Si algo dejó en claro el resultado electoral del 2023, además de un cambio de paradigma en la historia política de la Argentina, es que el peronismo debe renovarse y reconstruirse. La sociedad había dado signos de hartazgo mucho antes del balotaje del 19 de noviembre, pero la dirigencia eligió hacer oídos sordos. 

El plan fue intentar ganar como sea y a cualquier costo, con un candidato que era la cara de la peor inflación en décadas y solo se sostuvo por una campaña que apostó a la épica, solventada por la caja del Estado. Y claro, por el inestimable aporte de la militancia que empujó hasta el último día, frente a una realidad incontrastable.

Fin de año suele ser tiempo de balances y Unión por la Patria está obligado a hacer una revisión a fondo. Más allá de los errores de la pobre gestión económica que terminó el 10 de diciembre, se impone una renovación dirigencial. No será fácil, porque en la derrota siempre es más difícil acomodar las piezas en el tablero. Pero además, el peronismo no escapa al mal que aqueja a todo el abanico político del país: no sobran líderes.

Los escuderos de CFK deben dejar de cuidarle la espalda y dar un paso al frente.
Los escuderos de CFK deben dejar de cuidarle la espalda y dar un paso al frente.

En ese camino, surge por vox populi un nombre cantado, el del gobernador bonaerense Axel Kicillof. El mandatario retuvo la provincia más importante del país en términos electorales y de recursos económicos, en un contexto de suma adversidad. El peronismo no solo perdió la Nación, sino que fue derrotado en muchas provincias, algunas bastiones históricos. PBA resistió al cambio de época y eso le da un crédito invaluable.

Pero además de los logros recientes, Kicillof reúne varias condiciones que serán clave para lo que viene. Por un lado, cuenta con el aval de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner pero también tiene apoyo territorial, con casi la totalidad de los intendentes alineados. Y un dato no menor: no es de La Cámpora, el espacio que más resistencias encuentra dentro de UxP. También tiene relación aceitada con Sergio Massa y el Frente Renovador, acuerdo rubricado en la conformación del gabinete provincial y emulado en la distribución de cargos en la Legislatura.

Claro que de méritos y pergaminos no se vive, menos aún en tiempos que requieren reflejos rápidos y por sobre todas las cosas, acción y reacción. Por este motivo, el gobernador bonaerense parece haber aceptado tomar la posta y ya se mueve en consecuencia, para adentro y hacia afuera. En los últimos días, se puso al frente de encuentros y reuniones claves para el futuro del peronismo en particular y la oposición en general.

Este viernes quizás se dio la muestra más cabal, con una mega cumbre del PJ en La Plata, que lo tuvo a Kicillof como anfitrión, y a la que asistieron Massa, Máximo Kirchner, Wado de Pedro y la gran mayoría de los dirigentes políticos de primera línea del justicialismo, junto a intendentes y legisladores bonaerenses. Fue un encuentro netamente político para ordenar a la tropa y pasar a la acción.

La mega cumbre del PJ de este viernes en La Plata tuvo como fin ordenar a la tropa y plantarse ante el gobierno de Milei.
La mega cumbre del PJ de este viernes en La Plata tuvo como fin ordenar a la tropa y plantarse ante el gobierno de Milei.

Allí se escuchó a todo aquel que tuviera algo para decir, con el rechazo al DNU y las políticas de Javier Milei como norte, pero no solo discursivo: hubo acuerdo para acompañar la movilización del miércoles que viene. Y el pedido explícito para que adhieran los Concejos Deliberantes, incluso se baraja la chance de que los propios intendentes acompañen la movilización.

La centralidad de Kicillof es la apuesta de buena parte del peronismo para el 2027 y la presencia de CFK en su asunción fue una directiva clara de quien es su elegido. Y así lo interpretaron muchos. “Axel va a ser el conductor, pero hoy tenemos problemas más urgentes. Podemos desaparecer”, confió a este medio un histórico alcalde del PJ tras la cumbre del viernes.

Y es que no hay estrategia y alineamiento que valga sin una buena gestión que lo avale. Y para muestra sobra un botón: la unidad a regañadientes y la campaña más profesional de la historia no pudieron tapar el descalabro de un gobierno nacional sin norte con funcionarios -y candidatos- que no funcionaron. Kicillof sabe que tendrá una parada brava en los próximos 4 años, en la provincia más compleja para gobernar y sin el respaldo de un Ejecutivo nacional del mismo color político.

Mientras tanto, el gobernador bonaerense busca capitalizar el descontento ante las primeras medidas de Milei y se coloca como el más opositor, en público y en privado. Hay una máxima que corre entre la militancia y aquellos que miran de costado y es que quien se ponga en frente del Presidente ahora será quien lo derrote dentro de cuatro años. Convencido o no de eso, Kicillof hace los deberes. Y en la cartita del arbolito de Navidad, el peronismo le pide a Papá Noel un líder.