Los intendentes del Frente de Todos y de Juntos saben que, de cara a las elecciones del 2023, no solo deberán defender el territorio ante la avanzada opositora de turno sino que, además, también tendrán que levantar la barrera para imposibilitar el paso de cualquier aliado de las diferentes coaliciones que quiera salir a negociar un lugar.

La estrategia, que forma parte de una jugada política habitual, es imponer una nómina interna para lograr un acuerdo y, de esa manera, colar la cantidad de dirigentes posibles en función de lo que se pacte.

Se trata, sin duda, de un movimiento que suele generar fricciones internas y que, ante la posibilidad de que no haya PASO, genera todavía mayor conflicto debido a que los acuerdos ya no se hacer de acuerdo a la cantidad de votos sino por consensos.

Con los partidos y las diferentes líneas internas que integran el Frente de Todos y Juntos por el Cambio en crisis, los jefes comunales hoy tienen la difícil tarea de armar ejecutivos y deliberativos que les respondan. El caso de Tigre, donde Julio Zamora maneja el gobierno local, pero no tiene peso en el HCD local debido a la presencia del Frente Renovador, es un exponente de la problemática que afrontan los alcaldes.

"Si hoy hay que armar una lista provincial para el Congreso, tenés que poner a alguien de Larreta, alguien de Macri, de Bullrich, Vidal, De la Torre, de Jorge Macri, Pichetto, de Lousteau, del radicalismo bonaerense y ahora encima también quieren meter a Espert. Todo eso traslada a un Concejo Deliberante. Es imposible poder armar un equipo que te permita trabajar con libertad", le dice a Data Clave un jefe comunal de Juntos.

Mientras que, en una línea similar, un jefe comunal del FdT acota: "Solo hay dos intendentes que armaron con peso propio: Espinoza en La Matanza, aunque en los últimos tiempos tuvo cierto espacios de rebeldía interna y Gray en Esteban Echeverría".

El caso de Espinoza es así: la exdiputada bonaerense María Laura Ramírez le agitó el avispero en las últimas elecciones y generó un ruido interno que, hasta el momento, el jefe comunal, en su tandem con Verónica Magario, no había vivido. 

Lo de Gray es más literal. Y el ejemplo quedó marcado en la última elección cuando fue el único intendente que pudo armar una lista cien por ciento propia pese a que desde un sector de La Cámpora intentaron caminar el distrito con la intención de ver hasta dónde existía la posibilidad de presentarse. Sin embargo, el secretario de Derechos Humanos, Horacio Pietragalla, desistió.

Como respuesta a La Cámpora, con quien mantiene una feroz interna, tras lo que fue la puja contra Máximo Kirchner por la conducción del PJ bonaerense, Gray armó una lista encabezada por Silvia Casas, una outsider de la política, quien está al frente de la fundación Casa Manu, una entidad que alberga a menores con VIH en Monte Grande. La nómina también incluyó a rotarios, presidente de asociaciones de comerciantes y de canillitas. "Acá no se impone un candidato de la política porque hizo un laburito, se busca la representatividad de la gente", le dicen desde adentro a Data Clave.

Hoy, Gray tiene el ejecutivo y el deliberativo a su favor. Con una fórmula que incluye un gabinete plural, comandado por un histórico dirigente radical, un núcleo fuerte de cinco seis dirigentes que lo acompañan desde siempre y la renovación permanente en las carteras más calientes. Además, controla a los 17 de los 24 concejales que tiene a su favor e, incluso, logró absorber una edil del PRO y también a los representantes del massismo.

Desde adentro dejan en claro el modelo: "Fernando no negocia listas de concejales. Nunca lo hizo. Si alguien quiere presentarse, tiene que venir a competir". Y agregan: "Cuesta mucho ganar el territorio y defenderlo y lo perdés si te distraés cuatro meses. El caso de Hurlingham está a la vista".

Así las cosas hoy tanto del oficialismo como desde la oposición buscan llevar adelante el método Gray en el camino hacia la necesidad de poder gobernar con un equipo de trabajo que responde una idea y no a los intereses políticos del resto.