Cerró el primer mes del año anticipando algo del ruido que se vendrá en 2023. Por un lado, el tipo de cambio sigue siendo un dolor de cabeza siempre que la brecha en estos niveles hace observar al dólar libre como el relevante para la toma de decisiones en general, y de precios en particular. Si bien el valor de los distintos tipos de cambio libres se acomodó a la nominalidad de 2022, es decir, simplemente estaban atrasados respecto al resto de los precios, correlacionan muy bien los aumentos con la aceleración de la inflación.

El gobierno había ganado cierta tranquilidad en la cuestión inflacionaria sobre fin de año que apostó a mantener durante el año, pero difícilmente se pueda observar una tasa mensual descendiendo en forma constante. 

En particular, esperamos que enero cierre en torno al 6% acelerando desde noviembre y diciembre. Febrero, por otro lado, registrará aumentos de regulados (prepagas, tarifas y telefonía celular) a lo que se suma la creciente presión que está empezando a ejercer (nuevamente) el precio de la carne (8% de la canasta del IPC). Esto hace pensar que la tasa mensual de inflación se ubique en torno al mismo nivel que enero aún cuando estacionalmente es un mes que suele jugar a favor de una menor inflación. Así, y con las expectativas de inflación aún elevadas para el mes de marzo, esperamos una inflación anual similar a la de 2022 si no existen eventos de estrés.

El gabinete económico pudo mostrar cumplimiento con el programa del FMI en el frente fiscal y monetario, en parte ayudado por el menor pago de subsidios a la energía y usando el límite de la deuda flotante establecida en el acuerdo. La meta de reservas también la habría cumplido, pero la acumulación de stocks sigue siendo dificultosa para una economía en la cual el tipo de cambio oficial queda sobre demandado tanto por operaciones de la cuenta corriente cambiaria como de la cuenta financiera.

Durante el mes de Enero el BCRA perdió USD 190 M por operaciones de venta contra el mercado en un escenario de menores liquidaciones por la suspensión de Dólar Soja y por efecto de la sequía. 

Estuvo lejos de compensar la caída de reservas por pagos de capital al FMI, pagos de intereses por los bonos reestructurados y la recompra de títulos de deuda anunciada por el ministro Massa (por ahora unos USD 500 M). En total cerró el primer mes del año con una pérdida de 3.100 de dólares en reservas brutas (- USD 3.100 M en reservas netas). Teniendo en cuenta que durante 2023 el financiamiento neto del FMI será negativo, esto supone una dificultad adicional para la meta de reservas internacionales.

El FMI comunicó que las reservas siguen siendo escasas y expresó su preferencia por no tener riesgos en contraposición con la medida adoptada por Sergio Massa de recomprar deuda en dólares. Desde el gobierno se insiste en que esto no altera las reservas netas, sino a las brutas. Sin embargo, tanto en reservas brutas como netas sigue el país estando por debajo de un estándar con el cual pueda tener un desenvolvimiento normal, es decir, sin una restricción cambiaria.

Desde el punto de vista de la política, el mes de enero trajo ruidos hacia dentro de la coalición de gobierno y se espera que sea un año intenso en negociaciones para no romper ninguno de los espacios competitivos. 

Actualmente se percibe tanta grieta dentro de las coaliciones como hacia fuera de las mismas, dando una visión de que el primero en romper su espacio, pierde. Esta situación torna desafiante a un año donde se espera una reñida competencia electoral.