“La economía argentina es siempre un contrato social alrededor del precio del dólar”, le dijo hace poco un economista de origen radical que habla seguido con el presidente Alberto Fernández. La opinión del economista que alguna vez formó parte de los equipos de Raul Alfonsin es importante para Fernández. Después de todo, el escenario que enfrenta el presidente no es tan diferente a la de la del ex presidente: una deuda heredada con el FMI agobiante, desocupación y pobreza en niveles récord, una inflación cercana al 50% y falta de dólares. 

Pero de todos esos problemas, el que más le preocupa al equipo económico del gobierno es el dólar, acaso el único tema que no se puede solucionar con “más diálogo” como suelen decir desde la Casa Rosada. “¿Cuánto es el PIB de la Argentina? ¿A cuanto lo mido, al dólar oficial o al blue? . ¿Y como se hace para hacer un plan de negocios si no se si voy a ganar 100 0 180?. Es imposible así”, suele repetir el ex secretario de Comercio Interior Guillermo Moreno para ejemplificar el desorden que trae la brecha cambiaria del 80% entre dólar oficial y paralelo.

El problema que no pueden resolver aún en el Palacio de Hacienda y el Banco Central es cuál sería la estrategia para el precio de la divisa verde en los próximos meses. Y es que el esquema de Martín Guzmán para contener el dólar parece estar llegando a su fin.

Durante los últimos dos años, el plan de Guzmán para contener la suba del dólar se basaba en dos ejes: mantener el ritmo de variación diaria del tipo de cambio oficial por debajo de la evolución de la inflación y de la tasa de interés (es decir, devaluar  poco más del 1% por mes este año, mientras la inflación llega casi al 50%) e intervenir activamente en el mercado cambiario y en el mercado de dólar-futuro. Pero esto no estaría funcionando como Guzmán y Miguel Angel Pesce quieren.

La base del problema que enfrenta el mercado de cambios se disparó cuando el año pasado el blue llegó casi a los 200 pesos, por lo que Guzmán tuvo casi que intervenirle el Banco Central a Pesce. El drama para el Palacio de Hacienda es que desde ese momento de incremento de la brecha, que llegó  casi a un 100% para mantenerse en 80% desde hace un año, causó un “efecto contagio” del dólar blue al mercado cambiario oficial y el BCRA comenzó a perder divisas, sobre todo a través de los dólares financieros y el “remate” de los bonos AL30, herramienta que ya está llegando a su fin con un dólar MEP que ya tiene casi un 80% de brecha con el oficial.

Para colmo de males, también reduce su venta en el mercado oficial con un “cepo” a las importaciones -lo que traba toda la economía- mientras incrementa su posición vendida en contratos de dólar-futuro. Nada de eso parece importarle al dólar blue, que sigue su marcha al alza sin prisa y sin pausa. 

Guzmán y sus economistas saben que la batalla contra el dólar es la madre de todas las batallas. Dicen en privado, incluso, que a corto plazo es mucho más importante que un acuerdo con el FMI. Pero nada parece estar saliendo. De hecho, el equipo económico tuvo que dar marcha atrás con lo que había iniciado a fines de 2020, que era la de acelerar el proceso de devaluación, corrigiendo al alza el precio de los combustibles y aceptando la suba de los precios internacionales de los alimentos. Pero la idea fracasó, luego que el BCRA vendió casi USD 6.637 millones en ese período y con brecha cambiaria en casi 60%. Una prueba evidente es que el mercado espera, más temprano que tarde, una devaluación.

Expectativas, pobreza y más plata del Fondo

Que el dólar oficial está atrasado no lo duda nadie. Pero lo que tampoco se discute es que una nueva devaluación sería una catástrofe política para el gobierno. Por caso, la consultora Analytica estimó cuál sería el efecto en los precios de una devaluación del tipo de cambio de oficial del 20% (que es casi la mitad del atraso cambiario, según muchos analistas), para acercar los $99,18 del Mercado Único Libre de Cambios a los $177 del contado con liquidación y empezar a cerrar la brecha.

Los economistas de Analytica dicen que "un aumento del tipo de cambio del 20% supone un traslado a los precios de los alimentos cercano al 10% en un periodo de entre 3 y 9 meses”, creando más de 2 millones de pobres nuevos y lo que significa que la inflación del año que viene superaría el 50%. 

Peor aún: si el gobierno devalúa un 50% que cierre de una vez la brecha cambiaria: se sumarían 4,6 millones de pobres adicionales al 40,6%. Algo que desde despachos oficiales descartan.

Pero hay muchos economistas cercanos al gobierno que le plantean una salida distinta al equipo económico, sin devaluar. Uno de ellos es Emanuel Alvarez Agis, ex vice ministro de Economía de Axel Kicillof. Orador destacado en el reciente coloquio de IDEA, señala que el desequilibrio actual “no tiene que ver con el nivel de tipo de cambio real, sino con el de la brecha cambiaria".

El problema es la brecha y su efecto sobre el mercado oficial. La salida a esta dicotomía -plantea Agis- sería acelerar el ritmo de crawling-peg pero sin que supere a la tasa de interés combinado con una política que aprecie la brecha apalancada en una mayor oferta en el mercado cambiario (provenga de dónde provenga) y que reduzcan la brecha “por arriba”.

Agis, quien conduce la consultora PxQ no oculta lo que piensa sobre de donde deberían provenir los dólares: del FMI. Es decir, propone un acuerdo lo más rápido posible con el Fondo para pedirle más dólares. Algo que en el gobierno escuchan cada vez con más interés creciente. 

No leven anclas con los salarios

Se sabe: en las tormentas inflacionarias, el ancla de los precios de la economía argentina siempre fue el dolar.  Si la cotización se mantiene estable, la marea de los precios no suele hundir tan rápido la barca de los salarios. Agis señala que ni una suba en la tasa de Interés, ni un aumento de los salarios, ni una reducción del rojo fiscal (via congelamiento de las jubilaciones, por ejemplo) calmara las aguas de las expectativas de devaluación y mas inflación.

Propone, en cambio, que el ancla sea el tipo de cambio paralelo. La salida del dilema debe pasar por cerrar la brecha “por arriba”, apreciando el paralelo, antes que “por abajo” (devaluando el oficial). Sin un relajamiento en el margen del control de cambios que se combine con un ingreso de divisas, "cualquier política cambiaria estará condenada al fracaso”. 

La propuesta de Agis es vista con buenos ojos incluso por la CGT. Y es que en la central obrera afirman que la suba de precios se debe al aumento del precio de los alimentos que hicieron poco más de 10 grandes empresas de la alimentación. “Nosotros tuvimos aumentos por debajo de la inflación de este año, pero hay tres alimenticias que se sientan con el presidente y presentaron balances en que ganaron hasta casi un 500% más en 2020. Es insólito .

Dicen en la CGT que para bajar la inflación no alcanza subir salarios. Que hay que “encuadrar” a las alimenticias. Y que una de las formas de hacer eso es dejar de ser complacientes. “Les dieron ATP a muchas y lo usaron para ganar más plata” protestan los sindicatos. “Encima, el costo laboral está en el piso, Es un 50% menos que en 2011” señalan en los gremios. Algo que el propio Agis le explicó en el coloquio de IDEA a los empresarios que proponen una mayor flexibilización laboral.

Una disputa entre capital y trabajo que continuará en los próximos meses en los que Argentina intentará anclar en medio de la tormenta o llegar a tierra firme. Aunque sea de la mano del FMI.