El ser humano se acostumbra a todo. Al igual que las cucarachas podemos vivir en el calor más tórrido del Sahara como en frío extremo del Polo. Tal vez por eso “festejamos” que la inflación, con un poco de suerte, podría llegar al 4% en junio, aunque eso está por verse.

El jueves, antes de que comenzará este feriado largo, el Banco Central encaró una serie de aumentos de tasas, de créditos, Leliqs y plazos fijos, del más puro manual ortodoxo, para quitar circulante de la plaza, desalentar el ya deprimido consumo, y la compra de dólares, aunque estas también sean mínimas.

Sin embargo, desde Ecolatina precisó que, en términos efectivos anuales, "la magnitud de la suba es aún más pronunciada: rinde una 66,5% (vs 61,8% pre suba). Con una inflación interanual (en mayo) apenas menor al 61%, la tasa es considerablemente positiva en términos reales ex ante".

En su informe, la consultora puntualiza que "la política monetaria tiene un carácter principalmente prospectivo y, a pesar de la sustancial suba, la tasa todavía no supera la inflación esperada en el corto plazo" que según los analistas de la plaza financiera, rondará el 72%.

Pero si bien el titular de trata de “secar” la plaza, los aumentos previstos hacen fila. Ya comenzaron con el 12% en el Gasoil, y el motivo es echarle la culpa a la mayor mezcla de biodisel para suplir la falta de importación a tiempo que tiene semiparalizado el campo.

Junto con esto, el Gobierno anunció, tímidamente, la segmentación tarifaria, que dejará sin subsidios al 10% de los consumidores de mayores recursos. Con esta medida se reducirán los subsidios, pero no tanto como se había estimado: apenas 0,05% del PBI, contra el 0.6% previsto en el acuerdo con el fondo Monetario Internacional (FMI). Así, el recorte del déficit público se aleja de lo esperado.

Desde el Instituto de Estadísticas de los Trabajadores (IET) de la Universidad Metropolitana (UMET), apuntaron a que “si los aumentos se estabilizan para lo que resta del año en el 5 % mensual promedio, el 2022 cerraría con una inflación anual de 83,5 %”.

“Hoy es casi un hecho que 2022 será el año más inflacionario desde 1991; para que ello no ocurra, la inflación promedio mensual en lo que resta del año debería ser inferior al 2,5 %, algo que luce improbable dada la elevada inercia existente y la lenta desaceleración de las últimas semanas”, dijo el IET.

Algo parecido relevó la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL) que proyectó una inflación el 87% para 2022, 39 puntos porcentuales más que el extremo máximo acordado por el Gobierno con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Por su parte el ministro de Economía, Martín Guzmán cambio la semana pasada la meta de suba de precios, que en marzo era del 35% y ahora llegará al 62%.

El ser humano se acostumbra a todo. Sino miremos al dirigente social Luis D’elía quien festejó la baja de la inflación del 6 % en abril al 5,1% en mayo, y que, de seguir así, las paritarias le ganarían a una inflación del 60%, la más alta desde 1991.

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