Luego de la derrota del oficialismo en las elecciones legislativas, el gobierno tendrá que repensar su estrategia dentro de un marco interno político que probablemente crezca en sus diferencias. Lo que queda claro es que el plan de “poner plata en el bolsillo de la gente”, no funcionó para repuntar la economía y lejos estuvo de beneficiar a las sufridas Pymes en un año extremadamente complicado.

Difícilmente el oficialismo pueda revertir esta situación ya que su propuesta se equivoca de raíz. Debido a que el Estado está quebrado, hay que financiarlo y esto hace que se le dé más entidad al financiamiento del Estado que al financiamiento del sector privado, motor del crecimiento de la economía.

Desde que asumió el gobierno anterior, el crédito al sector privado en pesos llegó a representar un 75% de los depósitos en pesos poco después de las elecciones legislativas del 2017. Sin embargo, a partir de entonces, empezó a desmoronarse rápidamente. Para finales del 2019, este porcentaje había descendido hasta el 58% de los depósitos. Luego, durante la gestión de Alberto Fernández y cuando más necesario e importante era que este indicador vuelva a crecer por la llegada de la Pandemia, continuó cayendo abruptamente hasta representar hoy aproximadamente 40% de los depósitos en pesos.

El problema fue que el incremento de los depósitos en pesos tuvo como principal destino renovar deuda remunerada (LELIQ y Pases Pasivos) y, por otro lado, comprar Títulos del Tesoro. Esto fue dejando cada vez menos espacio para un financiamiento del sector privado golpeado por una cuarentena eterna. Lo peor, es que esta realidad tiene una tendencia a agravarse ya que la necesidad del sector público de renovar deuda es creciente. Así, el financiamiento del sector público continúa creciendo mientras que el financiamiento del sector privado se encuentra en pisos históricos y los desequilibrios estructurales de Argentina continúan sin solucionarse. La emisión monetaria vuelve a cobrar un protagonismo importante para financiar al Tesoro y esto complicará además el panorama inflacionario.

En tanto, los problemas de fondo y estructurales que le darían respiro a las Pymes continúa sin atacarse. La presión tributaria sigue siendo récord. La litigiosidad laboral no deja de ser una preocupación constante para las empresas. Y el contexto macroeconómico en general, convive con desequilibrios fiscales y monetarios constantemente. Además, una elevada incertidumbre ante una ausencia de plan económico (por el momento) para negociar con el FMI.

Difícilmente las negociaciones con el FMI vayan por las aguas de las reformas estructurales. Lo más probable es que se terminen estableciendo ciertas metas (que seguramente incumpliremos) sin cambiar ni atacar los problemas de fondo. En consecuencia, la realidad de las Pymes continuará siendo complicada en los próximos meses y su acceso al financiamiento será limitado ya que la prioridad en Argentina es financiar a un sector público ineficiente.

PRÉSTAMOS EN $$ AL SECTOR PRIVADO SOBRE TOTAL DE DEPÓSITOS EN $$