La dinámica de la política ya funciona con el chip 2023 y vive en una tensión que se agiganta día a día y donde se encierra cada vez más, pensando solamente cómo se posicionan de la mejor manera al desafío electoral del año que viene.

Por su parte, a la sociedad se la ve con preocupaciones latentes, de cómo llegar a fin de mes, donde la inflación esta al tope de todas las preocupaciones, con un agobio y desesperanza creciente.

Esa preocupación de la sociedad se refleja en que 6 de cada 10 argentinos manifiestan que el gobierno nacional no logrará frenar la inflación. No se encuentra el piso de una crisis económica que ahoga y somete.

Al gobierno le cuesta encontrar un rumbo que despeje la angustias de la sociedad, está más preocupado en acallar voces internas. Esta vez la guerra no es contra el costo de vida, sino con el fuego amigo.

En este sentido, 6 de cada 10 argentinos se sienten decepcionados del gobierno de Alberto Fernández, con lo cual hace que la confianza que tiene que generar para resolver las preocupaciones ciudadanas, se alejen cada día más.

Hay una disociación, que se agranda día a día entre representantes y representados, que se plasma elección tras elección, en el número de ausentes en el día del comicio. En la última elección nacional, mas del 30% con derecho a sufragar decidió hacer cualquier cosa ese domingo, menos perder el tiempo en elegir a sus representantes.

La pregunta que surge es, si quienes hacen política en la Argentina, no están entendiendo la gravedad del mensaje, o si no les preocupa demasiado, porque su zona de confort, con más o menos respaldo electoral no está en riesgo.

La preocupación de la política oficialista y la política opositora es buscar argumentos cada vez menos creíbles, de que la culpa la tiene el otro. ¿Y quién es el otro?.

Si hablamos de la política con chances de acceder a cargos ejecutivos, el otro va a ser el predecesor inmediato, por las deudas dejadas, por los horrores en política internacional, por la corrupción endémica de su gestión, por el manejo discrecional de la justicia y los servicios de inteligencia.

Si hablamos de política con chances legislativas, los argumentos serán los mismos, con la diferencia que los responsables serán los que estuvieron en el gobierno, los que están en la actualidad y los que volverán a estarlo.

El paradigma de la política actual, se resume en que ante la presencia de un problema, no se puede perder un segundo en la búsqueda de la solución, ya que eso nos aleja de la búsqueda de un culpable.

Esta realidad, que siempre es la única verdad, va lijando, elección tras elección la representatividad de nuestros dirigentes. Sin embargo el show continúa, se denuncian, se investigan, se pelean y al final de la jornada se retiran a la espera de la próxima contienda.

No es una teoría conspirativa, sino por el contrario, es alertar un nivel de hastío y agotamiento sumamente peligroso, ya que desde la recuperación de la democracia, la participación ciudadana viene disminuyendo, del mismo modo que viene subiendo la pobreza, la inflación y siguen las cifras.

Es con mas política, con más diálogo y con proyectos previsibles de mediano y largo plazo que se puede dejar en el pasado el hastío, la desesperanza y el agotamiento de una sociedad.
Nunca más se puede llegar a un gobierno improvisando, y diciendo "lleguemos y después vemos".