La semana estuvo marcada por una intensa inestabilidad reflejándose principalmente en la reacción al alza del tipo de cambio y en la dinámica de los precios de los bienes y servicios. Sucede que, sobre esto último, hay tres fuentes que agravan la situación.

En primer lugar, la inercia. En segundo lugar, el impuesto derivado sobre productos importados y, por último, la suba del dólar libre. A su vez el mercado de futuros ha mostrado nuevamente una sostenida demanda por cobertura a pesar de los intentos del gabinete económico en tranquilizar al público diciendo que no habrá una brusca devaluación o un salto discreto del tipo de cambio.

En este sentido, la demora de la presentación del acuerdo con el FMI acentuó la falta de certezas y trajo dificultades para los mercados. Este punto parece reflejar que, aun cuando se haya conocido el acuerdo con el staff, el resultado de las PASO puede condicionar el futuro sobre el tipo de cambio, que luce ya en forma cada vez más obvia en un nivel poco competitivo.

De ahí la necesidad de compensar con la devaluación fiscal propuesta, avalada por el Organismo. Si a esto se le suma la incertidumbre electoral y la inercia de la inflación, entonces es lógico que cualquier movimiento del tipo de cambio libre funcione como señal para que los precios suban en forma generalizada. El fenómeno este por el cual la suba del dólar afecta al valor de un no transable tiene que ver principalmente en que la economía perdió toda referencia a la hora de fijar precios, necesita de un valor del cual aferrarse como elemento coordinador ante la dispersión del resto de los precios de bienes y servicios.

Es decir, el dólar no causa inflación en no transables en situaciones normales, pero cuando existe un proceso inflacionario, el tipo de cambio (oficial o paralelo) funciona como el principal input para la fijación de precios. Esto trae problemas aparejados porque los mercados financieros son más volátiles que los de bienes y servicios. La posibilidad de ver un rebote inflacionario en este mes y el próximo es muy plausible.

Las medidas fiscales que parecen formalizarse en el acuerdo con el FMI colaboran fuertemente al fortalecimiento de las cuentas públicas. Los impuestos sobre las importaciones ayudarán a cumplir la meta fiscal, al aportar recursos por al menos medio punto del PBI. Aún con esto, el déficit fiscal venía navegando en un nivel alto hasta la primera mitad del año y dada su fuerte estacionalidad sobre la última parte del año, vemos difícil que se pueda alcanzar el compromiso de 1,9% del PBI en todo el año.

Más allá de esto, el acuerdo que el Gobierno entabló con el staff del FMI la meta fiscal fue la única en no corregirse y esto ciertamente le quita margen de maniobra a un oficialismo que se queda sin esta herramienta en un período electoral clave.

Habrá que ver hasta qué punto hay compromiso con el nuevo acuerdo después de que se efectivice el desembolso de los USD 7.500 M comprometidos. Entendemos que ello dependerá del resultado de las PASO. Si el oficialismo se ve con chances, entonces menos probable es que resigne competitividad electoral a costa de mayor cumplimiento ante el organismo.