Las diferencias internas entre el ministro de Desarrollo de la Nación, Juanchi Zabaleta, y el intendente de Hurlingham, Damián Selci, aumentan cada día. Y los motivos son claros. El funcionario nacional no quiere ceder el territorio del que se tomó licencia para asumir en la cartera nacional.

Sucede que el zabaletismo quedó debilitado tras el fallido intento de una tercera vía política de la mano de Florencio Randazzo en 2017. Los resultados fueron catastróficos. Y para reacomodarse internamente, el ahora funcionario nacional debió hacer los consensos necesarios para poder sostenerse en el gobierno.

En otras palabras, Zabaleta acordó con la organización de Máximo Kirchner a nivel local y parte de lo que era Nuevo Encuentro y hoy esa unidad se le vino en contra.

Es que tras su mudanza a CABA, el camporista Selci tomó el poder central de Hurlingham y rápidamente reacomodó todo el ejecutivo en su favor luego de que el ministro se llevara buena parte de su staff para Desarrollo.

Después de dos pujas de peso a las que internamente buscaron bajarle el precio, tras finalmente acordar una lista de unidad en las PASO de 2021 y luego en marzo de este año con la nómina para el PJ local, las palabras ya sobran. Y como adelantó éste medio semanas atrás, luego de que se decretara el “silenzio stampa” de parte de los funcionarios locales para con los medios, desde La Cámpora, en Hurlingham, tienen claro que el objetivo principal es ser opción en 2023. Y hoy acomodan todo el movimiento interno en pos de demostrar gestión.

Sin embargo, según se viene preanunciando, el ministro, al igual que otros funcionarios nacionales y provinciales que pegaron el salto desde los distritos, tendría la firme intención de recuperar el control y, en esa línea, podría pegar la vuelta a partir de “noviembre o diciembre” aseguran incluso desde la oposición.

La distancia entre Zabaleta y Selci quedó más a la vista en los últimos días cuando la pelea se trasladó al Concejo Deliberante, donde el mandatario interino pretendía aprobar la licitación de un nuevo contrato para la recolección de la basura por diez años a cambio de 21.600 millones de pesos.

Sin embargo, no tuvo buena recepción. En los despachos de los ediles que responden a Zabaleta y en los de Juntos por el Cambio, pegaron el grito y dejaron en claro que no había tiempo suficiente para tratar un pliego que comprometería a tres mandatos municipales.

No fue una discusión fácil, paro su aprobación La Cámpora realizó los consensos necesarios ante la traba del otro sector del bloque del Frente de Todos y también de Juntos por el Cambio hasta que, finalmente, se logró bajar la cantidad de años del contrato a seis. Algo que contó con el apoyo de los ediles y que renovará el contrato que vence el próximo primero de octubre. Una victoria celebrada por ambos espacios.

Más allá de las diferencias entre los sectores del Frente de Todos, las diferencias fueron filtradas desde la oposición. Es que en Juntos consideran que a mayor distancia entre los integrantes del oficialismo más posibilidades tienen de colarse en las elecciones del 2023 tras lo que evalúan como un buen resultado en los comicios del año pasado cuando el oficialismo se impuso por menos de 4 mil votos.