El Gobierno se encuentra en un dilema: el acuerdo con el FMI contempla acelerar la devaluación para que no se atrase el tipo de cambio, mientras que la inflación se encuentra en niveles muy altos. En ese marco, se terminó el veranito cambiario y la demanda del mercado comienza a escalar presionando en el dólar blue.

Según datos de la consultora LCG, en lo que corre de abril, el Banco Central viene convalidando un mayor ritmo de depreciación del peso, “que llega a un promedio del 6,6% (TEM) más en línea con el paso al que ya navegan los precios minoristas”. Vale recordar que la semana pasada se aplicó la mayor devaluación semanal desde octubre de 2020, justo cuando el ministro de Economía, Martín Guzmán, se encontraba reunido con el Fondo en Washington.

Con datos del BCRA hasta el 22 de abril, el Índice del Tipo de Cambio Real Multilateral cerró en 99,9 puntos,  en niveles cercanos a los de 2012 y 2013, marcando una adecuada competitividad para el intercambio con nuestros 12 principales socios comerciales. La intención oficial ahora será seguir el ritmo de la inflación, aunque no de forma simultánea, para que no haya un atraso cambiario.

En este marco, el veranito cambiario que hubo hasta la semana pasada se terminó y el dólar blue se acerca cada vez más a los valores en los que inició el 2022, de $208. Así, el informal abrió la jornada a $205,50 para la venta y $201,50 para la compra, una suba de más de $10 en tan solo cinco jornadas

Por su parte los dólares financieros siguen en alza y se alejan de su piso de $189: el dólar CCL arrancó en $209,56, el dólar MEP a $207,88, y el dólar Cedear cotiza a $209,66. En tanto, el dólar oficial minorista abrió a $119,78 para la venta y cotiza a $197,63 más impuestos (dólar ahorro).

El acuerdo con el FMI contempla que no se atrase el tipo de cambio al igual que sucedió en 2021, con el objetivo de utilizarlo como un ancla nominal de precios, cuando tuvo un alza del 22% contra una suba de la inflación minorista del 51%. Sin embargo, la inflación acumuló en 4 meses poco más de 20% y el tipo de cambio sólo 12%, por lo que queda terreno para acelerar el “crawling-peg”.

Otro punto que tiene que ver con esta estrategia es que el BCRA, comandado por Miguel Pesce, pretende mejorar la competitividad del peso para fomentar aún más las exportaciones. Esa dinámica permitiría acumular mayor cantidad de reservas, otro de los objetivos que hay con el organismo para este año.

Actualmente, las reservas netas internacionales, según estimó LCG, se encuentran en US$ 8.000 millones, el doble de cómo comenzaron el año. “La suba obedece exclusivamente al aporte neto que significó el desembolso del FMI. No obstante, desde firmado el acuerdo las reservas netas cayeron US$ 600 millones”, agregó la consultora.

En su último informe, el IAE afirmó que el tipo de cambio real, hasta marzo, estaba en un nivel menor contra el promedio del año pasado, con una apreciación de 12,1%. “Esto debido a las variaciones incipientes del tipo de cambio nominal y una elevada variación mensual del nivel de precios de la economía, es decir, que la variación de precios claramente deteriora a la ganancia de competitividad de la depreciación de la moneda nacional”, apuntaron.

Así, agregaron que el “dólar de equilibrio estimado por el IAE-Austral (según el TCR promedio del período diciembre 2010-marzo 2022) en la cotización formal efectiva del mercado minorista sería de $194,3” y concluyeron que “el tipo de cambio actual estaría por debajo de ese valor en 1,1% y dependiente de la inflación futura”.

El acuerdo con el FMI da poco margen al Gobierno para tomar las tradicionales anclas que suelen utilizarse para frenar la inflación, que las consultoras proyectan en 60% para 2022. El año pasado hubo atraso de tarifas y tipo de cambio, además de congelamiento de precios. 

Según PxQ, el programa acordado con el organismo “carece de anclas nominales y es difícil que los salarios crezcan por encima de la inflación, en un régimen como el actual que se acerca en la clasificación a un Régimen de Alta Inflación”.