El pasado jueves, el ministro de Economía, y candidato a presidente por Unión por la Patria (UxP), Sergio Massa, aseguró que cuestionó el rol del FMI al afirmar que "en los últimos 60 días dejó de ser el prestamista de última instancia" para convertirse "en un acreedor privilegiado socorrido por operaciones de crédito bilateral de otros países".

En ese marco, Massa destacó la celeridad de los préstamos "puente" que obtuvo el país durante julio y agosto con Qatar, China y el Bando de Desarrollo de América Latina - CAF, para saldar los vencimientos que la Argentina tenía con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Además, señaló que él “no tomó el préstamo” con el Fondo, que fue Mauricio Macri, “y tampoco lo negocié”, en alusión a su predecesor, Martín Guzmán, que, dicho sea de paso, también perteneció a este Gobierno.

Lo cierto es que Argentina accedió al FMI en el 2018 cuando el presidente Mauricio Macri se quedó sin financiamiento privado externo y tomó US$ 54.000 millones de préstamo de ese organismo, tres veces más de lo que le correspondía en términos normales.

Macri perdió en agosto del 2019 las PASO contra la fórmula Alberto Fernández - Cristina Kirchner por 15 puntos, y el FMI dejó de desembolsar lo que le correspondía ya que el actual mandatario se negaba a tomar más deuda.

El nivel de deuda, el problema que enfrentará un nuevo gobierno más allá de los prestadores

“¿Tengo un problemón y voy a pedir 11.000 millones más? Yo quiero dejar de pedir y que me dejen pagar”, expresó Fernández en declaraciones en noviembre del 2019 a Radio con Vos, luego de rechazar el desembolso.

Pero la deuda no dejó de crecer. A pesar de las palabras, pasó de US$ 320.525 millones que dejó Macri a US$ 403.081, es decir, un crecimiento del 25 % en dólares y solo hasta julio de este año, que es el último dato oficial.

Y todo esto a pesar de una renegociación de la deuda con los acreedores privados, y con el mismo FMI que le otorgó a Guzmán cláusulas más benévolas que las que aceptó Nicolás Dujovne en el 2018, quien se comprometió, y casi cumplió, con una baja de 4 puntos del PBI de déficit fiscal en solo dos años.

Ahora, incluso, la deuda emitida en pesos, pero ajustada por inflación supera a la que se mantiene con el FMI, unos US$ 66.850 millones contra casi US$ 38.000, respectivamente.

En esta perspectiva, y con el telón de fondo de un país que no crece desde hace 12 años, discutir ahora quién nos presta, si los bancos locales, los chinos – a una tasa que se desconoce- o los qataríes, resulta secundario, ya que el problema no es quién es el prestamista, sino porqué nos endeudamos y el peso de esos compromisos en nuestra economía.