Si hay algo que no escatima el consultor en economía y negocios internacionales Marcelo Elizondo a la hora de argumentar cada una de sus aseveraciones es en poner sobre la mesa una cantidad de datos rigurosos, que dan cuenta lo que sucede hoy y anticipan lo que está por venir, tanto a nivel local como global.

En una entrevista con Data Clave, el analista elaboró un decálogo sobre los motivos por los cuales varias empresas multinacionales dejan por estos días el país o tienen planes de hacerlo. Fue tajante sobre el nuevo súper cepo: “El intervencionismo no soluciona los problemas”. Y alertó que “la economía argentina está entre las 10 más cerradas del mundo”. Opinó además sobre las claves para que el Gobierno recomponga la confianza a los inversores, y enumeró las reformas necesarias que el país debería llevar adelante en pos de lograr un crecimiento de forma sostenida.

Sobre un eventual viento de cola global, se mostró cauto, más allá del reciente salto de los valores de la soja en el mercado de Chicago (sube 20% en un mes y medio): “Aun con precios en alza no volveremos a los récords de hace un decenio”, pronosticó, al tiempo que se refirió a la fórmula para que  las exportaciones argentinas empiecen a recuperar todo lo perdido en los últimos años.

Data Clave: Según su punto de vista, ¿cuáles son las principales causas por las que varias empresas multinacionales dejan Argentina o tienen planes de hacerlo? ¿Es un fenómeno que también ocurre en otras partes del mundo, o es estrictamente local?

Marcelo Elizondo: Es un problema local. En el mundo la pandemia afectó la economía, pero hay expectativas de recuperación. En Argentina hay saturación por muchos años de inconvenientes. Diversas razones pueden explicar esta mala performance. Hay un decálogo de motivos: los desequilibrios macroeconómicos permanentes, la debilidad institucional que afecta derechos de empresas, un sistema tributario obstructivo, la aguda inestabilidad contextual, la politización de la economía, una conflictividad sistémica, la dificultad para garantizar el abastecimiento y funcionamiento de cadenas de producción internas adecuadas, una congestión regulatoria creciente, la conflictividad política y jurídica internacional y la cerrazón económica transfronteriza de la economía en relación al resto del mundo.

D.C.: ¿Qué opina sobre las recientes medidas del Banco Central que profundizaron el cepo cambiario?

M.E.: Creo que abundan en un problema recurrente: intervencionismo, sobrerregulación, desconfianza en el sector privado, avance excesivo de la política sobre los particulares. Y ello ocurre como efecto de desequilibrios previos que, si no se corrigen, deben ser contenidos a través de estas medidas que, sin embargo, no mejoran la situación, más bien agravan el contexto. En Argentina hay una congestión regulativa, como el mismo régimen cambiario, las excesivas regulaciones administrativas relativas a la actividad económica, el sistema tributario, la legislación laboral, los limites el comercio exterior, y esto abunda en el intervencionismo que, en mi opinión, no soluciona problemas.

D.C.: ¿Ve espacio para que el Gobierno recomponga la confianza a los inversores?

M.E.: Siempre hay espacio. Pero deberían darse condiciones varias y simultáneas: un programa de recuperación de equilibrios y ordenamiento macroeconómicos, un equipo profesional que genere expectativas y que tenga liderazgo, un discurso convincente y muy consolidado en términos del rumbo y medidas iniciales muy estrictas en este sentido. Puede ocurrir, aunque hasta ahora no hemos visto señales de que vaya a ocurrir.

D.C.: ¿Qué reformas son inevitables para que Argentina logre crecer en forma sostenida?

M.E.: Argentina necesita ordenar la macroeconomía reduciendo el peso del desbordado gasto público y recuperando equilibrio entre lo público, excedido, y lo privado. Además, debe desmantelar regulaciones obstructivas del cambio que exige la evolución tecnológica, la innovación y la inversión. Adicionalmente debe abrir su economía, que está entre las 10 más cerradas del mundo. Y debe crear una plataforma institucional nueva que se base en el respeto de la Constitución Nacional, la prevalencia del orden jurídico sobre la politización, la defensa de los principios básicos de la economía moderna de mercado. Esto es: un conjunto de señales políticas en favor de lo que mejor funciona en el mundo, que es la democracia de mercado enmarcada por normas previsibles y respetables y participante de la economía internacional.

D.C.: ¿Cuáles son los datos e índices de la economía argentina que hoy le preocupan más?

M.E.: Varios. Puedo hacer otro decálogo: el gasto público desbordado e financiable, la tasa de emisión monetaria, la consecuente tasa de inflación, la bajísima tasa de inversión, incluyendo la desinversión de origen internacional, el mínimo ratio comercio internacional / PBI, la elevación de la tasa de desempleo y de la de pobreza, el aún alto riesgo país, después incluso de la renegociación de  la deuda pública, la baja tasa de ahorro y la consecuente reducida dimensión del sistema financiero, y el pobre lugar que tenemos en los rankings internacionales.

D.C.: Uno de los 5 pilares para la reactivación económica, según el presidente Fernández, es contar con una balanza comercial positiva. Hoy lo tenemos, pero por un desplome de las importaciones, con exportaciones en caída. ¿De qué manera cree que Argentina puede revertir la foto de hoy, e impulsar un fuerte salto de sus exportaciones en los próximos 10 años?

M.E.: Para incrementar las exportaciones deben darse algunas de las siguientes seis opciones y/o conjugar algo de varias de ellas: 1. Incrementar la producción exportable en volúmenes de los productos actuales. Las exportaciones a precios actuales deben aumentarse en un 25% en cantidad, unos 33 millones de toneladas, para llegar a generar para el país los dólares generados en 2011. 2. Generar más valor por tonelada exportada incorporando la producción y las empresas a la nueva revolución digital que genera valor sobre la base de incorporación de conocimiento, tecnología, e información.  Según McKinsey Global Institute más de la mitad de todo el comercio internacional, es decir, 26 billones de dólares, se explica hoy por intangibles que se comercian directamente, los servicios, o que están incorporados en bienes a los que califican y amplían. 3.  Desarrollar nueva oferta exportable adecuada a nuevas exigencias. Según Comtrade el número de productos nuevos que se intercambian en el comercio internacional en el planeta representa el 68% del total. En 1996 apenas superaba el 15%. Así, dos tercios de lo que hoy se comercia entre países no existía cuando asomaba el fin del siglo XX. Es esta vitalidad la que llevó a que en 2019 se presentaran 265.800 pedidos de patentes en el mundo (PCT): 5% más que un año antes y 71% más que 10 años antes. 4. Aumentar sustancialmente la tasa de inversión para mejorar la capacidad productiva en volúmenes y la calidad de la oferta en condiciones cualitativas. Según Cia World Factbook Argentina está en el grupo del 25% de menor inversión en relación al PBI en el mundo. Y según el Banco Mundial en 2018 la tasa de inversión en Argentina representó 18% del PBI cuando en el mundo en total fue 24%. Pero según CEIC la inversión de Argentina representó el 9,8% de su PIB nominal en marzo de 2020, en comparación con un índice de 15,5% en el trimestre anterior. 5.  Incrementar la producción para exportar, y su participación en las exportaciones de bienes totales, de los sectores que no son de origen agropecuario, por caso en los sectores automotriz/autopartista, minerales, energía y combustible, que generan solo un cuarto del volumen total exportado. 6. Sumar cantidad de empresas que sean grandes exportadoras. Según estudios privados en Argentina solo 12 empresas exportan más de 1.000 millones de dólares anuales (datos de 2018), mientras apenas 20 empresas exportan más de 500 millones de dólares anuales y son unas escasas 58 empresas las que exportan más de 100 millones de dólares anuales.

D.C.: ¿Considera que ya comenzó un cambio de ciclo económico mundial, con un dólar en baja, commodities en alza, del cual puede sacar provecho Argentina? En otras palabras, ¿puede existir un viento de cola para Argentina en los próximos años?

M.E.: En 2020 se estima que las exportaciones totales de bienes anuales argentinas caerán producto de la pandemia y estarán en alrededor de 58.000 millones de dólares. Es interesante analizar el precio promedio de tonelada exportada por Argentina en los últimos diez años para entender que lo que necesitamos es más producción, porque aun con precios levemente en alza no volveremos a los récords de hace un decenio. En 2013 la Argentina obtuvo 853 dólares por tonelada exportada, algo parecido en 2011, unos 838 dólares, y a 2014, unos 825 dólares. Pero en 2019 la cifra fue 40% menor a aquellas: 512 dólares. Aquellos fueron los récords, mientras las más bajas cotizaciones promedio por tonelada recientes estuvieron entre 1998 y 2004.

D.C.: El Gobierno se propuso, al lanzar en julio pasado el Consejo Público Privado para la Promoción de Exportaciones, un incremento de las ventas al exterior en 20.000 millones de dólares para los próximos años, ¿lo ve factible?

M.E.: Esa cifra supone un crecimiento de 30% respecto de 2019. Si se pretende alcanzar ese nivel se deberá incrementar la cantidad o volúmenes porque los precios, aun con cierta mejora actual y que se mantendrán en 2021, no repetirán los niveles de los años de más altas cotizaciones. Un aumento de esa magnitud no se apoyará especialmente en privilegiar inicialmente la promoción de exportaciones, o aun en priorizar la búsqueda de mercados, sino en lograr un incremento de la producción exportable, y la creación de incentivos para ello.

D.C.: ¿Cómo cree que quedará reconfigurado el mapa global del comercio tras la pandemia?

M.E.: El valor generado cada año por el capital intangible duplica al generado por el tradicional capital físico, y este año la diferencia será aún mayor. En diez años, el comercio internacional de servicios creció 60% más que el de bienes físicos, a una tasa de 5,5% anual. Los servicios, considerando los que se comercializan como tales más los que acompañan a los bienes, ya componen más de la mitad de todo el intercambio comercial mundial, unos 13,5 billones de dólares. Las redes internacionales de producción, formadas por empresas globales han estado mudando sus cadenas de valor desde las “viejas” líneas transfronterizas de ensamblamiento hacia sistemas de generación múltiple de valor no-físico. Dice la OMC que el comercio mundial de mercancías registró un ligero descenso en volumen 2019, -0,1%, después de haber aumentado 2,9% en 2018; y que medido en dólares el descenso de 2019 fue de 3% a u$s 18,89 billones. Pero asevera que, por el contrario, el comercio mundial de servicios comerciales “puros” aumentó en 2019 medido en dólares 2%, a u$s 6,03 billones. Y añade que si se mide una serie más larga el alza de los servicios es aún más fuerte en 2018 había crecido 9%. Específicamente, las exportaciones mundiales de servicios basados en nuevas tecnologías de la comunicación crecieron 150% en 15 años y el flujo de datos en el planeta creció en esos 15 años 1400 veces.