Los precios que debieron pagar las empresas para producir durante agosto, mes en que se produjo la devaluación del 21%, subieron 8,7% y se ubicaron por encima de la inflación minorista que alcanzó al 12,4%, el mayor registro desde 1991.

La diferencia se profundiza si se toma el período enero-agosto, en que los precios mayoristas aumentaron 87,2% y los minoristas el 80,2%, informó el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).

El fin de semana pasado, el secretario de Política Económica, Gabriel Rubinstein, reconoció que la inflación septiembre será “muy alta. No podemos descartar también que sea de dos dígitos; puede ser nueve y pico, 10% u 11%, pero creemos que va a ser muy alta”.

Por eso, el Gobierno congeló las tarifas de la energía eléctrica, el gas y el agua, hasta después de las elecciones del 22 de octubre, al igual que el valor de los combustibles, luego de haber subido más del 12 % en agosto. Si bien el traslado de los precios mayoristas a los minoristas no es lineal, lo cierto es que es una presión en los sectores no regulados.

Así, a nivel mayoristas, en lo bienes Manufacturados, se destacaron las subas del 13,1 % en Alimentos y Bebidas; 14,2 % para Textiles;  20,1 % en Químicos; 21,6 % los Metálicos Básicos; 19,1% Vehículos,  17 % en Caucho y plástico; 12,3 % para Minerales no metálicos, entre otros.

En medio de este panorama  la consultora LCG, precisó en un informe que en la primera mitad de septiembre los precios de los alimentos tuvieron un alza del 3,3%, que la inflación mensual promedio tuvo un recorte de 7 décimas para ubicarse en el 9,7% y que la medición punta a punta se desaceleró para quedar en un 7,6%.