La crisis climática y el conflicto entre Rusia y Ucrania están impulsando una nueva escalada en el precio de los commodities agropecuarios y en el precio de la energía. Pero aunque para muchos analistas la situación podría favorecer a la Argentina en la mejora de los precios del maíz, trigo y soja, la suba del petróleo y gas podría embarrar más el acuerdo del país con el FMI. Las razones por las cuales el gobierno estudia subir las naftas hasta un 15% para no tener que subir tarifas en un 80%. 

Hace pocas semanas, cuando el presidente Alberto Fernández visitó a Vladimir Putin en el Kremlin, nadie imaginaba que las tropas rusas podrían afectar, como daño colateral, el conflictivo acuerdo entre la Argentina y el FMI. Y es que la invasión de Ucrania por parte de Rusia afectará el debate sobre la reducción de los subsidios a la energía, el cual es el lugar más rechazado por gran parte del FDT en el acuerdo con el FMI.

En rigor de verdad, cuando aún la situación en Europa no era explosiva, el Fondo quería una suba de las tarifas de gas y electricidad cercana al 60% y del transporte por arriba del 40%. Las razones eran puramente económicas: aunque los técnicos del FMI le dicen a los funcionarios que el atraso de todas esas tarifas es del 80%, saben que por el peso directo de Electricidad y Gas y Transporte en el índice que mide la inflación, no pueden exigir una suba del 80% sin hacer que la inflación supere el 60% en 2022.

La razón es evidente: en el IPC, el peso de los rubros de electricidad y gas es de 1,23% y 1,65%, respectivamente, en tanto que el transporte público tiene una ponderación de 2,95% en el índice. 

Pero lo peor de todo, afirman los economistas argentinos que negocian con el Fondo, es que la suba de tarifas tiene la característica de impulsar aumentos de “segunda ronda”, ya que impacta directo en los costos de las empresas, que los trasladan a los precios. Sin embargo, en el Palacio de Hacienda saben que es altamente improbable firmar un acuerdo con el organismo multilateral de crédito sin corregir el precio de los combustibles. La evidencia de esto es que en febrero el gobierno ya autorizó el primer incremento de combustibles desde mayo de 2021. 

Sin embargo, tanto desde la Secretaría de Comercio como desde YPF saben que el aumento es insuficiente, ya que el  promedio de los precios de la nafta súper y la premium se ubica en $107,95 pesos por litro, es decir que el litro de nafta cuesta 1 dólar.

El valor del combustible en la Argentina, señalan los expertos, se encuentra -26% debajo del promedio 2012-15 y -18% por debajo del precio promedio entre 2016 y abril de 2018. Algo que el Fondo conoce muy bien y es por eso que presiona para una suba.

Los técnicos del del FMI dicen que medido al tipo de cambio oficial, el promedio del litro de nafta esta al menos un 15% por debajo de lo que debe costar, y que es inviable que el país tenga un valor del litro de nafta menor a 1,2 dólares. Algo que suena muy incómodo para los senadores peronistas, quienes conociendo estos pedidos del organismo ya le han comunicado al presidente Fernández que pueden negociar una suba de tarifas, pero no de transporte ni de naftas.

El mensaje de los representantes del Congreso al Presidente y en especial a Martín Guzmán es claro: no vamos convalidar subas de combustible que nos hagan pagar el ajuste a las provincias mas que al AMBA. Cristina Kirchner, dicen en el Instituto Patria, piensa lo mismo. Esa es una de las razones para que el proyecto de ley de acuerdo con el FMI ingrese por Diputados. 

A ese cuadro de situación se le agrega la posibilidad que Rusia, producto de las sanciones de la OTAN y la guerra en Ucrania, reduzca la oferta en el mercado del gas natural. Rusia provee cerca del 40 por ciento de gas de Europa y de los 100 millones de barriles de petróleo que se ofertan en el mundo, Rusia aporta 6 millones de barriles diarios. Sin esa provisión, el petróleo Brent, de referencia para la Argentina, podría llegar a los 120 o 150 dólares. Algo que haría subir la inflación mundial y en especial la de Argentina, una de las naciones con más aumentos sostenidos de precios.

En ese contexto, para el país seria imposible la reducción del déficit energético en más de 3000 millones de dólares como pide el FMI (que quiere que Argentina pase de los 14.000 millones del déficit en energía a 11.000 millones de dólares en 2022). Dicen quienes conocen a Joe Biden y al Pentágono que por estas razones aun no hay embargo al gas ruso, ya que los Estados Unidos atraviesan la mayor inflación en 40 años. Pero todo podría cambiar. Porque, como se sabe, la primera baja en un conflicto armado, siempre es la verdad.