Durante la última semana, hemos confirmado, nuevamente, la contracción de la economía pero, en este caso, en el tercer trimestre de este 2020. Según el INDEC, la economía reflejó una caída del 10,2%, respecto al mismo período de 2019, y un crecimiento de 12,8% de forma desestacionalizada. El levantamiento de las medidas de aislamiento permitió que el desplome en la actividad sea menor al observado en el segundo trimestre (19,1%). No obstante, en el acumulado de los primeros 3 trimestres del año, el PBI cayó 11,8%, respecto al mismo período de 2019. De los 16 sectores económicos relevados por el INDEC, 14 mostraron caídas interanuales en el tercer trimestre 2020.

Al analizar la actividad, en dicho periodo, vemos que los sectores hoteleros y gastronómicos resultaron los más afectados, con una caída superior al 61% interanual, secundado por el sector de la construcción, que experimento una baja del 27% y, en menor medida, el sector de transporte y comunicaciones que se contrajo en un 21%. Con este panorama, sólo el sector de intermediación financiera y el de la electricidad, gas y agua mostraron signos positivos, exhibiendo aumentos de 4,6% y 2,3%, respectivamente.

Dentro de los componentes de la demanda, el consumo privado cayó 14,7% interanual debido a la caída en el ingreso de las familias por el efecto de suspensiones y despidos, la caída del poder adquisitivo tras el enfriamiento de las negociaciones salariales y el efecto de la inflación. Consecuentemente, otros datos que confirman la tendencia tienen que ver con el empleo. Ya durante el segundo trimestre del año, vimos que la tasa de actividad se ubicó en 42,3%, 5 puntos por debajo del año previo. Hoy, la tasa de empleo alcanzó el 37,4%, mostrando un leve incremento respecto del trimestre anterior, aunque no sean estrictamente comparables. Si miramos la desocupación, llegamos a un 11,7%, superando en 2 puntos porcentuales el guarismo del año previo, pero descendiendo también respecto del pico del trimestre anterior (13,1%). Y por último, la subocupación mostró un fuerte incremento respecto del trimestre anterior hasta alcanzar 13,4%, principalmente impulsado por el aumento de los subocupados demandantes de empleo.

En tanto el consumo público, otro componente de la demanda, descendió 6,5% en el tercer trimestre de 2020, respecto al mismo período del año pasado. La inversión privada que se había derrumbado 38,4% en el segundo trimestre de 2020, contra mismo trimestre de 2019, en el tercer trimestre se redujo 10,3%, respecto del mismo periodo de 2019. Así se recuperó un 42,9% en la serie desestacionalizada contra el segundo trimestre, cuando se tocó fondo con la pandemia y la cuarentena.

Mientras que las exportaciones de bienes y servicios reales, registraron un descenso del 17%. Es decir, profundizaron aún más la caída del segundo trimestre del año (13,6%). En parte por la contracción del comercio mundial y también se vieron afectadas por la disparada en la brecha cambiaria y el endurecimiento del cepo cambiario. Por último, las importaciones cayeron 22% por el derrumbe económico y el deterioro del salario medido en dólares.

Asimismo, el anteúltimo dato de inflación mostró una leve desaceleración con respecto al mes inmediato anterior. Noviembre tuvo un incremento de 3,2% en el nivel general de precios, alcanzando un resultado acumulado de 30,9% y de 35,8% en la variación interanual. A pesar de esto, la tendencia no fue la misma en la inflación núcleo, que no tiene en cuenta la evolución de los precios signados por factores estacionales o de bienes y servicios regulados, y que alcanzó el 3,9%.

Por su parte, la variación mensual de la canasta básica con respecto a octubre de 2020 fue de 4,2%, mientras que la variación de la canasta básica total fue de 3,7%. Para no caer por debajo de la línea de pobreza, un hogar de una familia tipo necesitó $ 51.775, mientras que la línea de indigencia quedó en $ 21.537.

En términos financieros, lo que primo fue un mantenimiento de la brecha cambiaria y un riesgo país que rompió la barrera de los 1.400 puntos. Además, el Tesoro Nacional colocó US$ 750 millones en el mercado a una tasa superior al 16% en dólares con el fin de darle una vía de escape a los fondos que quedaron en activos argentinos y presionaban sobre el tipo de cambio de contado con liquidación.

Sin lugar a dudas, la actual recuperación es un rebote técnico, por el levantamiento de cuarentena, más que un proceso de crecimiento sustentable en el mediano plazo. La dependencia sobre la situación sanitaria, definirá la recuperación que, de otra manera, inexorablemente continuará el año próximo. Según las proyecciones del Relevamiento de Expectativas de Mercado de noviembre, elaborado por el BCRA, se espera que el cuarto trimestre tenga una leve recuperación de 2,8%, respecto al tercer trimestre. Mientras que proyectan que en 2020 la economía cerrará el año con una retracción de 10,9%, similar a la caída de 2002, post estallido de la convertibilidad.

Para 2021, las proyecciones del REM del Banco Central esperan que el PBI rebote un 4,8%, por debajo del 5,5% establecido en el Presupuesto Nacional 2021. Será clave, en este aspecto, saber qué pasará con el Fondo Monetario en marzo/abril. El desafío de la Argentina es salir del “serrucho” de estancamiento, que culmina con la recesión de los últimos 3 años, y retomar un sendero de crecimiento sostenido en el tiempo.