El oficialismo, encolumnado en el nuevo frente llamado "Unión por la Patria", logró un imponente triunfo en las elecciones generales. El adjetivo le cuadra perfecto por el contexto en el que lo consiguió: el candidato más votado es el ministro de Economía que actualmente tiene una inflación interanual del 138% y un dólar paralelo que supera los $1.000 en las principales cuevas de la city.

Sergio Massa sacó más del 36,5% y fue el candidato presidencial más votado de esta elección. Estuvo a poco más de tres puntos de ganarle en primera vuelta a Javier Milei, el mismo que fue el más elegido en las elecciones PASO. La contundencia de votos de Unión por la Patria y la retención del libertario dejaron afuera de carrera a un Juntos por el Cambio que pagó caro el precio de la interna entre Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta.

El peronismo llegó a esta elección a los tumbos. La misma semana del resultado de las PASO tuvo que devaluar la moneda un 22% por pedido del Fondo Monetario Internacional (FMI) y en la última semana de campaña sorteó una corrida cambiaria, disparándose el dólar paralelo a más de $1.100 y recién bajando a los $900 a fuerza de garrote y allanamientos en la city.

Nada de ese contexto se trasladó al “Complejo C”, el lugar que eligió Unión por la Patria para montar su búnker de campaña. El lugar ubicado en Avenida Corrientes, entre Arenal y Dorrego, empezó a llenarse de militantes pasadas las 17. Los dirigentes de segunda línea comenzaron a llegar una vez cerrados los comicios. Sergio Massa y Axel Kicillof viajaron juntos y entraron poco después de las 19 horas con cánticos y un fervor imposible de disimular.

Esa sensación de euforia contenida la vivieron todos los dirigentes que tuvieron contacto con la prensa. El primero fue Andrés “Cuervo” Larroque, un ministro acostumbrado a dar malas noticias -fue el que más criticó en los medios a Alberto Fernández- que ahora debía disimular lo que ya empezaba a trascender en el ambiente: el peronismo estaba recibiendo buenas noticias de los fiscales.

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“Lo que estamos viendo es que crecimos mucho en las mesas que nos llegan”, le decía a Data Clave un vocero que trabaja con un ministro que en el último tiempo ganó mucho terreno en la campaña de Sergio Massa. Ese mensaje fue aproximadamente a las 19 horas. El Gobierno ya era consciente de de que se venía el “Massazo”.

Otro dirigente que tuvo relevancia durante el Gobierno de Fernández compartía esa visión y hasta redoblaba la apuesta de ese primer mensaje: “No hubo ola de Milei, se recuperaron muchos votos del interior y Axel empuja mucho desde Buenos Aires”, comentaban a este medio.

El factor Kicillof fue decisivo. La provincia de Buenos Aires volvió a ser, una vez más, el caballito de batalla del peronismo. La oposición creía que el kirchnerismo direccionaba la elección a ese lugar para batirse en retirada y refugiarse en PBA, pero finalmente fue parte de la estrategia para ser el tractor de votos que terminó posicionando a Massa como el candidato más votado.

En el interín del chequeo de datos, algunos funcionarios y ministros aparecían en la carpa de periodistas para alimentar la falta de noticias. Casualmente los primeros fueron funcionarios del gobernador. A Larroque se le sumaron la ministra de Gobierno, Cristina Alvarez Rodríguez y el diputado nacional Sergio Palazzo. “Estamos con expectativa y confiados”, decía pícaramente el secretario general de La Bancaria.

Al poco tiempo llegaron otros tres dirigentes, cerca de las 20. Juliana Di Tullio, senadora nacional por provincia de Buenos Aires; Carlos Bianco, jefe de Asesores de Kicillof y Victoria Tolosa Paz, candidata a diputada nacional. Kirchnerismo, Axelismo -una nueva corriente que emerge- y lo que quedó del Albertismo, juntos. Di Tullio y Tolosa Paz tomaron la palabra y era evidente que sus declaraciones moderadas no coincidían con el semblante de sus rostros.

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El momento de éxtasis para los militantes peronistas llegó cuando el secretario general de la Presidencia, Julio Vitobello, dio los primeros resultados oficiales. Ahí si, de manera oficial, se sabía la rotunda victoria del Gobierno desafiando a todos los pronósticos que dieron las encuestas en la previa.

A los pocos minutos apareció de manera sorpresiva Leandro Santoro, el candidato a jefe de Gobierno que irá a un balotaje con Jorge Macri en la Ciudad de Buenos Aires. El dirigente de origen radical eligió la prudencia y expresó que va a esperar hasta el recuento total del escrutinio para terminar de saber si irá o no a una segunda vuelta. Macri, su principal adversario, sacó el 49,61% y no llegó al piso de 50 que exige la Constitución de CABA para ganar en primera vuelta. Santoro abandonó el búnker acompañado por su pareja y, curiosamente, caminando al lado del sindicalista Roberto Baradel.

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La jornada en el búnker de Unión por la Patria terminó con los potentes discursos de Kicillof y Massa, los dos grandes ganadores de esta elección. El domingo 19 de noviembre será la batalla final entre Unión por la Patria y La Libertad Avanza por la conducción del Estado.