La inflación acumulada de los primeros cuatro meses meses del año se ubicó en 17,6%, lo que resultó en el primer cuatrimestre con mayor inflación en veinte años. Si bien se proyecta un mes de mayo sosteniendo la tendencia de desaceleración, el piso ya parece difícil de romper a corto plazo. La meta presupuestaria del 29% hoy luce compleja. En una economía con alta inercia, en plena efervescencia de la demanda por la recuperación macro, con un contexto de precios internacionales al alza, y con un proceso de puja distributiva en curso, no parecen estar dadas las mejores condiciones para ‘desinflar’.

Un primer factor relevante en la dinámica de los precios internos es la permanente tensión entre precios y salarios en el marco del rebote que está registrando la economía. Hoy las fuertes subas de precios llevadas adelante por los principales formadores de precios no se han coordinado en torno a los hitos de mayor estabilidad (actual y proyectada) en las variables macro a lo largo de estos meses.

Es relevante recordar que hoy la inflación viaja al 46,3% interanual, mientras que el índice de salarios del sector privado registrado se mueve en el orden del 31,5%.A la brutal crisis sufrida durante la gestión anterior, se suma el impacto que el coronavirus ha generado en este año y medio. En ese marco, el proceso de recomposición de márgenes no puede producirse de manera desordenada, o a costas de la recuperación de salarios.

Tras tres años consecutivos de deterioro en los salarios reales, no hay margen para que sigan perdieron con la inflación en 2021. Más aún, cuando la torta de la economía va a recuperar volumen. Las y los empresarios deben cuidar uno de los principales vectores del crecimiento, que es el mercado interno, y evitar matar a ‘la gallina de los huevos de oro’.

Por otro lado, en los últimos meses la fuerte demanda mundial de commodities ha generado un aumento sostenido de los precios de nuestras exportaciones primarias, incrementando, a su vez, el ingreso de divisas. El fortalecimiento de las reservas internacionales es de vital importancia para que el BCRA gane fortaleza en materia de reservas, para disminuir el riesgo de movimientos cambiarios bruscos que profundicen la incertidumbre y vuelvan a generar nerviosismo.

Pero es esta mayor demanda internacional de materias primas la que provoca sensibles subas en el valor de la tierra y en los arrendamientos, que se trasladan al precio final de todos los productos primarios. Lo beneficioso para descomprimir el sector externo significa mayor presión sobre los precios locales de los productos exportados, puesto que la economía argentina consume los bienes que vende al exterior. Vale la pena ser bien claros en este punto: la mejora de los precios internacionales para los productos que exportamos es sin dudas un dato positivo para nuestra economía.

Decir esto no significa negar el efecto colateral en materia interna, que en este momento atenta contra el programa antiinflacionario. Como no es mucho lo que se puede hacer sobre variables que nos resultan externas, será fundamental incorporar esta información en la toma de decisiones de la política pública y apuntar a un ‘segundo mejor’. Por caso, promoviendo ajustes salariales generosos en la instancia de revisión que la mayoría de los gremios tendrá para la segunda parte del año.

Hoy el programa frente a los aumentos de precios tiene su núcleo en la política macro. Calmar la evolución del dólar, ordenar la política monetaria al tiempo que disminuyen las exigencias fiscales, y promover un esquema de financiamiento más sano y sostenible. En ese marco, la política de administración y controles es un complemento necesario, pero que no puede pensarse como una solución mágica. Como todo paliativo, es mejor que esté a que falte en este momento tan crítico, pero nadie piensa que vaya a solucionar los problemas de fondo.

Con todo, se acerca el momento de reperfilar objetivos, ajustando la mira en un escenario de inestabilidad en todo el mundo, donde hasta países como EEUU registran la mayor inflación en 14 años. Si el objetivo primario de mantener la senda bajista en materia de precios se vuelve cuesta arriba, producto del nuevo contexto, habrá que apostar por robustecer los salarios. Con una nominalidad más baja o con otra más alta, el valor principal a preservar tienen que ser los salarios. Si no se puede ir por el ‘primero mejor’ será momento de orientar esfuerzos al ‘segundo mejor’, para que este año no nos quedemos sin el pan y sin la torta…