En los últimos días, volvió a generar preocupación el mercado cambiario con un dólar blue que comienza a tomar impulso. Obviamente, era previsible que la aparente calma, experimentada durante los primeros meses del año, no iba a durar por mucho tiempo. Como dice el popular refrán, una golondrina no hace el verano y, en esta oportunidad, la Argentina volvió a demostrar que, si no se establece un horizonte económico claro, el miedo volverá a inundar los mercados.

La cuestión es por qué comenzaron a subir los dólares financieros paralelos y en la respuesta se incluyen varios factores; pero, fundamentalmente, la raíz madre es la falta de un plan económico de largo plazo que contemple la resolución de los problemas estructurales que afectan a la Argentina desde hace décadas. Cabe enfatizar que, más allá de los factores puntuales que hacen subir el dólar en la semana, nuestro país atraviesa desde hace años una crisis de confianza que provoca malestar en el mercado. Esa falta de previsibilidad hace temblar el mercado cuando el viento cambia levemente de dirección.

Los factores que influyeron en la subida del dólar fueron, en primer lugar, el incremento del ritmo de emisión monetaria de 2020 con el objetivo de incrementar la liquidez, en un intento de amortiguar el impacto de la crisis. Sin embargo, todo ese excedente de pesos terminó, meses después, por presionar al alza el dólar. Es necesario ser redundante en este punto ya que es crucial la dinámica que es de esperarse en los mercados en los próximos meses.

En 2020, resultado de las restricciones sanitarias llevadas adelante por el gobierno, se decidió inyectar pesos en la economía a un ritmo de emisión monetaria irresponsable que llegó al 96% de variación diaria el 1 de octubre de 2020, en comparación con el mismo período de 2019; con picos desde abril de 2020 de entre el 80% y el 90% anual. Récords históricos.

En 2020 la base monetaria se expandió en $574.879 millones, una cifra similar a los $486.404 millones de 2019; pero con un plus alarmante, muchos de los pesos que se emitieron durante el año fueron absorbidos mediante deuda remunerada. La deuda remunerada, pases más leliqs, superó los $3,5 billones en abril. La misma se ha ido incrementando a un ritmo cada vez mayor desde que comenzó la cuarentena en marzo de 2020 cuando totalizó los $1.313.978 millones, luego subió a los $2.042.221 millones en mayo, $2.421.091 millones en junio, $2.516.730 millones en agosto, $1.790.609 millones, a los $2.590.236 millones en octubre, a los $2.611.462 millones en noviembre; a los $2.843.343 en diciembre; a los $2.824.249 millones en enero; a los $3.001.207 millones en febrero; y, finalmente, a los $3.325.182 millones en marzo.

La deuda remunerada en relación a la base monetaria ya supera el 160%, desde el 154% de marzo; muy por arriba del 138% de diciembre de 2020 y en 48 puntos porcentuales por arriba desde que asumió Pesce. Naturalmente, toda esa deuda remunerada es el equivalente a emisión futura y este problema ya se lo atravesó con las Lebacs. Nuevamente, la presión inflacionaria que posee el BCRA es potencialmente grande, sobre todo en un contexto donde la demanda de dinero está cayendo.

Y la historia no parece que va a cambiar ya que en lo que va del año el BCRA ya le giró al Tesoro Nacional para financiar su déficit unos $190.000 millones, de los cuales $160.000 millones se concentraron desde el 31 de marzo de éste año. Evidentemente, no se encuentra entre las prioridades de la autoridad de política monetaria defender el valor del peso. Sólo el año pasado se giraron más de $2,0 billones al Tesoro, un 264% más que en comparación con todo 2019. Es decir, el déficit fiscal va a continuar siendo financiando con una emisión monetaria que corroe el valor del peso y provoca una huida constante hacia el dólar. Los mercados lo saben y eso se refleja, rápidamente, en el alza del dólar blue.

Otro de los factores que explica el alza del dólar paralelo, es el pánico que sufren los mercados ante la posibilidad de que las restricciones sanitarias, por la segunda ola, se agudicen en las próximas semanas. De ser así, el gobierno no sólo no dejará de emitir, sino que podría profundizar el ritmo de emisión. Lo que provoca mayores presiones sobre el mercado cambiario.

La mayor entrada de dólares que se observaron durante los primeros tres meses del año, por el pago del impuesto a las grandes fortunas y a los bienes personales, también favoreció la calma momentánea que se observaba en el mercado cambiario a principio de año. Muchos inclusive trajeron dólares de sus cuentas en Uruguay para pagar el impuesto, lo que permitió, sumado a la mayor intervención por parte del BCRA en los mercados MEP y Contado con Liquidación, tranquilizar el mercado durante los primeros meses del año.

Por último, la liquidación de productores de granos en pesos, provocaron que esos pesos se vuelquen al blue, ante un contado con liquidación más alto y esto, sumado a la incertidumbre anteriormente mencionada, generó el alza del dólar informal.

Obviamente, la redundancia no es escaza, el mercado cambiario no atraviesa el mejor de los momentos. Sin embargo, esto no se debe a cuestiones puntuales sino a una gestión económica paupérrima que carece de un horizonte definido y, ante este escenario, es difícil hallar un futuro en el que el dólar no vuelva a ser noticia por su alza.