"Alea iacta est" , significa en latín, entre otras acepciones, "la suerte está echada" y es la frase que utilizó Julio Cesar, al frente de sus legionarios, al cruzar el rio Rubicón y desafiar así el poder del Senado Romano.

Algo de esto debe haber sentido el ministro de Economía, Martín Guzmán, al tomar la decisión de presentarse ante la Cámara de Diputados el 19 de noviembre, ya con el resultado “puesto” de las elecciones legislativas del domingo 14, donde el oficialismo tratará de remontar el las cifras adversas de las primarias.

Para ese entonces, ya habrán pasado dos meses de haber presentado su proyecto que contempla, entre otras cosas, un crecimiento del 4% de la Economía, una inflación del 33%, una devaluación del 31% y una reducción del déficit fiscal al 3,5%.

Además, y algo que no es menos importante, la iniciativa da por descontada la renovación de los U$S17.0000 millones que vencen el año próximo del Fondo Monetario Internacional (FMI) y los otros U$S2.400 millones del Club de París, todo esto, antes de marzo.

La idea de Guzmán es presentar ante los legisladores “que quedan”, y los que se sumen a partir del 10 diciembre, estas directrices, y lograr “un acuerdo” sobre cómo se desarrollará la economía el año próximo, sin elecciones y post-pandemia.

Pero lo cierto es que la propuesta ya recibió el rechazo no solo de la oposición, sino de también sectores aliados como el caso del “massista", Jorge Sarghini, ex secretario de Hacienda quien apuntó a la “inconsistencia” de la iniciativa.

“Es prácticamente imposible encontrar consistencia en un Presupuesto elaborado sobre la base a un contexto macro económico inconsistente”, dijo Sarghini que puso como ejemplo, entre otros tantos, que “la inflación prevista de 33% está claramente subestimada. Resulta muy difícil esperar una inflación mensual por debajo de 2,5 % con el ajuste de tarifas previsto, la emisión necesaria para financiar parte del déficit fiscal y la inevitable actualización del tipo de cambio, no contemplada en el proyecto”.

Desde la bancada oficialista, su titular, Máximo Kirchner adelantó que modificará el proyecto de ley por el recorte de subsidios a la energía, ya que “uno no puede actuar en base simplemente a cuentas matemáticas. El Presupuesto enviado al Congreso se discutirá"

Es que Guzmán busca reducir los subsidios que se destinan a la energía, tanto eléctrica como de gas, y para eso apunta a un aumento del 30% de las tarifas bajo la consigna que será “segmentada” según el nivel adquisitivo de los consumidores, algo de muy difícil resolución técnica.

Como si todo esto fuera poco, Guzmán regresó la semana pasada de Washington con el pedido, ahora explícito, del FMI para que presente un programa económico si quiere refinanciar los U$S45.000 millones que el país le adeuda al organismo.

Pero además, se trajo otra “cuenta pendiente”, no solo tiene que poner en regla las cuentas fiscales, sino también explicar cómo hará para desarmar la deuda interna, esa inmensa “bola” de Leliqs, pases, y bonos de tesoro, que se renuevan mes a mes.

El pedido del staff del Fondo pareció un “deja vu” de lo que le dijeron en el 2018 a Nicolás Dujovne y Federico Sturzenegger, que “desarmen la bola de lebacs” que en ese momento tenía el Banco Central.

El presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, intentó poner “paños fríos” a la discusión en ciernes y habló de lograr “un pacto con la oposición” para acordar algunas pautas económicas para aprobar el Presupuesto y un eventual acuerdo con el FMI.

En este panorama, y ante la pregunta de si la oposición iba a dar su apoyo para refinanciar la deuda, el candidato a legislador por Juntos, Diego Santillí preguntó; “¿Qué programa?. Primero tienen que presentar ellos un plan, y después lo veremos”.