Silvina Luna está internada en el Hospital Italiano. Cristian Zarate falleció en abril de 2021. Ambos tienen en común un nombre: Aníbal Lotocki. Él operó a ambos y a los dos les vendió una idea de perfección pero con ninguno cumplió con su deber de médico, con su deber de preservar la vida.

La causa donde terminó condenado Lotocki demoró varios años en llegar a juicio. Estuvo, incluso, al borde de la prescripción. El debate oral dejó expuesta la crueldad con la que Lotocki trataba a sus pacientes, a las cuales ni siquiera les informaba sobre los detalles de los procedimientos que iba a realizarles porque “esas chicas siempre salen con los teléfonos y muestran todo”.

Silvina Luna fue una de las denunciantes de Lotocki y la principal impulsora del juicio en su contra. Ella misma, cuando le tocó declarar, lo hizo llorando: había relatado ante el tribunal que todos los días lidiaba con sus problemas de salud y que había desarrollado una hipercalcemia y una falla renal. Su internación está directamente relacionada a lo que el médico le puso en el cuerpo.

“Tengo por acreditado que Aníbal Rubén Lotocki, realizó intervenciones quirúrgicas a Silvina Luna, Stefania Xípokitakis ,Gabriela Trenchi y Pamela Sosa, colocándoles en su cuerpo un producto de relleno del cual sólo se sabe que contenía microesferas de PolimetilMetacrilato, en zonas y cantidad no aconsejadas, produciéndoles con ello lesiones, al generarles granulomas. El reproche penal consiste en tener por probado que, dolosamente, calló u ocultó intencionalmente lo que era su obligación informar. No les advirtió que en las intervenciones quirúrgicas que iba a efectuar con PMMA, se podían generar granulomas y las consecuencias aún más lesivas que ello podía traer aparejado para las cuatro pacientes”, dijo el juez Carlos Rengel Mirat en la sentencia que dictó en febrero de 2022.

Si hay algo que quedó clarísimo en el juicio es que Lotocki tenía un modus operandi. Todas sus pacientes/víctimas coincidieron que, cuando iban a verlo, él siempre les agregaba alguna cosa más para “hacerse”. “Él se consideró el hacedor de mujeres perfectas”, lo describió el fiscal Sandro Abraldes durante el debate. Tal era su nivel de impunidad que a una de las víctimas -que le había pedido un procedimiento en particular- le terminó realizando otra cosa.

Otro de los puntos quizás más graves es que nunca quedó establecido de dónde salió el material que les colocó en el cuerpo. Una de las teorías es que fabricaba “de forma casera” su propio Polimetil-Metacrilato. “De haberle dicho a las cuatro damnificadas que la intervención que les iba a efectuar implicaba la posibilidad de generar granulomas, como así también las consecuencias que ello podría implicar en su organismo (bulto permanente en el cuerpo, imposibilidad de extracción, posible influencia en otros problemas de salud, como ser hipercalcemia, etc.), es probable que desistieran en su interés por operarse, tal cual lo mencionaron en sus declaraciones testimoniales las querellantes”, se explicó en los fundamentos de la sentencia.

Hay también dentro de esa condena declaraciones de médicos y expertos que criticaron duramente los procedimientos llevados adelante por Lotocki. “Eran horribles, tanto el plan quirúrgico como el consentimiento que hacía firmar”, dijo en el juicio un ex médico forense, que puntualizó sobre la falta de responsabilidad del acusado. 

A pesar de las causas penales, de los procedimientos y reclamos civiles, Lotocki no frenó. No lo hizo a pesar de queno posee título de especialista en Cirugía General ni tampoco la especialidad de Cirugía Plástica y Reparadora”. De todas formas, su sello dice “cirujano”. Esto se pudo comprobar en el expediente donde se investiga su responsabilidad en la muerte de Cristian Zárate, un hombre de 50 años al que Lotocki operó y que falleció horas después. Hace menos de un mes, y tras una investigación exhaustiva, el juez Luis Schelgel lo procesó por "homicidio con dolo eventual".

Para el magistrado existieron muchísimas irregularidades en la forma en que se operó a Zárate, un empresario que había contactado a Lotocki para realizarse una operación estética que consistía en una lipoescultura y dermolipectomía. Otra vez, se repitió un proceso donde no se trató a los pacientes como se debía.

Tal fue la desidia del médico que no solo se apuró a realizar la intervención sin los controles necesarios sino que lo hizo a sabiendas de que en ese momento no había prácticamente lugares en terapia intensiva, por el rebrote de casos de COVID. Un detalle: Lotocki incluso salió durante la operación de Zárate unos cuarenta minutos porque tenía una audiencia virtual con su letrada” y en ese lapso habría dejado a cargo de la intervención a sus ayudantes. 

“No realizó los procedimientos quirúrgicos en diversas etapas y, por el contrario, los concentró en un mismo acto. No monitoreó al paciente de cerca una vez finalizada la intervención, carecía de laboratorio de análisis clínicos y no los ordenó cuando resultaron imprescindibles. No reservó unidades de sangre prevista para el paciente en caso de complicaciones y debió recurrir a dos unidades de plasma reservadas para otra paciente, no tenía la posibilidad de tener una UTI de resguardo en contexto de pandemia, siguió operando al día siguiente sin asistir a la habitación a controlar personalmente al paciente a pesar de no haber presentado una buena recuperación durante la noche posterior a la cirugía, no intervino ante la descompensación del paciente y alteró el parte quirúrgico una vez fallecido”, se enumeró en el procesamiento

“La suma de las acciones errores de Lotocki en todo, absolutamente todo el desarrollo del plan quirúrgico que pensó y fue pensando para intervenir y atender a Zárate, prueba que el imputado era consciente de que existía el peligro concreto de que el tipo penal de la figura de homicidio se podía realizar”, consideró el juez.

Si Lotocki fue procesado por homicidio, fue condenado por las consecuencias de salud sufridas en sus pacientes, fue demandado en varias oportunidades en el fuero civil, ¿por qué puede seguir operando? La inhabilitación que vino con la condena no se encuentra firme, ya que la Cámara de Casación tiene hace más de un año la sentencia para ser revisada.

De acuerdo a lo que pudo corroborar Data Clave, cuando se dictó el procesamiento por homicidio, el Juzgado envió un pedido a los ministerios de salud nacional y de la Ciudad de Buenos Aires para que se lleven adelante las auditorías no solo sobre el trabajo de Lotocki sino también sobre la clínica en la que llevó adelante los procedimientos médicos. A ese pedido, CABA contestó que directamente era competencia de Nación mientras que desde el ministerio nacional solo confirmaron la recepción de la solicitud.