En el Palacio de Hacienda respiran aliviados: el acuerdo con el FMI que se aprobará este mes servirá para descomprimir la presión sobre el dólar. Y es que la posibilidad de que el país logre refinanciar los U$S 45.000 millones de deuda que contrajo Mauricio Macri, ya impactó en las distintas cotizaciones de la divisa estadounidense.

El dólar informal registró la semana pasada su mayor baja en más de 15 meses y  la brecha con el oficial se ubica por debajo del 90% por primera vez desde el 20 de octubre del año pasado. La retracción del dólar es vista como una victoria para  Economía y apuestan a que baje esta semana por debajo de los $201, precio al que se vendía el viernes 4 de marzo de 2022. La idea del equipo económico de Martin Guzman es que el blue y el tipo de cambio mayorista, que ya redujo su brecha al 85,8% de más del 110%, llegue al 60% en el mes de julio.

En el mercado creen que en este contexto, el Banco Central atrasa el tipo de cambio hasta julio, cuando llegue la misión del FMI que revisará las cuentas argentinas. Lo cierto es que el ritmo de devaluación del peso estará atado a las cotizaciones del trigo, el maíz y la soja. Es por eso que en el mercado ya saben que el  Banco Central intervendrá con más fuerza en el mercado de futuro.

De hecho, para frenar la demanda de dólares, el BCRA podría tener U$S 6.000 millones vendidos a futuro, U$S 7.000 millones en junio y U$S 9.000 millones en septiembre. Los contratos de futuros de dólar suman U$S 3.728 millones, lo que le permite al Gobierno operar fuerte en el mercado.

Una muestra de lo ocurrido es lo que pasó en la primera semana de marzo, donde el dólar oficial subió el 0,7%. Si se mantienen esos niveles, el dólar oficial debería devaluarse en marzo 3,5%, pero para marzo se negocia a $111,53, casi un 0,4% menos de lo esperado para el mercado. Evidencia palpable de que el Gobierno, al menos hasta julio, podría retrasar el tipo de cambio.

Pero ese atraso del tipo de cambio podría tener consecuencias imprevistas en el mercado financiero. Señalan quienes lo conocen que si la inflación llega al 55% anual y el BCRA pisa la tasa de interés en el 42,5% anual, será muy difícil sostener la tasa de devaluación de los últimos 12 meses, que fue cercana al 20% anual.  Tampoco le será fácil sostener al Gobierno la falta de dólares, producto de la guerra en Ucrania y el bloqueo de occidente a Rusia, que disparó los precios del gas.

En julio, cuando llegue el invierno, Argentina deberá importar GNL para calefaccionarse. Hoy el GNL cuesta cerca de U$S 50 el millón de BTU, cuando hace un año atrás valía menos de U$S 10. Los economistas del Gobierno dicen que el déficit energético no es tan complicado porque en los primeros dos meses del año las exportaciones de oleaginosas y cereales aportaron U$S 4.942 millones, cifra récord para el campo, lo que permitirá disminuir el impacto de la suba del gas.

La invasión rusa y el Mundial de Qatar complican baja del "blue" después de julio

Pasión de multitudes

Pero el mayor problema del Gobierno, afirman funcionarios del Palacio de Hacienda, no será la suba del precio de los hidrocarburos, sino el espíritu futbolero y viajero de los argentinos. La cuestión no es menor para el balance cambiario, ya que el mundial de Qatar  podría ser un gran atractivo para que muchos argentinos viajen al exterior.

De hecho, en  2019, el último año pre-pandemia, los argentinos que viajaron al exterior se llevaron U$S 7.700 millones, mientras que los extranjeros que visitaron el país dejaron U$S 2.100 millones. Fueron 3.950.300 argentinos y residentes que salieron por turismo del país a través de líneas aéreas, a pesar del cepo cambiario, una inflación del 54% anual y caída de la economía.

Es por eso que el ala económica del gobierno le recuerda al ala política lo ocurrido con el dólar en 2017, bajo la administración de Cambiemos, cuando para mejorar el humor social en un año de elección legislativa de medio término, el gobierno macrista "pisó" el dólar. El resultado fue una salida de divisa por turismo récord, que le costó al Banco Central U$S 10.600 millones.Una cifra que hoy derribaría cualquier acuerdo con el FMI y eyectaría a varios ministros de sus despachos.