Las reservas del BCRA son las más bajas de América Latina. Con reservas brutas en US$43.318 millones, solo el 10% representan del PBI, por debajo de Chile (17%), Colombia (19%) o Perú (34%).

Las reservas de nuestros países limítrofes, como el caso de Brasil, son ocho veces más altas con un PBI tres veces mayor. Evidentemente, algo estamos haciendo mal.

Recordemos que las reservas internacionales son todos los activos externos bajo el control del BCRA para, entre otras cosas, satisfacer necesidades de financiamiento de la balanza de pagos. Además, sirven para intervenir en los mercados cambiarios a fin de influir sobre el tipo de cambio, generar confianza en la moneda, la economía y servir como base para el endeudamiento.

¡Alarmante! Nivel de reservas en rojo

Por su parte, las reservas netas suelen hacer referencia a los activos de reserva deducidos aquella moneda extranjera que tiene en sus cuentas, pero que no son propias o no son de libre disponibilidad. 

Si evaluamos el nivel de reservas netas vemos que están en negativo en US$300 millones, en tanto, las reservas líquidas de rápida disponibilidad en rojo por debajo de los US$4.000 millones. Muy lejos de las US$10.000 millones de reservas netas y las más de US$7.000 millones de reservas de rápida disponibilidad con las que había asumido Alberto Fernández en el 2019. Esto bajo un contexto en cual no había un boom en el precio de las commodities.

Esto es preocupante ya que las reservas son el poder de fuego que tiene el BCRA de hacer frente a una corrida cambiaria, garantizando la estabilidad monetaria, o el pago a importaciones. Relacionado al dólar, si se dispara una crisis de confianza y se incrementa la demanda de dólares, son los activos que tiene el BCRA para hacer frente a esa corrida.

Con este nivel de reservas, los últimos datos de inflación y la interna política del actual oficialismo, será muy difícil para el gobierno mantener calmado el mercado cambiario por mucho tiempo. Todo en un contexto en el cuál no hay señales de reformas estructurales de fondo.

Más allá de que durante esta época la oferta de dólares se incrementa por cosecha gruesa y pago impositivo, lo cierto es que, nuestro país está lejos de acumular las reservas que necesita para reforzar las armas que posee la autoridad de política monetaria.

Es más, será muy difícil acumular reservas por US$5.800 millones como se estableció en el acuerdo con el FMI esto porque no se descarte una nueva debacle cambiaria por cuestiones políticas y el impacto negativo del shock energético.

Cabe remarcar que este año, el saldo entre lo que debemos pagar al FMI (US$16.750 millones) y lo que va a ingresar de la entidad por desembolso (US$24.300 millones) nos va a dejar un saldo positivo de dólares. Sin embargo, ya el año que viene, el saldo se torna negativo por US$2.000 millones. Por lo que, de poder sortear este año, con un contexto en el mercado de las commodities favorable, el año que viene, va a estar más complicado.

Desafortunadamente, somos el país que no hace los deberes y no se prepara para shocks exógenos como el resto de nuestros países vecinos. Nuevamente, nos preocupamos por el nivel de reservas y el impacto que pueda llegar a tener en los mercados. Eso no va a cambiar en tanto y en cuánto no haya reformas de fondo.