gobierno deberá pensar en un paquete de ayuda más focalizado ya que las heterogeneidades sectoriales operan en fuertes disparidades frente al promedio”. 

En tanto, Orlando Ferreres advirtió de una caída de la inversión real de agosto del 11,7% y 14,9% en lo que va del año. “El rebote de la caída esperable por el efecto del confinamiento en el contexto de la pandemia parece haber alcanzado su techo, y ya no esperamos que la inversión mejore por un eventual fin o relajamiento de las medidas sanitarias”, señaló en su informe.  

Para la consultora, los mayores condicionantes están relacionados con la persistente recesión económica sin perspectivas de mejora en el mediano plazo, con la debilidad de los indicadores macroeconómicos, “y con la falta de confianza de los agentes en el rumbo económico del Gobierno”. 

El Ministro de Economía, Martín Guzmán, estimó que el Producto bruto Interno (PBI) bajará este año 12,1% para recuperarse 5,5 % en el próximo. 

El economista de la Fundación FIEL, Juan Luis Bour coincidió con la proyección del Gobierno que el Producto Bruto Interno puede subir entre un 4 o 5% en el 2021, “porque la economía este año se cae fuerte”.  “Cuando te caes tan fuerte tenés un rebote. La construcción es una cosa que está empezando a rebotar. Independientemente de la situación macro, algunos sectores van a rebotar. Lo que pasa es que eso se diferencia enormemente de lo que es el ejemplo de otros países”,  agregó. Según Bour, “lo que vamos a tener es una enorme incógnita sobre cuánto tiempo le va a llevar a Argentina reparar el 2020, probablemente sean varios años”.