Un espectro se cierne sobre las cabezas de Patricia Bullrich y Mauricio Macri: el de una sinergia conveniente entre Cristina Fernández de Kirchner, la candidata que todos quieren en el Frente de Todos para 2023 y Horacio Rodríguez Larreta, el dirigente con mejor imagen de Juntos por el Cambio que se sigue consolidando como figura para competir contra el oficialismo.

El avance de la causa Vialidad y el último alegato del fiscal Diego Luciani acusando a la expresidenta de ser jefa de una asociación ilícita durante 2003 y 2015 generó un cimbronazo político pocas veces visto en la historia democrática de la Argentina. En un país con más del 40% de pobres y una economía que se devora a sí misma en su inestabilidad, la dirigencia está discutiendo los actores del próximo Gobierno, y mientras en el oficialismo sueñan con "CFK 2023", en la oposición se tiran con munición gruesa y preparan el cuadrilátero para una PASO sangrienta que dejará moribundo a más de uno.

El último almuerzo de los principales dirigentes del PRO da cuenta de un contexto de incomodidad. Luciani despertó la célula dormida de una militancia peronista que encontró en la "persecución" contra CFK un argumento para levantar las banderas de "independencia económica, soberanía política y justicia social", difíciles de sostener hoy en un país dependiente del Fondo Monetario Internacional (FMI) y sin autonomía para definir políticas. La ofensiva del Frente de Todos en las calles dejó dos certezas que probablemente puedan cambiar por los tiempos políticos, pero que hoy son una máxima: el peronismo vuelve a refugiarse en la figura de Cristina Kirchner y en la oposición se afianza la figura del alcalde de la Ciudad de Buenos Aires.

La decisión de Horacio Rodríguez Larreta de poner las vallas para intentar preservar el orden público para los vecinos del barrio porteño de Recoleta fue la decisión política que mayor envidia causó en algunos dirigentes del espacio que todavía sueñan con ser candidatos a presidentes. "Horacio, si vos vas a poner un operativo, ¡bancalo!", se la escuchó quejarse a Patricia Bullrich en una recorrida por Adrogué, lugar que queda a más de 34 kilómetros de distancia de Juncal y Uruguay.

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Tweet de Patricia Bullrich

En el almuerzo del PRO de Costanera Norte existió este reproche y otros planteos contra el alcalde porteño. Fue tal la magnitud del operativo de la Ciudad que hasta participó el propio expresidente Mauricio Macri, molesto también de que el jefe de Gobierno sea el elegido por la vicepresidenta para confrontar dos visiones de país, algo que también hizo Cristina Kirchner con él en la carrera de 2015 y que terminó teniendo a Daniel Scioli como expresión del peronismo. Los celadores de Uspallata se plantaron con la exministra de Seguridad y la acusaron de ser "funcional al kirchnerismo", pero la respuesta del otro lado fue empezar a cuestionar públicamente las diferencias de gestión y distinguir lo que hace la Ciudad con las decisiones que pueda consensuar la Mesa Nacional de Juntos por el Cambio.

Patricia Bullrich tiene una imagen muy positiva en sus filas, pero cuenta con una alta desventaja respecto de otros dirigentes como Larreta: la indiferencia de CFK. La vicepresidenta casi que no la registra como cuadro político y, cuando lo hace, apenas es para dirigirse en tono burlón y bajarle el precio. Mientras la vicepresidenta trata al jefe de Gobierno porteño como el jefe de las vallas y la figura de Juntos por el Cambio, a Bullrich la compara con Jessie -la vaquera de Toy Story- y hasta se prende a los memes de Twitter cuando la acusan de borracha. "La presidenta del partido sacó un tuit poco inteligente donde dice '12 años de Gobierno, 12 años de condena'. Lo escribió y lo firmó, la verdad... No sé si era la hora de la tarde que ya estaba medio...", lanzó la expresidenta con la ironía que la caracteriza.

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Tweet de Matías Quaranta

La figura de Horacio Rodríguez Larreta es la referencia del Frente de Todos para discutir modelos. Fueron socios durante los primeros meses de la pandemia y hasta el propio Alberto Fernández lo nombró como un "amigo". Cristina Kirchner, por ejemplo, el mismo día que trató a Bullrich de ser la vaquera de Toy Story, celebró la historia que contó el jefe de Gobierno porteño cuando su padre estuvo desaparecido por la última Dictadura Cívico Militar. "Mas allá de las públicas diferencias políticas y económicas que tenemos, resulta reconfortante que uno de los dos principales dirigentes de la oposición comparta sensibilidades, vivencias y mirada similares sobre la tragedia de la dictadura cívico militar", escribió en su cuenta de Twitter.

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Tweet de Cristina Kirchner

En el kirchnerismo hay una vocación clara por elevar a Larreta como candidato y máxima figura de la oposición. Algo de esto también dio a entender Máximo Kirchner en su último discurso en la UOM de Avellaneda, cuando se comprometió con los dirigentes que se encuentran "secuestrados por las extorsiones de su jefe", criticando por entonces a Macri. "Como dirigente, me comprometo con los dirigentes que hoy están secuestrados con Macri para que de una vez por todas se los puedan sacar de encima. No vamos a especular con los que extorsionan a sus propios dirigentes. Que se le paren de mano y que muestren coraje", lanzó.

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La discusión en los últimos días estuvo claramente centrada entre lo que hicieron los manifestantes de CFK y cómo reaccionó la policía que depende del municipio que Horacio Rodríguez Larreta administra. Ambas figuras se llevan los flashes de la semana. El jefe de Gobierno, lejos de huir de los señalamientos del oficialismo, capitaliza cada metro cuadrado político. "La Vicepresidenta quiere quedarse por la fuerza con el manejo de la Ciudad y no se lo vamos a permitir", dijo en su última aparición, en respuesta a que Cristina Kirchner pidió replantear la autonomía de la Ciudad de Buenos Aires.

Más allá de la elección del Frente de Todos de tener a Larreta como gran antagonista, lo cierto es que en la coalición oficialista ven al alcalde porteño como un opositor razonable que hoy se encuentra secuestrado por la feroz interna de Juntos por el Cambio, en la que los espacios confrontan para ver quién es más duro en su discurso y acciones. Algunos están tan enroscados que llegaron al punto de pedir la pena de muerte, como el caso del diputado neuquino Francisco Sánchez, apañado siempre por Bullrich. Es más, varios socios de Juntos por el Cambio empiezan a creer que este giro desenfrenado hacia la extrema derecha -que se acentuó desde la aparición de Javier Milei- trajo más problemas que soluciones.

La carrera presidencial rumbo a 2023 parece cercana, pero no lo es. Mientras el Frente de Todos busca consolidar la figura de Cristina Kirchner, en el medio tiene que cumplir las metas del acuerdo con el FMI -que traerá consecuencias sociales por el ajuste-, calmar a las fieras internas que amagan con irse -Grabois y los movimientos sociales- y dar un mensaje de certidumbre a la población para mostrarse como confiables para un segundo mandato. De momento, los ojos siguen puestos en el pleito entre CFK y Larreta, un tándem que tranquilamente podría estar discutiendo en los próximos meses en un programa de televisión para contar cuáles son sus propuestas.