En las últimas semanas Juan Manuel Abal Medina confirmó su desembarco en el Gobierno nacional. Su llegada se dio a través de Fernando ‘Chino’ Navarro, actual secretario de Relaciones con la Sociedad Civil y Desarrollo Comunitario de la Jefatura de Gabinete y hombre fuerte del Movimiento Evita.

Abal Medina fue jefe de Gabinete de Cristina Kirchner entre 2011 y 2013 y proviene de una familia en la que se respira política. Siendo uno de los mejores promedios de la Universidad de Buenos Aires (UBA) en la carrera de Ciencia Política, dedicó desde entonces su vida a la academia y en 2017 hubo un intento de incorporarse a la política a través de Florencio Randazzo.

El dirigente político le brindó un reportaje a Data Clave y habló de cómo ve al Frente de Todos, cuál es el funcionamiento del Gobierno y un cierto reacomodamiento interno tras la llegada de Sergio Massa al ministerio de Economía. No negó las diferencias entre La Cámpora y el Evita, pero aseguró que ambos espacios tienen diferencias tácticas, no estratégicas a nivel país. Y deja una reflexión para los suyos: “Este Gobierno, con todos sus errores y los problemas que tiene, es infinítamente mejor si hoy estuviera gobernando Macri. A veces me parece que los compañeros, en la discusión interna, se olvidan de señalar esto. Está bien que hay errores nuestros, pero hay que recordar de dónde venimos”.

Data Clave: ¿Cómo fue tu reaparición en la escena pública y qué te llevó a formar parte del Gobierno en un momento complicado por la crisis económica?

Juan Manuel Abal Medina: Yo nunca dejé de militar ni de participar en política, aunque sí es cierto que después de mi paso por la jefatura de Gabinete decidí dedicarme más a mi carrera académica. Elegí tener un perfil bajo, sin salir en los medios y sin ocupar ningún cargo. Desde hace algún tiempo para acá venía cada vez con más preocupación por el rumbo que estaba tomando el peronismo, sentí que era un momento para dar un paso más y poder salir de vuelta para defender lo que haya que defender, dar mi opinión y poner el hombro en un momento complejo del país. El ‘Chino' Navarro ya me venía pidiendo colaborar con él, yo ya estaba trabajando en algunos proyectos en la secretaría en la que trabaja. Mi objetivo es colaborar en la jefatura de Gabinete para que haya espacios de acuerdo social.

Tweet de Juan Abal Medina

DC: ¿Qué te llevó a salir de los partidos tradicionales y sumarte a la militancia en los movimientos sociales?

AM: En el Movimiento Evita vengo participando hace bastante tiempo. Fue en el 2016 en pleno gobierno de Mauricio Macri cuando me acerqué para acompañar la lucha de ese espacio. Fui uno de los que promovió la Ley de Emergencia Social, que ahora se encuadra en el programa Potenciar Trabajo. Fueron parte de la resistencia fuerte que hicimos desde el movimiento al macrismo, junto con otros espacios.

DC: ¿Qué significa para la política argentina que los movimientos sociales empiecen a tener un rol de gestión y administración del Estado? En los 90 justamente estos espacios eran la resistencia contra la lógica estatal…

AM: La definición siempre es dar un paso más. Los movimientos que se construyeron en los 90 como resistencia al menemismo y la privatización salvaje fueron una forma de reclamar para aquellas personas que no tenían voz. Fue lo que inició con los piquetes en Cutralcó, en el norte y sur del país que luego se fue trasladando a los trabajadores que no tenían trabajo y que necesitaban reclamar. En los 90 fue la resistencia y desde que llegó Néstor Kirchner la intención fue impulsar esta lucha a través del Estado, con la intención de que los movimientos empezaran a construir su motor político. Y en ese motor político conviven sectores diversos: están los que vienen de esa lucha contra el neoliberalismo en los 90 y los que se fueron sumando desde la política. También se incorporaron muchos jóvenes, en particular las mujeres con la última ola del feminismo.

DC: Desde el punto de vista académico, del cual claramente estás calificado, ¿por qué muchos militantes abandonan los partidos tradicionales y encuentran refugio en los movimientos sociales?

AM: Los partidos, sobretodo en los 90, fueron abandonando el territorio. Se perdió la presencia en los territorios y las barriadas populares, los partidos fueron dejando lugar. En muchos lugares desaparecieron las unidades básicas o los comité y lo que quedó fueron los vecinos que se tenían que auto-organizar, desde unirse para armar una olla popular hasta pelearle al Estado herramientas para desarrollos cooperativistas. El Estado se iba retirando del territorio y lo único que quedaba para los trabajadores era la organización. En algún momento esa ausencia la cubrieron las iglesias católicas y evangélicas, en otros lamentablemente el narcotráfico y en otras, por suerte, vecinos y vecinas se auto-organizaron para resolver sus problemas.

DC: ¿No es contraproducente para los movimientos sociales formar parte del Estado? ¿A quién reclaman cuando no hay asistencia? Un análisis de la consultora Synopsis, por ejemplo, muestra que a pesar de la pérdida del poder adquisitivo, se registró la menor conflictividad social en 15 años. ¿A qué se debe?

AM: En los 90 había una política que excluía claramente a los sectores sociales, la política miraba para otro lado y apostaba al desarrollo de la economía capitalista y se pensaba una sociedad en la que un 40% quedaba afuera. En el 40% actual que tenemos de pobreza no se va a permitir que eso ocurra, y más en un país con una tradición peronista como el nuestro. Participar del Estado es central para el sector colectivo, porque al no tener patrón y ampararse en el apoyo comunal, el Estado es un interlocutor necesario.

DC: ¿Sentís entonces que la deuda de este Gobierno es más con la clase media que con los sectores de abajo?

AM: No sé si la clase media, lo que sí es cierto es que nos tocó gobernar en un momento y un mundo muy complejo. Recibimos la pesada herencia del macrismo con un nivel de endeudamiento récord con el FMI y apenas empezamos nos tocó la pandemia del COVID-19. Gobernamos 2022 sin Presupuesto porque no nos lo votó la oposición y luego se desató una guerra que generó un boom de commodities. Tuvimos problemas muy serios que son innegables. Y este Gobierno, con todos sus errores y los problemas que tiene, es infinítamente mejor si hoy estuviera gobernando Macri. A veces me parece que los compañeros, en la discusión interna, se olvidan de señalar esto. Está bien que hay errores nuestros, pero hay que recordar de dónde venimos.

DC: ¿Hay un intento de acercamiento del Movimiento Evita con el kirchnerismo? Trascendió los últimos días una reunión entre Emilio Pérsico y Cristina Kirchner…

AM: Todo lo que sea por la unidad es enormemente importante. Yo colaboré en los primeros intentos de unidad en 2018, donde se empezaron a juntar los sectores. En ese momento, un error que cometimos, fue subestimar la dificultad de la coordinación. Pensamos que con ganarle a Macri era suficiente y no nos dimos cuenta que, en una coalición amplia como la que armamos, tendríamos que haberle prestado atención a la coordinación interna y definir las políticas. Empezamos el Gobierno sin tener mucha idea de cómo había que pararse ante el FMI y qué tipo de Justicia necesitábamos. Se creía que las cosas se iban a arreglar de manera automática y no pasó. Trabajar con una coalición en un sistema presidencialista es complejo. Las coaliciones funcionan bien en países como Italia y Alemania, en un presidencialismo es más difícil. El principal factor que nos termina uniendo como oficialismo es cuando del otro lado escuchamos las cosas que dice la oposición, claro está.

Juan Manuel Abal Medina, en un acto del Movimiento Evita
Juan Manuel Abal Medina, en un acto del Movimiento Evita

DC: ¿Lo que le está pasando al Frente de Todos fue lo mismo que le ocurrió a Cambiemos?

AM: No, yo creo que no. La coalición que ellos armaron fue más parlamentaria-electoral que de Gobierno. El Gobierno era de Macri y su equipo era el que tomaba las decisiones y los espacios determinaron que así fuese. La nuestra, desde el principio, fue una coalición de Gobierno en la que iban a funcionar sectores distintos. Si en ese tiempo nos hubiéramos tomado el trabajo de qué mecanismos utilizar ante las diferencias, seguramente todo hubiera sido distinto. Y también hubiera sido mejor nuestro resultado.

DC: ¿Y todavía no se encuentran esos puntos de coordinación?

AM: Me da la sensación que desde la asunción de Sergio Massa se ha logrado este mayor nivel de acuerdo, en especial sobre la mirada económica y la misión de ir recuperando el poder adquisitivo para que los salarios superen la inflación. En otros puntos puede haber discusiones, pero en la economía encontramos un cierto acuerdo. Obviamente dentro de la coalición hay sectores que lo que tratamos de impedir es que el ajuste termine recayendo sobre los que más los necesitan. Y esto es algo que expresó hace poco la UTEP (Unión de Trabajadores de la Economía Popular).

DC: ¿Esto último es por la decisión de Victoria Tolosa Paz sobre el programa Potenciar Trabajo? ¿Cómo ven estas últimas medidas desde el Movimiento Evita?

AM: Todo lo contrario. A ver, las medidas que se tomaron fueron lógicas. Los compañeros que trabajan en esas áreas son los más preocupados para que las cosas salgan bien y que ese beneficio sea para los que en verdad lo merecen. Hay una cierta campaña estigmatizante en los medios acerca de que hay trabajadores que compran dólares. Y cuando uno mira más para dentro, la compra de dólares son de compañeros que pagan Spotify… Hay una estigmatización muy marcada hacia un solo sector de la Argentina. Después contra el otro sector se hace silencio y no se dice nada de sus privilegios, y eso preocupa.

DC: ¿Qué tuvo Sergio Massa que no logró mostrar Martín Guzmán? El ajuste económico, de acuerdo a los datos, es igual o superior al plan inicial…

AM: Me parece que lo de Sergio tuvo que ver más en su forma de generar cohesión interna. Está tratando de hablar con todos y llevar adelante las políticas de manera coordinada. Para que la economía funcione se necesita tener el apoyo de los otros socios de la coalición. Y cuando no se tiene, eso genera un problema, lo vimos con Guzmán.

DC: ¿Cómo ves la relación entre el Movimiento Evita y La Cámpora?

AM: Creo que siempre hay niveles de discusión. Son innegables las diferencias entre ambos espacios y una cierta rivalidad marcada. Lo importante es que desde lo estratégico coincidimos en ir por el mismo camino y a dónde se quiere llegar. Tenemos la misma mirada de cómo queremos al país y qué necesitamos. Sí hay diferencias puntuales en la táctica de la política y muchas veces esa discusión termina ocupando el centro, cuando el centro debiera ser a dónde queremos ir. Pero charlando, hablando y con una serie de reuniones, uno va logrando avanzar y lograr puntos en común.

DC: ¿Hay una idea de un sector del peronismo de prescindir de la figura de Cristina Kirchner? ¿Qué aprendiste de 2017 cuando intentaron hacer esto con Florencio Randazzo?

AM: Nosotros somos todos conscientes de lo que 2017 lo resolvimos muy mal. En 2015, en la campaña de Daniel (Scioli) sentimos que muchos no acompañaron y que miraron para el costado. Fue desastroso en todo sentido lo que hicimos y terminó costando con la victoria del macrismo, algo que le costó mucho a la Argentina y a la dirigencia política. Trabajar por la unidad tiene que ser un valor central para construir hacia adelante. Todos en 2017 nos equivocamos y aprendimos de los errores. Creo que Cristina y el sector mayoritario del peronismo bonaerense tomó una decisión errónea en no permitir una PASO en ese momento, que hubiese dado una potencia para ganar las elecciones. Todos cometimos muchos errores y hay secuelas que siguen estando. Hay compañeros más extremos de un lado y del otro que siguen recordando esa disputa y se siguen pasando facturas. Eso termina generando más ruido de lo que realmente ocurre.

DC: ¿Imaginas a algún candidato a presidente del peronismo para 2023? ¿La ves a Cristina?

AM: Desde mi opinión considero que tenemos que tomarnos este tiempo para gestionar mucho y ocuparnos de la gente. Tenemos que apuntar a que el pueblo viva un poquito mejor, aún cuando estamos recuperando los niveles económicos de 2017, el mejor momento en la época de Macri. Yo lo que le pido a todos los compañeros que dejemos las apetencias lógicas de la política y tratemos de no hablarle de internas a una sociedad que está enojada, cansada y con bronca con los resultados. Esa discusión tendría que postergarse para marzo-abril.