“Manejada por un encantador de serpientes.” Así describió Silvina Luna como se sintió durante todo el proceso que transitó con Aníbal Lotocki, un médico que se hacía llamar cirujano aunque no tiene un título que lo habilite como especialista. Silvina, que murió hoy después de estar más de dos meses internada en el Hospital Italiano, fue una de las que más impulsó el juicio contra Lotocki, que terminó condenado en febrero de 2022 a cuatro años de prisión.

Esa condena incluyó una inhabilitación para ejercer por cinco años. Hace poco más de un mes, la Cámara de Casación decidió que correspondía inhabilitar provisoriamente a Lotocki mientras se define si se confirma o no esa pena. Silvina murió sin que haya una sentencia firme por lo que sufrió tanto ella como Stefania Xípokitakis ,Gabriela Trenchi y Pamela Sosa, las otras tres denunciantes.

Irreversibles y progresivas. Así son las consecuencia que afrontaron y afrontan aquellas que decidieron operarse con este hombre que, a pesar de tener un sello que dice cirujano, no tiene título ni especialidad en cirugía. Silvina contó muchas veces y mostró los efectos de la hipercalcemia y la insuficiencia renal. Pamela Sosa relató en el juicio que tiene problemas todos los días con su cuerpo, que sufre de dolores y que nunca volvió a ser la misma. Xipolitakis reveló que vive con un dolor crónico y que hay días en los que ni siquiera puede dormir. Trenchi, por su parte, estuvo internada en grave estado y aún sigue con distintos procedimientos médicos para tratar de aliviar su situación. Todas coincidieron en lo mismo: operarse con Lotocki fue la peor decisión de sus vidas.

“Tengo por acreditado que Aníbal Rubén Lotocki, realizó intervenciones quirúrgicas a Silvina Luna, Stefania Xípokitakis ,Gabriela Trenchi y Pamela Sosa, colocándoles en su cuerpo un producto de relleno del cual sólo se sabe que contenía microesferas de PolimetilMetacrilato, en zonas y cantidad no aconsejadas, produciéndoles con ello lesiones, al generarles granulomas. El reproche penal consiste en tener por probado que, dolosamente, calló u ocultó intencionalmente lo que era su obligación informar. No les advirtió que en las intervenciones quirúrgicas que iba a efectuar con PMMA, se podían generar granulomas y las consecuencias aún más lesivas que ello podía traer aparejado para las cuatro pacientes”, dijo el juez Carlos Rengel Mirat en la sentencia.

“No les quería escribir las cosas porque estas chicas siempre salen con los teléfonos y muestran todo” dijo Lotocki, con mucha liviandad, cuando dio explicaciones de porqué sus pacientes no tenían siquiera el detalle de qué les iba a hacer en sus cuerpos. Si hay algo que quedó clarísimo en el juicio es que el médico tenía un modus operandi. Todas sus pacientes/víctimas coincidieron que, cuando iban a verlo, él siempre les agregaba alguna cosa más para “hacerse”. “Él se consideró el hacedor de mujeres perfectas”, lo describió el fiscal Sandro Abraldes durante el debate. Tal era su nivel de impunidad que a una de las víctimas -que le había pedido un procedimiento en particular- le terminó realizando otra cosa.

Cristián Zárate, una muerte plagada de irregularidades

Un conjunto de decisiones médicas cuestionables y una responsabilidad directa en las operaciones que realizó en abril de 2021. Para el juez Luis Schelgel, existieron muchísimas irregularidades en la forma en que se operó a Zárate, un empresario que había contactado a Lotocki para realizarse una operación estética que consistía en una lipoescultura y dermolipectomía. No obstante, desde el momento en que se ordenaron los primeros estudios, para el magistrado no se trató el caso como se debía. 

“Dado que Zárate era tabaquista (consumía tres atados de cigarrillos diarios), había padecido Covid-19 y tenía Diabetes Mellitus II (DM2), Lotocki debería haber ordenado estudios complementarios (estudio de laboratorio de glucemia en ayunas y determinar valores de insulinemia y hepatograma, a fin de poder determinar un diagnóstico diferencial entre diferentes cuadros que cursan con aumento de glucosa en la sangre y evaluado hemoglobina glicosilada) y, no mediando urgencia en la intervención de cirugía estética programada, realizarla más adelante”, sostuvo. En esa línea, tampoco Zárate fue evaluado por un especialista en neumonología.

A pesar del estado de la pandemia y con las restricciones para conseguir UTI (lugares en terapia intensiva), el procedimiento estético se llevó adelante. La primera intervención duró prácticamente cinco horas y abarcó distintas zonas del cuerpo: cuello, hombros, pectorales, brazos, axilas, cara anterior del abdomen, pelvis, región lumbar y sacra y glúteos. De acuerdo al análisis que se hizo en la causa y al que se llegó a través de distintos testimonios médicos e incluso una Junta Médica, lo recomendable hubiera sido efectuar los procedimientos en distintas etapas.

Tal fue la desidia del médico que incluso salió durante la operación de Zárate unos cuarenta minutos porque “tenía una audiencia virtual con su letrada” y en ese lapso habría dejado a cargo de la intervención a sus ayudantes. 

“No realizó los procedimientos quirúrgicos en diversas etapas y, por el contrario, los concentró en un mismo acto. No monitoreó al paciente de cerca una vez finalizada la intervención, carecía de laboratorio de análisis clínicos y no los ordenó cuando resultaron imprescindibles. No reservó unidades de sangre prevista para el paciente en caso de complicaciones y debió recurrir a dos unidades de plasma reservadas para otra paciente, no tenía la posibilidad de tener una UTI de resguardo en contexto de pandemia, siguió operando al día siguiente sin asistir a la habitación a controlar personalmente al paciente a pesar de no haber presentado una buena recuperación durante la noche posterior a la cirugía, no intervino ante la descompensación del paciente y alteró el parte quirúrgico una vez fallecido”, se enumeró en el procesamiento

“La suma de las acciones errores de Lotocki en todo, absolutamente todo el desarrollo del plan quirúrgico que pensó y fue pensando para intervenir y atender a Zárate, prueba que el imputado era consciente de que existía el peligro concreto de que el tipo penal de la figura de homicidio se podía realizar”, consideró el juez. El procesamiento por el homicidio con dolo eventual fue apelado y la Cámara del Crimen hará una audiencia para resolver la situación.

El caso Caprarola

El diseñador y conductor de La Jaula de la Moda Mariano Caprarola falleció a sus 49 años el 17 de agosto pasado, luego de sufrir distintas complicaciones derivadas de las cirugías plásticas que le hizo Lotocki.

Tras esto, el abogado Fernando Burlando presentó una denuncia que recayó en el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional N°40, donde se pidió investigar si existe una relación directa entre las operaciones y la muerte del diseñador. Para ello, se pidió que se analicen las historias clínicas y que se llame a declarar al médico que posteriormente atendió a Caprarola. 

A pesar de haberse operado en 2010 (lo que habrían pasado ya más de 12 años y la causa estaría prescripta), el pedido de relacionar el proceso con lo sucedido con las cuatro mujeres denunciantes podría permitir que la acción judicial se lleve adelante. Siempre y cuando, la Casación confirme el caso en los próximos meses: si se logra vincular los expedientes, se podría tomar como que el último acto de este conjunto de acciones de Lotocki ocurrió en agosto de 2015, lo que “estiraría” los tiempos de la prescripción.