El acto durante el cual este domingo se va a inaugurar el gasoductor Néstor Kirchner en la localidad bonaerense de Salliqueló, tiene varias lecturas políticas, pero además se debe registrar como un avance estratégico para la soberanía energética de un país, la Argentina, que recurrentemente vive de crisis en crisis.

La mirada más simple registra que nuevamente van a aparecer juntos el presidente Alberto Fernández y su vice, Cristina Kirchner, la mujer que hace cuatro año lo elegió para encabezar la fórmula que le permitió al peronismo volver al poder después de la frustrada experiencia que encabezó Mauricio Macri.

Junto a ellos estará el ministro de Economía, Sergio Massa, finalmente el candidato de la síntesis del peronismo mayoritario, si se deja afuera al segmento menor que encabezará Juan Grabois en las PASO del 13 de agosto.

El acto de este domingo es a la vez un punto de partida y el comienzo de una despedida. Alberto y Cristina no son este año candidatos a nada. Es el arranque del retiro, en simultáneo, de la mujer más gravitante de la política argentina de los últimos 20 años y del hombre que llegó a la Presidencia cuando ni él se lo esperaba.

Es también el punto de partida de la campaña electoral del peronismo mayoritario, que con la fórmula que integran Massa y Agustín Rossi, siente que aún puede conservar el poder este año, pese la inflación galopante, la falta de dólares y el 40 por ciento de la población viviendo bajo el nivel de la pobreza. También participarán del acto el ministro del Interior, Wado de Pedro, jefe de campaña de Massa, y Máximo Kirchner. Massa, de Pedro, el gobernador Axel Kicillof, y Máximo, son entre otros, algunos de los dirigentes que encarnarán la sucesión de Cristina y Alberto en el peronismo.

También concurrirán los gobernadores de Neuquén, Omar Gutiérrez; de La Pampa, Sergio Ziliotto, y de Río Negro, Arabella Carreras. El gasoducto arranca en Neuquén y termina en Buenos Aires, luego de pasar por Río Negro y La Pampa. Su extensión es de 573 kilómetros.

La obra

Es que más allá las lecturas políticas que se puedan realizar en el oficialismo por el acto, la inaguración también tiene un valor estratégico y económico. Según las estimaciones de Massa, este año permitirá ahorrar unos 2.000 millones de dólares por importaciones de gas y el doble el año próximo.

“Esta primera etapa fue realizada con recursos del Tesoro Nacional, sin financiamiento de otros organismos ni privados, porque se entendió su importancia. Para el Estado, entre lo que se ahorra de importaciones y subsidios, al poder acceder a un gas más económico, el costo se recupera en dos años”, dijo la secretaria de Energía, Flavia Royón, cuando comenzó el llenado del ducto.

Las obras que arrancaron hace un año se terminaron el 20 de junio, cuando se habilitó la planta EMED Tratayén, en Neuquén, y los primeros 29 kilómetros, mientras que en los sucesivos días se fueron poniendo en funcionamiento nuevos tramos hasta alcanzar el llenado completo.

La obra no sólo es importante por el ahorro sino también porque permitirá enfrentar inviernos rigurosos sin cuellos de botella, como en el pasado, cuando había que disminuir la provisión en las industrias para que no faltara en los hogares.

Y lo que parecía imposible se concretó en menos de un año. El gasoducto se hizo en apenas 10 meses y entre la primera y la última soldadura en línea regular pasaron solo 178 días. Por primera vez en el país se utilizó la tecnología más moderna para este tipo de obras: plantas soldadoras de doble junta y sistemas de soldadura automática.

Además según un informe de la firma RIA Consultores la puesta en marcha del gasoducto Presidente permitirá liberar “unos 2,5 millones de metros cúbicos diarios para la industria nacional de los fertilizantes” y duplicar, en ese marco, la producción de urea, un fertilizante utilizado en el campo. Como la producción local no alcanza se debe importar, por eso generará “un ahorro inmediato de más de 700 millones de dólares anuales en sustitución de importaciones”.